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6 de mayo 2024
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OpiniónRolando FernándezRolando Fernández

¿La van dejar colapsar? ¡Sería una gran pena!

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Por lo regular, cuando se llega nuevo a un sitio, de cualquier índole que sea, siempre se escuchan decires alusivos al mismo, con connotación de loabilidad en ocasiones; cuando no, severas críticas; o, de sugerencias que se entienden como apropiadas, procedentes de los que mucho tiempo tienen en el lugar. Y, como es obvio suponer, los recién ingresados tienen que limitarse a escuchar solamente, sin emitir juicio alguno, dado su desconocimiento obvio.

Fue lo mismo que nos ocurrió cuando ingresamos como docente en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), hace ya bastante tiempo, en donde tantas cosas ignorábamos, a pesar de haber estudiado en la academia, y nos recibiéramos allí como profesional; pero, no es igual desde ese nivel último.

En más de una ocasión escuchamos decir entonces a un veterano docente en aquella, refiriéndose a la problemática usadiana de costumbre, “nuestra universidad tiene que ser cerrada por un tiempito, para despojarla de toda la vestidura actual (vestido, sostenes y pantis); bañarla bien, y perfumarla; ataviarla de nuevo, para reabrirla con otras condiciones más favorables, y acordes con su verdadero rol educativo y social”. Eran más o menos sus palabras.

Cuando él hablaba, se entendía que lo hacía en sentido figurado, pues se refería a empleados todos, incluidas sus más altas autoridades, profesores y estudiantes. Debido a, directivos a todos los niveles politizados y “displicentes”, con el concurso de un personal administrativo abultado en grado sumo, por el problema de los grupismos, y el tráfico de influencia politiquero.

También, un personal docente cuestionable en gran parte, pero en nómina, por apoyo político, y condicionado, ofrecido durante las campañas a los cargos electivos, como los padrinazgos de estilo, que nunca faltan.

Y, por último, un alumnado compuesto por personas ineptas e irresponsables en gran parte, “semi-alfabetizadas” además, con aspiraciones de formarse como profesionales, pero sin el sentido de responsabilidad que requiere el cursar estudios a ese nivel.

Como dijéramos al comenzar, en principio no entendíamos el metamensaje que aquel señor trataba de transmitir a los interlocutores oyentes. Fue tiempo después, cuando ya nos habíamos “empapado” bastante sobre el quehacer uasdiano en sentido general, y nos tocó vivir algunas situaciones muy impropias, como desagradables, de esas que se dan a lo interno de la academia. ¡Ahí lo comprendimos todo!

Y, concluir que, sin que se lleven a cabo las acciones correctivas de saneamiento aludidas más arriba, difícilmente la UASD pueda salir a flote: Evitar la cualquierización en las aspiraciones a cargos electivos; que sea gente con verdaderos méritos acumulados la que se proponga, en términos de experiencia académica, y de gerencia necesaria. Lograr reunir un personal docente suficiente y competente, al margen de lo político, como los padrinazgos acostumbrados. Discriminar sobre el estudiantado ingresante, en el orden de aptitudes y actitudes exigibles, en pos de reducir al máximo el populismo complaciente, y las inversiones no reproductivas.

Bien sabido es que, la panorámica actual tiene sus orígenes en años lejanos, Es una consecuencia de todo lo anterior, que se ha ido dejando al tiempo, respecto de que se introduzcan los correctivos pertinentes. Pero, hoy la “bomba” está por estallar, y de mala manera. A ver qué va a ocurrir en el futuro inmediato.

Cuántas crisis se han venido verificado allí de antaño, están ya a punto de provocar en el presente una detonante mayor, que podría derivar en hacer colapsar por completo la institución académica, con todos los riesgos probables que tal situación implicaría, incluidos los derivados de una semi-privatización que “asecha” desde hace algunos años, y que creemos no se ha llevado a cabo, por el costo político que tal decisión tendría.

Además, de producirse algo así, un gran segmento de la masa estudiantil presente quedaría fuera de la educación superior en el país, por la gran estrechez económica de sus componentes. ¡La ventanilla uasdiana es imprescindible, para que los pobres nuestros puedan estudiar!

Es por ello que, resulta procedente, visto de manera imparcial, que el modo en que viene operando nuestra universidad, dizque institución autónoma, que no lo es nada, por la dependencia financiera estatal obligada, vigente desde hace ya varios lustros, tiene que ser revisado, para introducirle los cambios que ya se requieren. ¡Eso no puede continuar de esa forma!

De lo contrario, es previsible que la misma se podría ir muy pronto hacia el colapso total. Entones, se habrá matado la “gallina de los huevos de oro”, como se dice, para mucha gente. ¡Y, tarde se apreciará lo tenido!

 

 

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