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13 de mayo 2024
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OpiniónManuel Hernández VilletaManuel Hernández Villeta

La unidad nacional

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Hay que ser realista, sin pesimismo: la sociedad dominicana esta acorralada. No ha sido vencida, pero si está doblando el espinazo. En todos los aspectos de la vida diaria se siente el dolor y la amargura de que muchos están planteando la filosofía de dejar hacer y dejar pasar.

Las nuevas generaciones carecen de  metas, tratan de vivir el día a día, en medio de las calamidades naturales. Solo los teóricos de viejo cuño hablan de que se mantiene la esperanza, pero ellos mismos en ocasiones se preguntan si no están fantaseando.

Hay que dar un golpe en la mesa y romper los parámetros. Hay que salvar de que siga cayendo en el abismo la sociedad dominicana. Pero hay que comenzar a trabajar ahora, porque luego será muy tarde.

Muchos pensadores de viejo cuño hablan de la generación pérdida, y aunque suene pesimista, es cierto, un segmento que luchó por cambios, reivindicaciones y un mundo mejor, y un día se cansó y dejó el machete tirado en cualquier esquina.

A la juventud de hoy se le debe inyectar esa sabia patriótica, de luchar por el bienestar colectivo, comprender que no habrá una verdadera superación personal, si no mejora el colectivo. Es vivir sobre arenas movedizas, esperando que el pedazo donde ponemos  los pies no sea sometido al movimiento telúrico.

Parecería que como país, como conglomerado, estamos en medio de la nada, donde a nadie le importa la suerte del que le queda al lado. Da dolor de cabeza pensar que se desplomó la unidad familiar. El pedestal básico de la sociedad es la familia, y aquí prácticamente desapareció.

Hay miles de madres solteras, que por sus precarias condiciones de vida, o sus aprestos por tener mejores niveles, no pueden dedicar tiempo a la integración familiar. Los hijos de la era de la desaparición de la unidad familiar serán los ciudadanos del mañana.

Si no se mejoran las condiciones de vida de toda la población, si no se achica la división entre los ricos y los pobres, será difícil lograr un desarrollo nacional. Un puñado ampliará sus riquezas, mientras que la mayoría continuará sumergiéndose en la mayor de las miserias.

Hay que mejorar las condiciones educativas. Las escuelas han perdido su esencia. Hay un abandono progresivo de las aulas. La mayoría de los que se inscriben en la primaria no terminan el bachillerato, y luego los que van a  la universidad, también suspenden los estudios por múltiples factores.

Lo único que debe estar abierto y en prioridad en la agenda nacional es comprometerse a seguir caminando, a no dejar la senda a medio rumbo, a comprender que el mundo de hoy necesita luchadores incansables, hombres y mujeres que contra las adversidades se mantienen en pie. Luchadores para un mundo mejor, sin bajar la cabeza. ¡Ay!, se me acabo la tinta.

Por Manuel Hernández Villeta

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