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25 de diciembre 2025
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OpiniónJulián PadillaJulián Padilla

La tragedia del siglo XXI

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La codicia, la ambición de poder y el sentirse todopoderosos, vuelven a ocupar la mente de los pretendidos, y de nuevo se levanta con apariencia imponente, la nueva torre del babel, pero del siglo XXI.

Encabezando todo este proceso asume un liderazgo falso alguien que tiene el deseo de demostrar inocencia, pero también asumir una venganza contra sus juzgadores, apoyándose en una característica súper narcisista, que le hace ver irracional

Asume un desafío mundial, un delincuente condenado, pero apoyado por una sociedad podrida. Parece que es el prototipo de lo que también se puede ver en otros países donde se practica lo único cierto: la falsa democracia.

Son los mismos maleantes aquí y allá los que tienen acceso al poder, los que “gobiernan”. Una situación humillante para multitudes, una gran mayoría tan inmersa en la sobrevivencia, que no tienen la posibilidad real de desarrollar y mucho menos utilizar su juicio crítico.

Este gran impostor de la geopolítica, amenaza la paz mundial, produce una ruptura del orden constitucional y la seguridad jurídica de su país, y amenaza a todos los gobiernos del planeta para que callen, cedan y acepten sus condiciones draconianas.

Pero al parecer, todos los que fungen como titiriteros en esos países, tendrán su tajada en esto que podría denominarse como la gran traición universal y el quiebre del sistema financiero mundial. Donde la inmensa mayoría no tendrá nada, pero será feliz.

Se plantea una nueva gran recesión y al parecer los que construyen esa nueva torre de babel, se apoyan en el espejismo de la inteligencia artificial, de los híbridos y los robots, intentando despojar a su creador, de aquello que le pertenece por derecho.

Se plantea una nueva gran recesión, porque es necesario que el sistema financiero mundial y la banca internacional quiebre y con esto, desaparezca para siempre el papel moneda.

Todo será digital, el dinero y hasta las prostitutas aunque con vagina, competirán con las más hermosas modelos del planeta.

Nos acercamos al crecimiento exponencial más que geométrico de la brecha de pobreza. Miles de millones de seres humanos quedarán en la próxima década sin oficio. No dudamos que haya una representación importante en los parlamentos de las naciones, de robots en lugar de humanos, y de híbridos pesados en los gabinetes de los gobiernos.

Llámele locura, futurista, mente conspirativa, pero los pasos que se dan son agigantados, se postean imágenes de todo tipo de robots, para la realización de actividades y tareas que por siglos el hombre ha hecho.

Robots dando protección al hombre, mujeres robots amamantando una criatura, incluso incubando el nacimiento de un niño, robots amantes y prostitutas, robots que trabajan en las fabricas, oficinas, que dirigen el transito, que conducen un vehículo, que compiten en atletismo y otros deportes complejos como el tenis de mesa, creemos haber construido una torre de babel, porque nos creemos todopoderosos.

Pero más que eso, estamos en la cima del mundo, tenemos la potestad de apoyándonos en nuestra locura irreversible, apretar el famoso botón rojo y ordenar la destrucción masiva del planeta.

No es posible que un solo hombre o cuatro o cinco de ellos, tengan la posibilidad de convertir en esclavos a toda la humanidad, de recrear la forma de convivencia, sin importar las conquistas universales que se reflejan en los auténticos derechos humanos.

Estamos construyendo lo que denomino como La Gran Tragedia del Siglo XXI, con una sola salvedad, y es que si la humanidad despierta a tiempo, el nuevo botón rojo se apretará, y al unísono, se constituirá en El Día del Planeta y la Raza Humana, y saldremos todos a destruir con nuestras propias manos, todo lo que huela a inteligencia artificial, a robots, a humanoides, a híbridos, aparatos anti natura, y evitar la gran catástrofe que el mismo hombre producirá, cuando tres o cuatro mil millones de hombres y mujeres hayan sido desplazados y estén sin oficio en todo el planeta.

“Ponlo a trabajar para que no esté ocioso, pues la ociosidad es la madre de todos los vicios”. Eclesiástico 33,28.

“Por causa del ocio, se viene abajo el techo y por la pereza se desploma la casa” Eclesiastés 10,18.
Pero queremos personas ociosas, queremos romper el famoso paradigma Maltusiano, que indica que el crecimiento de la población es muy superior al crecimiento de la producción. De ahí, las teorías propuestas por los globalistas de la Eugenesia, por eso surge el Covid y otros venenos infernales, inventados por el hombre para reducir la población, y de ese mismo centro satánico, la inteligencia artificial, los híbridos, los robots y todo lo que sustituye lo natural por lo superficial y artificial.

Por esto el desplazamiento del hombre de eso que siempre le dignifica, el trabajo, es imperdonable.

Si el ocio es la madre de todos los vicios. Si por el ocio se viene abajo la casa. No es posible aplaudir el enunciado globalista y maldito: no tendrás nada pero serás feliz.

Pero también queremos producir una ruptura de las necesidades clásicas del conocimiento y así no será necesario hacer el gran esfuerzo por su peso, de pasar una página hacia la izquierda. ¿Y para que estudiar, y para que alimentar el juicio crítico?, ¿si todo se lo puedes preguntar a Sophia, Copilot, ChatGPT y compartes?

Esta nueva esclavitud planificada y que se lleva a cabo contra la especie humana tendrá su fin.

La gran tragedia del siglo XXI está en pie, pero también tiene que estar en pie la contra. Es decir, aquellos que defiendan con uñas y dientes la especie humana y que de ser necesario, destruyan para siempre todo vestigio de superficialidad y sus artificios conexos.

Por lo visto, la anarquía, el caos y la ruptura del nuevo orden, será la única fórmula y camino de sobrevivencia de la especie humana.

Surgirán los luchadores, los gladiadores, tal vez la lucha no será armada ni con explosivos que puedan dañar la vida, pero con toda certeza, surgirán los virus, los recontra virus, y también la contra nube, y todo lo que se orquesta en esas súper computadoras para dañar la humanidad.

Explotaran, sin dejar vestigios ni forma de rescatar toda la información destruida.

Las alternativas están claras, o nos montamos en la ola de la superficialidad y sus artificios, o nos sumamos a la ola de su destrucción de raíz y para siempre.

Por: Julián Padilla.

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