ENVÍA TUS DENUNCIAS 829-917-7231 / 809-866-3480
25 de diciembre 2025
logo
OpiniónJulián PadillaJulián Padilla

La Torre de Marfil y la Resistencia Popular

COMPARTIR:

La tesitura más fácil de abordar es la que se acoge desde la torre de marfil, es igual cuando los fanáticos en un estado critican las jugadas decididas por el manager de su equipo, o cuando un bateador falla al intentar conectar la pelota. Los aplausos del contrario y los abucheos de los fans decepcionados no se hacen esperar.

Parecería que el ejemplo elegido contradice la norma de la Torre de Marfil, lo que pasa es que desde la óptica popular, los que están en el terreno de juego no son los funcionarios que hacen y deshacen con el dinero del pueblo, sino el pueblo mismo quien se ve afectado directamente y no para bien, por las decisiones que se toman en esa encumbrada locación.

Los especialistas en analizar el pasado siempre a conveniencia de los propósitos pagos y agendas escondidas, se prestan aviesamente a diagnosticar el estatus de la cosa analizada, mientras que los adivinadores y chamanes intentan imitar a Merlín y hacer magia con sus previsiones.

Al fin y al cabo, las anteojeras las tienen todos puestos y a la vez usan el mismo color de cristal en sus gafas, un equipo perfecto de visionarios y aduladores pagos, que refuerzan la moción del emperador y que luego dictaminará la suerte de sus súbditos.

Desde esa torre de marfil estos tres elementos: el diagnostico, el plan y las decisiones para perseguir objetivos específicos, no miran ni pueden mirar a los lados, y para ellos todo es color de rosa. La solución perfecta a los problemas creados por ellos mismos, pero que dadas las incompetencias propias que empuja la traición, el saqueo o la codicia, ahora se le endosa a los esclavizados y súbditos del reino, volver a pagar los platos rotos.

Así es como desde esa torre de marfil los señores feudales del siglo XXI, deciden la suerte del pueblo y también la propia, pues es evidente que al paso por la cosa pública, todo queda arrasado, como si pasara un ciclón batatero, así decía Papá.

Pero a una conciencia cauterizada que hace fila para también hacer lo mismo, nada le importa. Lo importante es llegar al poder, pues desde allí modifico con creces la suerte financiera personal y de los míos. Y todo el sistema esta orquestado para promover, proteger y permitir este enriquecimiento, que hipócritamente le llamamos ilícito, pero contando con los mecanismos perfectos que permiten su concretización y más aún, la protección efectiva aunque se deban aguantar algunos latigazos en el foro público.

Entonces sin darnos cuenta, por conveniencia del cuadro político, apoyamos hasta lo que nos hace daño, porque no podemos contradecir la “línea” del partido, que no es la línea del pueblo, ni de la familia dominicana. Y ¿Qué importa que se deteriore el salario real de la gente, yo ya resolví mi problema y me sobra dinero?. No lo dicen, pero los compañeritos, compañetriotas o como quiera usted llamarle, cuando ya están en el poder, se visten de arrogancia y de una alta dosis de narcisismo del malo, logrando tener empatía zero hacia los demás.

El drama de la gente en nuestros barrios, residenciales, o como ustedes desee llamarle. Ese drama de la cotidianidad, cuando a pesar de las apariencias que hay que mantener, vistiendo con un toque de decencia, para ir a trabajar, aunque la nevera este vacía y se tenga que comer lo que sea con un poco de agua y aire para respirar. Ese drama no importa y desde la torre de marfil, los burócratas de siempre, más empinados y luego arrodillados al interés contra nacional, impone nuevos castigos a una sociedad en cautiverio.

Los nuevos vasallos en nuestra sociedad, todos lo que no tienen el derecho a tener derecho, porque la ficción de la supuesta democracia, se basa en una representatividad que no le representa, ha logrado la meta suprema, de convertir en captores y usurpadores, a los personajes más vivos y avivatos de la clase política. El sistema de partidos ha secuestrado la democracia dominicana y aunque el precio que se paga es alto, aun así, los elegidos para ser intermediarios, también tocan un poco del pastel, algunas migajas selectas, mientras la gran tajada siempre va quedando en las manos de los funcionarios públicos con más poder y sus verdaderos representados, sus financistas o contratantes.

Desde esa misma torre de marfil se amarró el destino de la nación y el barco que transporta a todos sus pasajeros y a la tribulación servil, con leyes que no solo le traicionan en materia de soberanía, sino que también los atan a perseguir objetivos inalcanzables y que por lo tanto, son una fuente mas de corrupción, de saqueo y de un predominio no merecido, para continuar con el maltrato hacia los ciudadanos de la república.

Esa cultura y esa casta mafiosa que denunciaba un silenciado periodista de renombre, está vigente, engrandecida, y más calculadora que antes, y definitivamente logrará, un gobierno más rico y un país más pobre.

La forma predilecta de lograr la aceptación del castigo institucional como traición legalizada a la patria y a los votantes, es mediante el ejercicio perfecto de la censura y la mordaza. Los vestigios de este tema están planteados, aunque esperamos que el presidente se case con la gloria y anuncie el 16 de agosto la derogación total de la ley 1-24, la odiada ley del DNI, la ley del sátrapa, y también la derogación de le ley 1-12 de Estrategia Nacional de Desarrollo, para re establecer objetivos estratégicos, que no estén amarrados al interés supranacional, sino situarnos en una ley propia, para el beneficio exclusivo de la nación. Además y para poner punto final, dejar de lado el tema de la odiada reforma fiscal, porque con su imposición, no habrá seguridad de gobernabilidad en la República Dominicana.

Como líder de los que sesionan la torre de marfil, es importante desvestirnos de ese fenómeno súper narcisista y hasta de sicopatía integrada, y lograr una empatía sincera y autentica con un pueblo que no le votó para que lo maltrate. Y que no aceptará más maltratos que los ya recibidos en los cuatro años de la primera gestión de gobierno.

Por eso la segunda parte de este escrito se sitúa, en el único camino sostenible y hasta institucional que le queda al pueblo dominicano, y es ejercer la prerrogativa de no estar de acuerdo con leyes, decisiones, normativas que le maltratan, y con ello, no cooperar con la implementación de las mismas, siguiendo el camino único previsible de civilmente no obedecer esas prerrogativas injustas. La Resistencia Popular.

En una ocasión compartimos una reflexión que se tituló: ¿Quién tiene el poder?. Y me vino a la mente de una máxima que se conoce entre los que tienen el conocimiento de diseñar o mejorar procedimientos. Y esa máxima indica: un procedimiento no vale ni el papel en el que está escrito, si el personal le niega su apoyo. Joaquín Balaguer lo decía de otra forma: la constitución es un pedazo de papel.

Y nada es más cierto que estos postulados. La ley será la ley, pero si proviene de una democracia secuestrada que promueve el satisfacer agendas escondidas que de fondo insisten en cumplir las expectativas de intereses no nacionales, precisamente los nacionales tienen el deber de negar su apoyo a estas leyes, y caer en el terreno predilecto de Gandhi, Luther King y Toureau: La desobediencia civil.

También vino a mi recuerdo, una situación verídica que se le presento a un ejecutivo de una empresa a quien nos tocó asesorar en un programa de mejoramiento institucional. Y fue una interrupción que ocurría, al timbrar su teléfono y escuchar a un colaborador de quien esperaba respuesta.

Había la necesidad de visitar un cliente en Haití y ya en ese país se comenzaba a recrudecer la crisis de seguridad y estaban de moda los secuestros. Este colaborador estaba participando en una maestría y estaba precisamente en la recta final de una materia importante, cuando el ejecutivo le indicó, que debía la siguiente semana visitar al cliente en Haití.

¿Pero qué sucedió?, ese colaborador le indicó al ejecutivo que no podía ir a Haití por dos razones: a) tenía exámenes finales en su maestría y b) no existía garantía para su seguridad física al visitar Haití.

Esto genero una discusión que escuché perfectamente, Al final de la comunicación telefónica, el ejecutivo se quejó y le pregunte, ¿Quién tiene el poder?. Estamos en el momento de verdad. Tú tienes el poder hasta de despedirlo acogiéndote al desahucio, pero esa persona sigue teniendo el poder de colaborar o no de forma voluntaria al requerimiento del cliente.

Y es lo mismo, por eso le pregunto al pueblo dominicano y a los que leen este escrito y a ustedes funcionarios, legisladores, miembros de los plenos constitucionales, empresarios, directivos de ONG y hasta de federaciones deportivas. ¿Quién tiene el poder?. El pueblo, los clientes, los grupos de interés, los entrenadores, los atletas?. Usted puede llevar el caballo al rio, pero no puede obligarlo a que tome del agua. Los de la torre de marfil, desvístanse del arrogante narcisismo, y finalmente demuestren que de verdad representan el deseo y sentimiento legitimo del pueblo dominicano.

Por: Julián Padilla

Comenta