Porque la universidad es otra cosa
Fiódor Dostoyevski (Fiódor Mijáilovich Dostoyevski), destacado escritor de la Rusia Zarista cuya literatura exploró la psicología humana en el complejo contexto político, social y espiritual de la sociedad rusa de la segunda mitad del siglo XIX, manifestó en una oportunidad, citamos:
«La tolerancia llegará a tal nivel que las personas inteligentes tendrán prohibido pensar para no ofender a los imbéciles».
La conceptualización de Fiódor Dostoyevski, es compartible en la contemporaneidad, por cuando, la historia no se detiene y en el comportamiento humano, se observan constantes réplicas que muchas veces, llaman a reflexión.
Una de las noticias de atención en los medios masivos de comunicación, es la preocupación que desde hace mucho tiempo, tienen los ciudadanos de un accionar reservado, que no significa que sean despreocupados, es la tolerancia en el uso que muchos desaprensivos, hacen de los recursos que se supone han sido creados hacia la optimización comunicacional y no con la finalidad de destruir imágenes y ocasionar desmembramientos emocionales, frustraciones psicológicas, suicidios y asesinatos como está ocurriendo, no solo en República Dominicana, sino en muchas otras naciones del mundo.
El ordenamiento de Estado, es un concepto universal que busca la armonía entre ciudadanos y ciudadanas de una Nación. Es la autoridad debidamente establecida por voluntad ciudadana, a través del ordenamiento de selección electoral en una sociedad democrática, la responsable de, basada en las normativa jurídicas e institucionales, regular el proceder ciudadano y hacer que se cumpla con ese precepto.
No es posible, que tantos transgresores como transgredidos, violados y violadores, agresores y agredidos comunicacionales y físicos, todos, unos y otros por igual, estemos convencidos de que el régimen de consecuencias en el mal uso de los medios de comunicación y de las agresiones físicas de la República Dominicana, sean infuncionales.
El legislador, en la preocupación ciudadana de la agresión desaprensiva de personas que, en su mala conducta, desestabilizan la relación humana, ha creado un “molde jurídico” de regulación del uso de los medios de comunicación y del proceder ciudadano que regularmente, no es observado en la “conducta maledicente” de los “referenciados” creyentes, de ser dueños y señores de todo medio de comunicación a su alcance y de la regulación de su propia conducta.
Si para que el ciudadano del bien vivir, que vive en una búsqueda permanente de crecer y con su crecimiento, contribuir al crecimiento de la Nación Dominicana, pueda vivir bien y que continúe en la búsqueda de esos objetivos propuestos, se deban aplicar en toda su extensión, las regulaciones reales de un efectivo régimen de consecuencias, es un reto de autoridad a asumir.
La Nación está compelida a aceptar el reto cuya aplicabilidad es el compromiso de la autoridad aceptada voluntariamente por quienes ejercen el poder de la Nación.
Hemos llegado al clímax de la ruta que no admite más permisibilidad, hemos llegado al momento de máxima tensión al que pueda soportar el ciudadano de buen vivir, hemos de poner el “stop” ahora o las consecuencias serán adversas y focalizadas hacia quienes aceptaron, pero no asumieron la responsabilidad que le da la autoridad.
