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27 de diciembre 2025
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OpiniónRafael Emilio Bello DiazRafael Emilio Bello Diaz

La salud del papa Francisco

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El doctor Sergio Alfieri, del hospital Gemelli de Roma, aseguró que «el papa no está fuera de peligro» porque tiene una infección polimicrobiológica a la que se sumó una neumonía bilateral, camina poco y tiene 88 años. El estado de salud del santo padre papa Francisco, de 88 años y hospitalizado desde hace más de una semana, sigue siendo «crítico» y su «pronóstico es actualmente reservado», el Vaticano, que aludió a una «crisis respiratoria asmátiforme». Francisco ingresó el 14 de febrero, inicialmente por una bronquitis, pero la Santa Sede indicó que había desarrollado una neumonía en los dos pulmones, una infección del tejido pulmonar potencialmente letal. El líder espiritual de 1,400 millones de católicos en el mundo se encuentra ingresado en la clínica Gemelli de Roma. Sin embargo, todas las alarmas saltaron cuando se deterioró su salud.

En estos casos, el diagnóstico de neumonía es clínico-tomográfico-radiográfico: la historia clínica y examen físico sugieren la presencia una infección pulmonar, pero el diagnóstico se confirma cuando se demuestra presencia de infiltrados pulmonares. El cuadro clínico y los hallazgos de la radiografía de tórax no permiten predecir con certeza el agente etiológico de la infección pulmonar; los síntomas, signos clínicos y hallazgos radiográficos se superponen entre los distintos agentes causales (bacterias clásicas y atípicas, virus respiratorios). La radiografía permite confirmar el diagnóstico clínico, establecer su localización, extensión y gravedad además permite diferenciar la neumonía de otras patologías, detectar posibles complicaciones, y puede ser útil en el seguimiento de los pacientes de alto riesgo. La resolución de los infiltrados radiográficos a menudo ocurre varias semanas o meses después de la mejoría clínica, especialmente en el anciano, la neumonía multilobar o bilateral, y la neumonía grave manejada en la UCI.

La neumopatía aguda comunitaria del adulto, se define como la infección de la vía aérea inferior, de comienzo previo a su ingreso al hospital. Suele manifestarse clínicamente por tos -con o sin esputo-, fiebre, leucocitosis, o leucopenia, más la presencia de infiltrados pulmonares compatibles con neumonía. Los exámenes microbiológicos permiten identificar el agente causal de la neumonía y su patrón de sensibilidad a los antibióticos. El tratamiento antimicrobiano dirigido contra un patógeno conocido permite reducir el espectro de acción de los fármacos, los costos, el riesgo de reacciones adversas y de la resistencia antibiótica. Sin embargo, no es necesario realizar estudios microbiológicos extensos a todos los pacientes con neumonía comunitaria. Los estudios deben estar guiados por la gravedad de la neumonía, los factores de riesgo epidemiológico y la respuesta al tratamiento empírico.

El riesgo de complicaciones y muerte de los enfermos hospitalizados por neumonía comunitaria justifica la realización de exámenes microbiológicos básicos (tinción gram y cultivo de expectoración, hemocultivos, cultivo de líquido pleural) que intentarán precisar el agente causal de la infección pulmonar y orientar el tratamiento antimicrobiano específico.

La evolución del paciente con neumonía comunitaria puede variar entre un cuadro infeccioso banal de bajo riesgo de complicaciones hasta uno de extrema gravedad con riesgo vital. En general, el adulto inmunocompetente sin comorbilidad ni criterios de gravedad manejado en el ámbito ambulatorio tiene bajo riesgo de complicaciones y muerte (letalidad menor de 1-2%), elevándose a 5-15% en los pacientes con comorbilidad y/o factores de riesgo específicos que son admitidos a la sala de cuidados generales del hospital; La evaluación de la gravedad en el paciente con neumonía comunitaria  permite predecir la evolución de la enfermedad, decidir el lugar de manejo (ambulatorio, sala de cuidados generales, unidad de intermedia  o UCI), la extensión del estudio microbiológico y de laboratorio complementario.

La sepsis se define como una disfunción multiorgánica secundaria a un proceso infeccioso que puede progresar a choque séptico con aumento en el riesgo de mortalidad. Recientes actualizaciones de Sepsis nos permiten realizar un diagnóstico precoz y abordaje terapéutico oportuno con disminución de la morbimortalidad a corto y mediano plazo. La sepsis es una entidad clínica definida como disfunción orgánica causada por una infección potencialmente fatal. La severidad de la sepsis puede variar desde un grado leve de disfunción hasta un compromiso circulatorio (choque séptico) con alta tasa de mortalidad. Este desenlace puede ser modificado si se realiza un diagnóstico temprano y si se llevan a cabo las medidas terapéuticas necesarias la sepsis y el choque séptico afectan directamente la microcirculación. Esto ocurre como resultado del daño endotelial (fase preponderante en la fisiopatología del choque séptico) mediada de manera celular, principalmente por los leucocitos en el momento de interactuar con el endotelio y por mediadores inflamatorios, (prostaglandinas, especies reactivas de oxígeno o proteasas) los cuales lesionan el endotelio, produciendo aumento de la permeabilidad capilar y disminución del tono vascular por vasodilatación, lo que conduce a hipovolemia relativa, hipotensión, inadecuada perfusión a órganos, depresión miocárdica, choque y muerte. «La ligera insuficiencia renal observada ha remitido» y la tomografía computarizada del tórax, a la que se sometió, mostró «una evolución normal del cuadro inflamatorio pulmonar», indicó el Vaticano.

Pese a la «ligera» mejoría, «el pronóstico sigue siendo reservado», advirtió no obstante la Santa Sede, máxime cuando continúa precisando «oxigenoterapia» y «fisioterapia respiratoria». Un especialista que ha estado a menudo al lado del pontífice es Massimo Antonelli, experto en infecciones y ex presidente de la Sociedad Europea de Cuidados Intensivos. Nuestras oraciones para el Santo Padre.

El autor es pasado presidente de la Sociedad Dominicana de Medicina Crítica y Cuidados Intensivos.

Por: Rafael Emilio Bello Díaz.

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