El Ministerio de Salud informó que se han confirmado dos casos de rabia en mangostas o hurón en San José de las Matas, en la provincia de Santiago. «Ante la detección de estos casos, la Dirección Provincial de Salud (DPS) informó que activó el protocolo establecido, garantizando la vacunación de las personas expuestas y el seguimiento médico. Además, se implementaron medidas de control en la comunidad, como la vacunación de animales domésticos y el monitoreo epidemiológico para prevenir la propagación del virus», explicaron.
Las zoonosis representan un grupo particular de enfermedades infecciosas y transmisibles, así como de enfermedades parasitarias. La Organización Mundial de la Salud ofrece la siguiente definición: «Zoonosis toda enfermedad o infección que se transmite naturalmente de los animales vertebrados a la especie humana y viceversa». Desde un punto de vista biológico, un microorganismo es específico de un huésped determinado o no lo es. Que uno de sus huéspedes predilectos sea la especie humana representa un detalle en el mundo de los seres vivos, aun cuando las consecuencias en términos de salud humana y de salud pública puedan ser graves.
La rabia es una enfermedad viral que afecta el sistema nervioso central al cual llega usualmente a través del sistema nervioso periférico. Es debida a un virus del género Lyssavirus que contiene más de 80 variedades de las cuales solo 10 están en el grupo sérico de la rabia, que incluye al virus clásico de la enfermedad, pero también a los virus Mokola, Duvenhage, Obodhinag, Kotonkam, los tipos 1 y 2 de los murciélagos.

La enfermedad es letal, a pesar de ser prevenible, conocida desde la antigüedad (siglo 23 AC) y transmitida al hombre a través de animales domésticos o silvestres, especialmente por el perro. En algunas partes del mundo como Asia no es notificable, es considerada rara por las autoridades sanitarias y por ende sin importancia. Es responsable de 55.000 muertes cada año, 95% en Asia y África y de las cuales casi 30.000 en la India. Se calcula que cada 10 minutos muere un ser humano por la rabia.
Cada año cerca de diez millones de personas, muchas de las cuales no han sido vacunadas, enfrentan el temor de una exposición por un animal sospechoso de rabia. La rabia tiene todo un itinerario o cronología de recorrido junto a la propia evolución del ser humano, es por eso que se puede afirmar que ha acompañado al hombre en todo su devenir histórico; sin embargo, ha sido una de las enfermedades cuya descripción de la historia natural se mantiene casi de la misma manera hasta hoy. El concepto de «transmisibilidad», identificado desde un inicio a través de la saliva de los perros, y la utilización de la palabra «virus» para definir el material infeccioso, son paradigmas aceptados hasta la actualidad, es decir, que admira lo axiomático en el tratamiento del tema a través de los siglos hasta hoy.

Inmediatamente después de la infección, el virus entra en una fase eclíptica, durante la cual no es fácil detectarlo; se replica en los tejidos no nerviosos (músculos) y no estimula una respuesta inmunológica, pero es susceptible a la neutralización si existen anticuerpos. Luego de varios días o meses, el virus ingresa a los nervios periféricos y es transportado al sistema nervioso central (SNC) por flujo retrógrado en los axones. Luego de diseminarse se desarrollan los signos clínicos, a medida que se infectan las neuronas el virus se distribuye a tejidos inervados, a través de los nervios periféricos. La mayor parte del virus se encuentra en los tejidos nerviosos, glándulas salivales, saliva y el fluido cerebroespinal, los cuales deben ser manipulados con extremo cuidado.
En los humanos, el período de incubación es de días a varios años. La mayoría son evidentes después de 1 a 3 meses. Los primeros síntomas pueden ser muy similares a los de la influenza o gripe (debilidad o malestar general, fiebre o dolor de cabeza) y pueden durar varios días. También puede presentar: malestar, punzadas o picazón en el sitio de la mordedura, y en solo unos días evolucionar a síntomas de disfunción cerebral, ansiedad, confusión y agitación. Conforme avanza la enfermedad, la persona puede manifestar delirios, comportamiento anormal, alucinaciones e insomnio. El período agudo de la enfermedad termina normalmente después de 2 a 10 días. Una vez que aparecen los signos clínicos, la enfermedad es casi siempre mortal y por lo general, el tratamiento es de apoyo.
La herida debe lavarse inmediatamente con agua y solución jabonosa al 20 %, para evitar contraer la rabia. La sutura primaria de la herida sin infiltración previa de inmunoglobulina puede provocar la entrada del virus en las terminaciones nerviosas. Por ello debe evitarse la sutura primaria y la sutura secundaria podría hacerse dos semanas después, cuando el paciente dispone de anticuerpos neutralizantes. La inmunización pasiva se realiza con la aplicación de inmunoglobulina antirrábica y se inoculará si es posible en las primeras 24 horas, siempre debe ir acompañada de una pauta vacunal completa. Esta enfermedad constituye un problema de salud vigente, a pesar de su tratamiento exitoso desde el siglo XIX.
El autor es pasado presidente de la sociedad dominicana de medicina crítica y cuidados intensivos.
Por: Rafael Emilio Bello Díaz.
