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19 de mayo 2024
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La queja del Gobernador del Banco Central

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En su comparecencia al programa televisado «Cuarto Poder» el pasado domingo, el Gobernador del Banco Central tuvo la valentía de reconocer las estrecheces en que se debate la economía nacional y al mismo tiempo se quejó de que hay una copiosa lluvia de críticas y muy pocas sugerencias concretas y sinceras de los correctivos que pueden y deben aplicarse.

De acuerdo a la siempre precisa crónica del periodista Bienvenido Álvarez-Vega, en el diario La Noticia del lunes, el licenciado Carlos Despradel se quejó de que amplios sectores de la sociedad dominicana viven con un estilo revelador de que no han entendido que el mundo de hoy vive una crisis económica de grandes proporciones.

Refiriéndose a la situación dominicana el joven economista desafió a los sectores más críticos a que digan «cuáles son las mejores medidas que se pueden tomar para enfrentar la situación económica del país». Se refirió concretamente a los empresarios a quienes advierte «muy claros en lo que no debe hacerse», pero cuando se les pregunta qué es lo que debe hacerse, no aporta sugerencias concretas.

Nos parece que el Gobernador tiene razón en muchos de sus criterios y en las quejas, pero no así cuando plantea que hay muy pocas soluciones a los problemas económicos. Más bien lo que existe es poca voluntad política en los gobernantes, en partidos y líderes opositores y en los grupos de poder económico para implementar verdaderas soluciones, o por lo menos paliativos efectivos.

Cada vez que se implementa un correctivo, surgen las voces interesadas. Y muchas veces basta con que alguien sugiera una medida para que se desaten las iras, las presiones y hasta las amenazas, veladas o abiertas. Como si las crisis pudieran ser enfrentadas sin tocar intereses; como si un cuerpo enfermo pudiera ser curado sin dolor.

Muchas de las tímidas disposiciones adoptadas por las autoridades, por ejemplo, para proteger la industria nacional, disminuir importaciones o economizar combustible y energía son violentadas como si no existieran. Y las autoridades muestran muy poca voluntad política para hacerlas cumplir.

Ahí están -siguiendo con los ejemplos- las prohibiciones de importación de una serie de renglones en confecciones y ropas, la reglamentación de la venta de combustibles, las recomendaciones de austeridad en el gasto de las instituciones gubernamentales.

Y ahora mismo cursa en el Congreso Nacional un proyecto que busca descargar de impuestos las bebidas alcohólicas extranjeras, obviamente en interés de favorecer a los importado-res, en momentos en que sectores industriales    quejan de las dificultades que les está produciendo el atraso del Banco Central en l aprobación de cartas de crédito, así como en cubrir los compromisos.

Ciertamente la situación económica del país a la luz de las limitaciones impuestas por l geopolítica y una dependencia sin perspectiva de ser resquebrajada, no auspicia soluciones de fondo. Y mucho menos en el período pre electoral en que ya entramos, cuando car parte de las voces se levantarán a ofrecer soluciones mágicas para engatusar a los electores

Tampoco los gobernantes estarán prestos a auspiciar las soluciones más racionales y efes tivas, empeñados en pasar los últimos meses de gestión con las menores tensiones posible, auspiciando así sus propios intereses políticos.

Ello implica que la crisis económica nacional apunta a mayores complicaciones, incluyendo más estrechez como consecuencia del crecimiento de las importaciones y la disminución de los precios de nuestros productos básicos de exportación.

Por lo menos piénsese un poco en el llamado a la austeridad implícita en las quejas del licenciado Despradel, y acéptese su desafío a ofrecer soluciones concretas. Los que más voz tenemos en esta sociedad somos precisamente de los que podemos vivir con más austeridad.

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