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6 de mayo 2024
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OpiniónFrancisco Rafael GuzmánFrancisco Rafael Guzmán

La Pusilanimidad al Dirigir un Estado

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A veces hablar poco o casi nada es una muestra de fortaleza, pero no puede ser visto así en un hombre muy público, como por ejemplo en un jefe de Estado. Puede haber personas incautas que crean que el presidente Medina es un hombre muy sabio porque casi no habla, pero esos ya son una minoría y lo hacen por ignaros  o porque han recibido algún tipo de favores o de canonjía. Sin dudas, me atrevo a creer que el jefe de Estado nuestro es una persona medrosa para hablar porque no es buen orador.

Hay muchos buenos oradores, que no es lo mismo que ser elocuente, porque esto último es un don que pocas personas tienen, ni siquiera todos los líderes carismáticos son elocuentes. La persona elocuente es la que enamora a cualquiera con su tono de voz, pero el que tiene ese recurso lo tiene de manera involuntaria, porque nadie puede ser elocuente porque quiera serlo; lo que si puede una persona es entrenarse para ser buen orador, pero no así para ser elocuente.

Ahora bien, si bien Danilo no es elocuente tampoco se ha preparado para ser buen orador, así lo entiende casi todo el mundo que lo haya escuchado hablando. Tal vez en su discurso reciente para referirse a los resultados de la primaria del PLD no se notó tanto la deficiencia en la oratoria del presidente, pero él es muy deficiente como orador, siendo un presidente de la República.

Sin embargo, lo que no supo en el mismo fue ocultar su encono y su inquina contra el sector disidente de Leonel Fernández. Quien actúa con saña casi siempre no puede ocultar su maldad. El presidente peca hasta por omisión de no hablar, cuando de solución a problemas se trata. Es el caso de dos problemas a los cuales quiero referirme en este artículo: El Presupuesto de la UASD y la Atención Primaria en Salud.

La salud pública es un serio problema en este país, que viene de lejos, tal vez desde la caída de Trujillo, pero no quiero decir que cuando el sátrapa se hacían las cosas bien hecha y que era un buen gobierno. Lo que si debe uno pensar es que Trujillo, por haberse formado militarmente durante el gobierno militar de la Ocupación Norteamericana (1916-1924), el cual tenía controlado el sistema de salud, tomaría como receta lo que logró entender de cómo se manejaba la salud pública de un Estado. Sin embargo, el deterioro muy grande de la salud pública comienza cuando vivíamos la antesala previa a las negociaciones con el Fondo Monetario Internacional  en los inicios del gobierno del Dr. Salvador Jorge Blanco, porque parece que las autoridades del Fondo querían interpretar que el gasto público en salud es un gasto social y había que reducir los gastos sociales del gobierno como parte de la receta a los gobiernos con los cuales ellas negociaban la deuda externa.

Si en el discurso de casi media hora de Danilo como respuesta al sector disidente de Leonel es deficiente, porque hasta la diatriba se nota contenida en el mismo, también hay la deficiencia   se nota en la ausencia de un discurso   en el jefe de Estado cuando no habla de problemas tan importantes como del deficiente presupuesto de la UASD y la llamada Atención Primaria en Salud. Si no es así, en este último caso hay último caso podría ser de pusilanimidad hacia los sectores de poder que ejercen presión al Jefe de Estado, para que no haya aumento en el gasto social en salud y que no haya gasto social en la educación superior por parte del Estado dominicano.

El presidente ha demostrado indolencia con la salud pública, comenzando con el trato que les da a los médicos de los hospitales públicos, aunque no sólo con ello. Lo hace también con el bajo porcentaje del presupuesto nacional de la salud pública, cuando debe invertirse más en salud que en educación y más que lo que se invierte en las Fuerzas Armadas. Por otra parte está el caso de la Universidad Autónoma de Santo Domingo, la Primada de América como universidad, la única estatal, cuyo presupuesto es exiguo si se tiene en cuenta que la UASD es gigantesca.

¿Cómo es posible que el presidente no pretenda solucionar lo de la Atención Primaria en Salud y con una migaja 800 millones de pesos en el aumento presupuesto de la UASD responderle a ella, cuando sus necesidades son tan grandes? La UASD tiene un déficit de 90 millones de pesos, pero eso es solo de gasto corriente. Las necesidades aulas y de otros tipos en la UASD son muy grandes.  Si no es mediocridad lo del jefe Estado es pusilanimidad con los sectores que le están presionando.

Estas notas aparecen reseñadas en el nacional de ayer a raíz de la ofrenda floral con motivo del 481 aniversario de la UASD:

“La rectora de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD) afirmó hoy que esa academia tiene un déficit de unos 90 millones de pesos al mes y lamentó que el 481 aniversario de la fundación de esa academia la encuentre sumida en una “marcada crisis financiera”, con presupuesto que no alcanza para pagar la nómina mensual.

“Emma Polanco dijo que la UASD tiene una matrícula de 226 mil 300 estudiantes, distribuidos entre la sede central y 21 regionales, por lo que necesita un mayor presupuesto para operar.

“La academia se manejó con un presupuesto de 8,882 millones de pesos en el 2018, mientras el del 2019 fue de 9,682.5 millones de pesos, de acuerdo a informes de la academia estatal.

“”Para el 2020 el Gobierno le asignó 800 millones adicionales, lo que significa un presupuesto de diez mil 490 millones”.

Respecto a la Atención Primaria, sólo voy a reseñar un párrafo que salió en el Listín Diario de ayer, que lo dice todo:

”El sistema no tiene capacidad económica para soportar la implementación de la propuesta de la estrategia de atención primaria, ya que requiere de una cápita de 150 pesos por afiliado, lo que equivale a 600 millones de pesos mensuales y más de 2,000 millones al año, cosa que el sistema financieramente no soportaría por el momento”.

No hay interés ni en la Salud ni en la educación superior pública en el gobierno de Danilo Medina. Tendremos que volver leernos a José Ingenieros para saber si lo de mediocridad aplica a un jefe de Estado, a quien se acostumbra a llamar excelentísimo, que colide con la mediocridad.

Por Francisco Rafael Guzmán F.

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