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30 de diciembre 2025
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OpiniónKary Ramírez AlmonteKary Ramírez Almonte

La mujer en la política: el tiempo de defender los espacios

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En la historia reciente, la mujer ha demostrado que no solo puede ocupar los más altos cargos de poder, sino que al hacerlo transforma la política con una mirada más humana, transparente y estratégica. En todo el mundo, mujeres han liderado procesos de cambio, enfrentado crisis y tomado decisiones que han marcado un antes y un después en la historia de sus naciones.

Hoy existen 31 mujeres que se desempeñan como jefas de Estado o de Gobierno en 27 países. Entre ellas, Claudia Sheinbaum, presidenta de México desde 2024; Netumbo Nandi-Ndaitwah, presidenta de Namibia desde 2025; y Droupadi Murmu, presidenta de India desde 2022. Europa nos dio las primeras lecciones con Maria de Lurdes Pintasilgo en Portugal y Margaret Thatcher en el Reino Unido, quienes abrieron las puertas a una nueva etapa de participación femenina en el poder.

El impacto del liderazgo femenino es claro: donde gobiernan mujeres, los índices de corrupción son más bajos, la inversión en políticas sociales aumenta y las decisiones tienden a priorizar el bienestar colectivo por encima de intereses individuales. No se trata de un discurso romántico, se trata de datos y resultados.

La mujer ha cargado históricamente con la responsabilidad de administrar hogares, educar hijos y sostener comunidades. Cuando esa experiencia se traslada a la gestión pública, el efecto es inmediato: gobiernos más cercanos a la gente, políticas con visión de futuro y un liderazgo que escucha antes de imponer.

En la República Dominicana, las mujeres han estado presentes en cada paso del desarrollo nacional: como juezas, diplomáticas, empresarias, legisladoras, académicas y líderes comunitarias. Sin embargo, aún no se nos ha dado la oportunidad de ocupar el más alto cargo de representación política. No porque no estemos preparadas, sino porque los espacios han sido cerrados o limitados.

Defender el género no significa dividir, significa equilibrar. Significa reconocer que la democracia se fortalece cuando incluye la diversidad de voces y experiencias. El liderazgo femenino no es una concesión: es un derecho y una necesidad histórica.

La República Dominicana no debe temer al liderazgo de una mujer. Debe abrazarlo. Debe entender que la igualdad no se predica solamente en discursos, se practica otorgando espacios de decisión. El futuro de nuestra patria será más justo, más inclusivo y más sólido cuando las mujeres puedan ocupar los lugares que legítimamente les corresponden.

No se trata de preguntar si estamos listas. Se trata de defender que el tiempo es ahora. Porque cuando una mujer gobierna, no solo gana ella: gana toda la sociedad.

Por Kary Lady Almonte 

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