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27 de diciembre 2025
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OpiniónRolando FernándezRolando Fernández

La muerte, ¡qué tan intricada temática!

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Una de las cuestiones más insondables en el marco la mente humana, es la llamada muerte, convencionalmente hablando claro está, por lo difícil de comprender la naturaleza de la misma, por parte del grueso de las personas, deudos o no.

No obstante, eso es algo que se torna paradójico,  chocante, si cabe el término, respecto a cuando se trata el asunto dentro del contexto esotérico puro, mucho más intrincado aún, en que luce entendible, hasta cierto punto, ese despido obligado. Evidentemente, a partir de lograrse algún grado de concienciación previa sobre la verdadera esencia de la especie humana: espiritual.

Cuando se es capaz de asimilar que el hombre no es más que una entidad espiritual revestida de carne y huesos, con cuerpos sutiles de expresión también, emocional y mental, que abandona su verdadera casa, el mundo espiritual, y desciende hasta el plano de la materia densa, la Tierra, en pos de continuar evolucionando, el misterio de la llamada muerte se comienza a desentrañar un poco.

Claro, y es que ese viaje temporal tiene una programación obvia de ida, y vuelta de regreso, presupuestadas con exactitud. El mismo día en que se nace como hombre (general), con el espíritu convertido ya en Alma, por estar encarnado, comienza la cuenta regresiva para el retorno procedente.

La llamada muerte, que en realidad no existe, según los entendidos, sino es que mudarse de un plano a otro, del Universo manifiesto al inmanifiesto, figurativamente hablando, es parte de la vida misma UNA, que todo lo comprende, y es un evento necesario dentro de ésa, para el cambio del ropaje utilizado en cada encarnación (cuerpo físico de expresión), en el momento preciso, cuando se debe interrumpir la corriente existencial que se ha estado cursando. Recuérdese que ésa obedece a un prediseño en cuanto a todas sus partes, y que es cronometrada, en términos del tiempo hábil terrenal disponible sobre el planeta Tierra.

De ahí el refrán popular que reza: “nadie se muere la víspera, sino en el día y momento precisos”, El resto son concepciones mundanas, tales son esos calificativos con que el señor Emerson Soriano expone en el trabajo que escribiera en el medio “Listín Diario”, edición de fecha 15-7-17, haciendo alusión al despido súbito de la entidad espiritual encarnante en el cuerpo físico de quien en vida fuera llamado Junior de Palma. ¡Nada!, era su día, y no más.

Eso de señalarle – a la muerte – como “implacable, tirana e insaciable”, son términos que en nuestra humilde opinión poco aplican con relación al evento de referencia. Quizás podría hablarse de implacable, por ser excesivamente rigurosa, y debido a la exactitud y precisión con que se verifica.

Pero, además, cabría agregar el aspecto de extremadamente oportuna que es, dependiendo del término de las misiones a cargo que se tengan, expresando a la Divinidad Suprema, como la carga kármica sujeta a conquista durante esa corriente de vida.

Cuando todo concluye, incluyendo el tiempo cronológico presupuestado que se haya tenido, el regreso es impostergable; hay que irse, quiérase o no, en sentido humano propiamente. Y, sin distingo de causas, sostienen los esotéricos verdaderos.

Por consiguiente, la llamada muerte hay que verla como algo natural-necesario en el ámbito de la esencia de la especio humana: espiritual. Se deben aceptar conforme los despidos que se produzcan; y, estar preparados para cuando nos toque. Son las actitudes que más proceden en el temor de lo tratado.

En adición, no olvidar el reencuentro a posteriori con los que se han ido primero, al momento de tener que emprender el viaje particular de regreso. Eso significa que la llamada vida continua; que no termina con la desencarnación del espíritu que concluyó uno de sus viajes a la Tierra, como es la falsa creencia popular que se tiene: “todo acabó”. ¡Allá volveremos a ver a nuestros familiares y amigos!, de acuerdo con los que saben.

Según expresa Izaias Claro, en su obra, “DEPRESION, CAUSAS, CONSECUENCIAS Y TRATAMIENTO”. “A su regreso al mundo de los Espíritus, el alma encuentra a todos aquellos que conoció en la Tierra, y todas sus existencias anteriores surgen en su memoria, con el recuerdo de todo el bien y de todo el mal que hizo”.

¡Reflexiónese pues sobre lo tratado!, y nunca se tema a las aguas del rio por el que obligatoriamente se tendrá que cruzar en cualquier momento.

 

 

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