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29 de diciembre 2025
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OpiniónNicolás Arroyo RamosNicolás Arroyo Ramos

La Marchanta, símbolo de Santiago de los Caballeros

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La marchanta representa un símbolo emblemático, tradicional y cultural de la ciudad de Santiago de los Caballeros. Es un personaje popular y folclórico, arraigado en el corazón de los santiagueros de verdad, que aparece desde las madrugadas por las calles de la ciudad anunciando con su canto pregonero la llegada de los productos del campo.

En la ciudad de Santiago de los Caballeros la figura de la Marchanta llena de vida y encanto la urbanidad, marcado por la responsabilidad de llegar todas las madrugadas a la ciudad -llueva, truene o venteé, casi siempre en el lomo de burro cansado y viejo y con una multiplicidad de frescos productos agrícolas para venderlos en la zona urbana, las urbanizaciones y los barrios.

Provenientes de campos cercanos de la ciudad de Santiago de los Caballeros y de ciudades vecinas estas vendedoras ambulantes realizaban su labor desde hace décadas, y en ocasiones como una herencia familiar que se ha transmitido de generación en generación. Esas mujeres son símbolos de trabajo, dignidad, decoro y sentimientos nobles, con cuyas acciones buscaban ganarse el sustento propio y de su familia, llevando a los que viven en la ciudad cada uno de los productos que necesitaban.

Las marchantas de Santiago formaron parte de la vida cotidiana y esencia de una ciudad laboriosa y activa que comenzaban su labor desde la madrugada, -cuando todavía no existían las grandes cadenas comerciales-, llevando temprano a las puertas de las casas los plátanos, yuca, batatas, guineos, cebollas, ajos, auyamas, repollos, remolachas, zanahorias, lechuga, aguacate, habichuelas, guandules, recaído, ajíes, tomates, mangos, naranjas, gallinas criollas, flores.
Con la marchanta llegaban en su burro y en ocasiones en un recipiente amplio llamado batea que cargaba a la cabeza, también los huevos criollos, la gallina, guinea, pavo, hojas de té de naranja, guanábanas, leche fresca, jengibre, dulce, miel, aceite de coco, aceite de higuera, maíz verde, cocos, hojas de naranja, entre otros productos que eran traído del campo. Aunque parezca raro, la marchanta desempeñaba una labor importante actuando como un supermercado ambulante.

Cada una de estas marchantas que se movilizaron por las calles de Santiago, de las que todavía quedan algunas como reliquia histórica y cultural, representan la esencia de una ciudad vibrante que ama y valora su pasado lleno de ricas historias, encantos y bonitas tradiciones. Por lo que hicieron y en ocasiones hacen para las marchantas de Santiago merecen ser recordada siempre con admiración, respeto y especial cariño.

En reconocimiento a su tributo, durante la gestión municipal encabezada por José Enrique Sued, fue levantada la Plaza de la marchanta en la avenida Juan Pablo Duarte, pero en la actualidad el pueblo se ha revelado con el anuncio de un proyecto de remodelación urbana de la alcaldía en alianza con el sector privado que busca arrancar del corazón de Santiago la emblemática figura de la marchanta, atropellando de esta manera la dignidad de un personaje icónico, folclórico, admirado y respetado por todos en la comunidad.

Los que aman a Santiago de los Caballeros de verdad, entre los que destacan empresarios, gestores culturales, académicos, comunicadores, jamás pueden permitir que los caprichos e intereses particulares de algunos, -quizás por la incapacidad o falta de planificación-, eliminen del centro de la ciudad corazón la estatua de la marchanta, símbolo cultural y folclórico de una comunidad que valoran sus tradiciones.

Quienes buscan eliminar la Plaza de la Marchanta en Santiago de los Caballeros deben dejar su creatividad barata y focalizar sus acciones a necesidades prioritarias de la comunidad, tales como: organización del tránsito, recogida de basura, construcción de obras de bien social en centro de la ciudad, las urbanizaciones y los barrios, construcción de calles, contenes, canchas, inversión en el arte, los deportes y la cultura.


Nota: El autor es periodista, abogado, Magister en Derecho y Relaciones Internacionales y productor de televisión.

Por Nicolás Arroyo Ramos

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