La Marcha Verde, como se le ha denominado por sus propios actores principales, es un espacio de movilización de sectores sociales jamás nunca antes editado en el país, por la naturaleza de estos sectores y por el reclamo de poner freno a la corrupción. Es impresionante la capacidad de movilización de dicho movimiento social.
Sin embargo, las movilizaciones de masas impresionan mucho cuando se está en el escenario. Ahora bien, esto último no debe llevar a nadie que no simpatice con la Marcha Verde a subestimar a dicho movimiento social. Esto podría ocurrir porque su interés social y político colide con el del mismo, tal es el caso de un columnista del Listín Diario que en esta misma semana escribió un artículo sobre dicho movimiento.
Tampoco podemos por simpatía a dicho espacio de lucha pretender no verlo en su justa dimensión y posibilidades. No basta con reclamar que cese la corrupción y de hablar de que se respete la ley y de que las leyes están, que sólo hay que aplicarlas, porque para la solución de los problemas fundamentales de una sociedad no basta con aplicar las leyes si estas no son justas. Lo que debe hablarse no es de un Estado de Derechos, aunque la Marcha Verde no ha hablado ni siquiera de esto, pero algunos de los que la apoyan en algún momento sí lo han hecho, si no de un Estado de Garantías Ciudadanas.
Ese Estado de Garantías Ciudadanas, donde el ciudadano sea tal, el modelo neoliberal que rige la economía que lleva muchos años y que es anacrónico no lo permite. La corrupción es sistémica, ya que dicho modelo la genera (la crea). Esa es la hegemonía del capital financiero que es dominante en casi todo los países del mundo y ese es el capitalismo de hoy día, a partir de mediados de los 80, por lo menos en nuestro país y en casi todo el mundo.
Para que haya una sociedad más justa hay barrer con las leyes de bancos existentes, pero además hay con el negocio de las tasas de cambio de monedas extranjeras y controles de precios en el mercado local y poner controles a las importaciones (romper con acuerdos de libre comercio si es necesario) y hacer una justa reforma agraria.
Todo esto no podría ser suficiente, si no frenamos el crecimiento demográfico. Es necesario un control de la natalidad, independientemente de las creencias religiosas se hace necesario dicho control, con el perdón del Papa Francisco y de la jerarquía de la Iglesia Católica y de los seguidores de otras confesiones religiosas.
La Marcha Verde ha ganado un espacio de movilización, pero no basta con reclamar el freno de la corrupción porque esta es sistémica, si pretende que haya una sociedad justa. Una debilidad de ese movimiento social es la gran heterogeneidad de los sujetos sociales que aglutina. No obstante, que no crea el PLD y el gobierno que van a salir muy bien parados haciéndose sordos a los reclamos e intereses de las grandes mayorías populares y empobreciendo a las capas medias.
Hoy por hoy, el PLD ya no moviliza a las gentes en grandes concentraciones, lo que sí está haciendo la Marcha Verde.
Ahora bien, si la Marcha Verde no tiene un liderazgo consistente, que no parece puede eclosionar pidiendo la renuncia (como lo han hecho) del Presidente de la República, si no con discurso programático que reclame el fin del neoliberalismo, se va a diluir y el descontento contra el gobierno y el PLD lo van a capitalizar los líderes de los partidos tradicionales como el PRM (que es un partido del sistema y no es moderno), el PRD o el PRSC.