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25 de diciembre 2025
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OpiniónFrancisco Rafael GuzmánFrancisco Rafael Guzmán

La Madeja Inextricable de Mario Vargas Llosa

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No señor Don Mario Vargas Llosa el libre mercado que usted defiende, entiéndase el neoliberalismo, es el gran responsable de todo el desorden en que vive la humanidad, pese a que ya antes, cuando había regulaciones el capitalismo y otros modos de producción anteriores basados en la división de clases reproducían a gran escala la desigualdad social y las injusticias sociales. Sin embargo, no tanto como ahora, porque ahora tenemos un capitalismo salvaje que explota con gran dureza la fuerza de trabajo pero con mucha flexibilidad para los propietarios de los medios de producción explotarlos y despedirlos rápidamente, ya que vivimos con el libre mercado que usted defiende y en una sociedad de modernidad líquida. Hasta principios de los 80, en la mayoría de los países había regulaciones, los cambios eran lentos y los trabajos estables en las empresas y los sindicatos eran verdaderas corporaciones que servían de instrumentos de lucha en defensa de los trabajadores.

Claro, había desigualdad social, pero era menos grande que la que tenemos ahora; existía la represión a los sindicatos y violación a los códigos de trabajo, pero ahora el código de trabajo anula la libertad sindical, porque impide el derecho a la huelga por solidaridad entre trabajadores. La pobreza aumenta y tiende  a ser extrema hoy la en día con el capitalismo salvaje que impuso el Fondo Monetario Internacional, tras negociarse la deuda pública externa de algunos países que no podían pagarles a bancos europeos y norteamericanos, la cual se incrementa porque las alzas del petróleo a partir de 1973 y el estancamiento de precios de sus productos de exportación así lo condicionaban, imponiéndose en todo el mundo la receta de ese organismo financiero internacional. El FMI revivió al capitalismo como modo de producción, al posibilitar un capitalismo salvaje con dicha receta, ya que el mundo cambió y de tal manera que convirtió a los ciudadanos en individualistas en grado extremo y consumidores insaciables.

¿Hace esto felices o más felices a los seres humanos? Creemos que no contribuye en nada a la felicidad de los seres humanos. Lo que si podemos estar seguro es que el individualismo y el consumismo contribuyen a la destrucción de la vida y a la vez a destruir el planeta.  Mario Vargas Llosa en una obra publicada muy a inicios de la década pasada, la cual tiene por título: La civilización del Espectáculo, nos plantea algunas cuestiones que parecen interesantes, aunque no nos deben llevar en lo axiológico o valorativo a coincidir con él, ni tampoco él tiene toda la razón en lo que dice en la mencionada obra. Comenzando con que en su obra plantea que la cultura está a punto de desaparecer o ha desaparecido, si se tiene en cuenta el contenido semántico que tradicionalmente se le ha dado a esa palabra. Cuando  él habla de cultura entiende por esta la cultura de las elites, con lo que citando a otros se presta a ambigüedades, al denominarla y otros como Alta Cultura.

Entonces: ¿sólo  la cultura de las élites es creativa? ¿Acaso no es cultura todo lo que es creado por los seres humanos? ¿El arte rupestre de las cuevas de Altamira en España  o el de las Cuevas del Pomier en Santo Domingo no son parte de la cultura?  ¿A caso fueron las élites las que crearon ese arte rupestre? Citando T. S. Eliot, para quien la Alta Cultura es patrimonio de una élite y cada clase tiene la que crea y  le conviene y quien defiende que así sea para preservación de la Alta Cultura, pero según Vargas Llosa cae Eliot en la ingenuidad de creer en que la Movilidad Social es posible y de que la estructura clase no es impermeable y se puede ascender a la élite y desde esa posición contribuir a preservar  la Alta Cultura desde la posición elitista, el autor de La Civilización del Espectáculo (Barcelona 2015) ve como ingenua la posición de Eliot, considerando que pensar a través de la educación se puede llevar la cultura a la sociedad en su conjunto está llevando a la destrucción de la cultura de élite o Alta Cultura. Al leer esto en la Pág. 15 del libro, nos parece estar releyendo a José Ortega y Gasset en su obra: La Rebelión de las Masas o en la España Invertebrada, cuando nos habla de la tipología del Hombre Masa, pero también al concluir que Europa se había americanizado o que América se había europeizado, ya que veía que en Europa el hombre masa estaba ocupando posiciones que antes no las había ocupado.

En la página siguiente a la ya citada. El escritor peruano, quien ha ganado el premio Nobel de literatura, dice lo siguiente: “La cultura se transmite a través de la familia y cuando esta institución deja de funcionar de manera adecuada el resultado  “es el deterioro de la cultura” (Pág. 43, cita es tomada de T. S. Eliot: FRGF) luego de la familia, la principal transmisora de cultura a lo largo de las generaciones ha sido la iglesia, no el colegio. No hay que confundir cultura con conocimiento…” Sin dudas, para Vargas Llosa ha seguido defendiendo el libre mercado que constituye los cimientos del modelo neoliberal de orientar la economía de los países, en el cual el Estado ya no es El Leviatán que antes frenaba los instintos hiperegoistas de los grandes burgueses y  de toda la fracción financiera de la burguesía. Los grandes empresarios y todos los burgueses que forman parte del capital financiero son los que sostienen ese modelo que genera tantas desigualdades a escalas mundial, con crecimiento de las pobrezas relativa y absoluta en todo el mundo, el que fuera impuesto como dominante a raíz de las negociaciones de la deuda de algunos  países subdesarrollados no productores de petróleo sobre todo hacia mediados de los años de 1980.

Con ese modelo neoliberal la velocidad en la realización de la mercancía es mayor. El mismo estimula al consumismo con el desarrollo de las técnicas publicitarias.  Incluso las inversiones de capital son como las golondrinas que vuelan rápido de un lugar a otro, es decir, muy volátiles, buscando la mano de obra barata y la composición orgánica  del capital es equilibrada, buscando que la inversión en bienes de capital no sea muy grande y evitar pérdidas.

Por es que algunos tratadistas llegan a llamar esto capitalismo flexible, por la inestabilidad en las inversiones y en los empleos, pero con garantía de que el burgués (el gran burgués)  no pierda y pueda apropiarse de la plusvalía. Algunos tratadistas de la sociología han llamado la era actual la era de la modernidad líquida, por la inestabilidad que vivimos y los cambios rápidos que se dan; sin embargo, los cambios en las modas de vestir no se dan tan rápidos si los consumidores visten modas que llevan a un ahorro de telas (lo que significa más ganancias para los diseñadores y modistas o sastres y puede ser para el fabricante de tejidos), pero sobre todo con telas de mala calidad, lo que implica comprar de nuevo la ropa con la misma moda.

Un enredo en el que entra Vargas Llosa es en que parece que asocia el individualismo con la creatividad, al negarle acierto a planteamientos de T. S. Eliot y otros que autores Lipovetsky y Serroy que llaman cultura-mundo o cultura de masas, cual aquel en página 28 de su obra dice: “.. Algunas aseveraciones de cultura-mundo me parecen discutibles, como que esta nueva cultura planetaria ha desarrollado un individualismo extremo en todo el globo. Por el contrario, la publicidad y las modas que lanzan e imponen los productos comerciales en nuestro tiempo son un serio obstáculo a la creación de individuos independientes, capaces de juzgar por sí mismos qué les gusta, que admiran, que encuentran desagradable y tramposo u horripilante en aquellos productos… ”  Cabe decir aquí que aunque la creación es un asunto individual, los grandes genios como Einstein ya han afirmado eso; pero el Premio Nobel peruano no debiera confundir individualismo con creatividad; ciertamente la modernidad líquida, bajo el capitalismo salvaje en que nos ha atascado el modelo neoliberal que él defiende, nos sumido en mundo de sujetos sociales individualistas en extremo, donde se pierde mucho los espacios para la interacción social. Han desaparecidos muchos los grupos secundarios, a lo cual ha contribuido que las jornadas se han hecho más largas en algunos centros de trabajo, pero además desaparición de algunos grupos primarios, como los de vecinos y los de amigos, pero también el debilitamiento de la familia como grupo primario con la ruptura conyugales.

A todo esto se agrega que el avance de la informática ha contribuido al individualismo, pero los sujetos sociales necesitan interacción social para no ser individualistas y ser felices y ser creativos porque la interacción los va a hacer sentirse que son tomados en cuenta por otros. Ningún ser humano puede ser autosuficiente, como para vivir sin interacción social y la empatía con otros sujetos sociales, sin lo cual no puede ser creativo.

Lo que otros autores citados por Vargas Llosa y también él  llaman Alta Cultura, pero que el escritor peruano  le llama también cultura del pasado o de élite hoy día ya murió, según él,  “… aunque sobreviva en pequeños nichos sociales… ” (Pág. 31). Qué define Vargas Llosa como Civilización del Espectáculo, tal vez para no repetir el título de la obra de Guy Debord: La Sociedad del Espectáculo, “…La de un mundo donde el primer lugar en la tabla de valores vigente lo ocupa el entretenimiento, y donde divertirse, escapar del aburrimiento, es la pasión universal”.

Vargas Llosa trata de justificar los cambios que se han dado en la sociedad, aunque él justifica la posición privilegiada que él tiene y la desigualdad y toda la pobreza que reproduce una sociedad basada en el libre mercado y la explotación capitalista, la cual él defiende y justifica, plantea: “…la cultura no podía seguir siendo el patrimonio de una élite, una sociedad liberal (debiera decir neoliberal y de capitalismo salvaje: FRGF) y democrática tenía la obligación moral de poner la cultura al alcance de todos, mediante la educación, pero también la promoción y subvención de las artes, las letras y demás manifestaciones culturales. Esta loable filosofía ha tenido el indeseado efecto de trivializar y adocenar la vida cultural…” (Pág. 35).

¿Qué manera de justificar las desigualdades? Pero si es la misma sociedad capitalista, la que el tanto elogia y que la llama liberal y democrática, pero que más bien debería llamarla neoliberal y de capitalismo salvaje la que ha inducido a esa degradación cultural en los usos y las costumbres. Todo lo creado por la humanidad es cultura, tantos los bienes materiales como los valores espirituales. Lo cultural debe ser para el uso y al mismo tiempo para el disfrute de todos los seres humanos, pero son impuestas las modas y los modos de usar los bienes y el acceso a ellos es limitado  en una sociedad basada en la desigualdad social, ya que se establecen trabas y en esas sociedades no  existe un libre acceso a todos los bienes culturales para todos los sujetos de las diferentes clases sociales.

La moda en el vestir o en  el baile no las eligen ni el que el viste y ni el que baila elige lo que baila, la una la eligen los diseñadores o modistos y el otro los creadores de ritmos o los dueños de las orquestas. Lo cultural, en cuanto a los usos, lo impone una clase social que persigue lucrarse al máximo, mediante la obtención de la plusvalía. Lo que se persigue es que la realización de la mercancía sea mucho más rápido que nunca antes, convertir los valores de uso en valores de cambio lo más rápidamente posible, pero que los objetos creados para el consumo de los sujetos sociales se degraden lo más rápidamente posible.

Se trata de una cultura del entretenimiento y del consumismo como bien lo dice Vargas Llosa, la cultural actual, pero el capitalismo pensó en qué hacer con el tiempo ocio hace mucho tiempo. La crítica de la literatura y de las obras de artes no son temas de conversación hoy en día, la cultura del entretenimiento se nutre del relato breve y la narrativa extensa aburre a casi todos los sujetos sociales, porque implica esfuerzo, el esfuerzo se descarta y ni el pasado y ni el futuro importan, así lo destaca Vargas Llosa. Por otra parte, hoy en día en La Civilización del Espectáculo, según nos lo hace notar  el intelectual peruano (algo muy observable)  en las publicaciones y crónicas periodísticas los temas que se destacan son las crónicas deportivas, la gastronomía, las modas y las películas del cine light.

Es decir, hoy en día ya no tiene espacio la crítica literaria y la crítica de las obras de otras artes, porque eso no resulta entretenido, porque no es breve y requiere de esfuerzo, pero  en  épocas anteriores aquello (lo que requería esfuerzo) resultaba interesante y era valorado de ese modo. Bueno, lo que ocurre es que de la misma manera en que la tecnología informática se convirtió en una necesidad para reproducción del capital, con la ampliación de los mercados y la apertura de las importaciones, la realización de la mercancía es más rápida y todo se torna más fugaz.

Sin embargo, aunque el autor peruano tiene muchos aciertos al enfocar en su obra de la ensayística la situación de la sociedad actual, entre otras cosas cuando cuestiona como hoy en día se pretende de que cosas que no deben salir del dominio de lo privado se pretende que pasen al dominio de lo público. Es el caso de la sexualidad humana y el erotismo.

Dice que en la actualidad la cultura está enferma de un hedonismo barato (Pág. 49), pero como no va a estar enferma, si el capitalismo con su modelo neoliberal ha impuesto un modo de regir la sociedad sin ninguna garantía de orden, con la modernidad líquida, donde todo se puede, hasta los baños públicos mixtos y los talleres para la masturbación de los adolescentes de 14 años en Extremadura, supuestamente para prevenir los embarazos (Pág. 105). Tiene razón el autor peruano, cuando dice que el sexo se aprende por instinto, ironía de la vida, coincidiendo en esto con Fidel Castro Ruz.

La verdad es que su enfoque es sistémico y defiende el sistema porque no va la raigambre de las injusticias de este, porque nunca se refiere a la necesidad que tuvo el capitalismo de desarrollar la tecnología informática y/o electrónica, provocando que la vida se acelerara y la realización de mercancía también, ya que el desarrollo de la tecnología ha inducido al consumismo y a una realización más rápida de la mercancía, provocando que los objetos de consumo se degraden más rápido. Chocante es que diga que el individuo se desindividualiza, en vez de decir que el individuo se despersonaliza, dejando de ser un sujeto social.

Plantea el gran escritor peruano,  premio Nobel de Literatura, la firmeza en el rechazo a todo lo que sea vileza y degradación de “la noción de humanidad y amenaza la supervivencia de la especie,” llegando a hacer referencia la necesidad de una élite intelectual autónoma no basada en el linaje ni el poder económico y ni el poder político, si no basada por el esfuerzo, la capacidad intelectual, para ir “…en pos del siempre inalcanzable anhelo de un mundo feliz” (Págs. 72-73). Eso está prohibido mientras los grandes empresarios y los banqueros existen, para que desaparezcan y el mundo pueda ser diferente tiene que producirse un cambio social en las sociedades.

A finales del siglo XIX la Revolución Industrial estaba en franca expansión en Europa y los Estados Unidos; el Barón de Coubertine propuso el revivir Las Olimpíadas, tradición que se había perdido muchos siglos atrás; surgió en las sociedades industriales el sistema de enseñanza pública gratuita y obligatoria de las escuelas hasta el 8vo. Curso para todos los sujetos sociales; los sistemas de Salud Pública aparecieron y se construyeron las cloacas y alcantarillados. Sin embargo, pese a esos avances las mujeres no tenían derecho al voto y no lo obtuvieron en casi ninguno de los países hasta entrar el siglo XX, sólo en Nueva Zelanda (siendo una colonia de Inglaterra) obtuvieron las mujeres en 1892 el derecho al voto, antes de  entrar en  el siglo XX.

En aquella centuria (siglo XIX) surgieron muchas utopías y nació el anarquismo corriente defensora del proletariado que se podía considerar una de aquellas, la cual planteaba la abolición del Estado; el sindicalismo nació y tomó mucha fuerza hasta bien avanzado el siglo XX, pero el neoliberalismo como paradigma de la economía y de la política casi lo hizo colapsar  en todo el mundo en los años de 1980 y hoy casi en ninguna parte existe la libertad sindical.

En cuanto a los valores, con el libre mercado, con las grandes oleadas migratorias, se ha ido perdiendo mucho la identidad cultural de cada nación o país, pero además los valores religiosos han cambiado mucho, hoy cobra fuerza el ateísmo y el estado burgués se torna más tolerante  con las prácticas de las diferentes religiones y las prácticas no heterosexuales no son objetos de censuras.

El Estado burgués tiende a ser más laico o más secular lo que no significa que sea más justo, en la era o época de la globalización se ha vuelto más inicuo que nunca, tampoco se puede hablar de que sea más democrático, que los gobernantes de los Estados burgueses muchas veces justifican las acciones con la propaganda mediática.

Por  Francisco Rafael Guzmán F.

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