El pasado 7 de septiembre, el expresidente de los EE. UU., Barack Obama dio un discurso a miles de estudiantes en la Universidad Illinois-Urbana Champaign. Fue una crítica severa y sustanciosa a los últimos dos años tumultuosos de la política estadounidense liderada por el actual presidente Trump. En su discurso, llamó a los jóvenes sentados entre la audiencia a motivarse a votar en las próximas elecciones congresionales a celebrarse en noviembre de este año.
En las últimas elecciones presidenciales, el pobre entusiasmo mostrado por los jóvenes votantes fue crítico en la derrota de Hillary Clinton ante Donald Trump. Muchos han culpado injustamente a estos jóvenes por la crisis democrática por la cual actualmente atraviesa la primera potencia del mundo.
Sin embargo, resulta poco sincero realizar un llamado a la juventud a la hora del voto, sin tomar en cuenta todas las oportunidades presentadas para de verdad atender las necesidades de la juventud y asegurar el futuro de una nación.
Durante los ocho años del expresidente Obama, la juventud solicitó leyes de inmigración menos xenofóbicas, exigió una política extranjera menos belicosa, e imploró por una solución a la destructiva deuda estudiantil que actualmente adolecen más de 44.2 millones de jóvenes universitarios. Estas preocupaciones de la juventud, entre muchas otras, fueron prácticamente ignoradas por la administración. Si alguien es de culpar por la falta de participación de la juventud en la política es el partido demócrata del expresidente Obama, que falló en entusiasmar y movilizar a la juventud.
En nuestro país, con las elecciones del 2020 cada vez más cerca, ya podemos ir oyendo a reconocidos políticos, con sus propias aspiraciones, dar el mismo discurso del expresidente Obama. Estos aspirantes buscan obtener el apoyo de nuestros jóvenes (18-35 años) que representan un 40.3% de todos los cedulados y sin embargo se han olvidado de resolver los problemas que atraviesa nuestra juventud.
Por años nuestra juventud ha reclamado cambios drásticos en la manera de realizar política en nuestro país. Ha demandado un freno a la corrupción, una solución a la delincuencia y sobre todo oportunidades de trabajo para una vida digna. Lamentablemente todo esto ha pasado por oídos sordos.
No sé si es penoso o reconfortante ver como hasta una nación tan poderosa como los EE.UU. comete los mismos errores que nosotros. Lo que sí sé es que ya está bueno del maltrato y la negligencia ofrecida a nuestra juventud. Si de verdad queremos buscar el entusiasmo de la juventud y asegurar su participación en la política, debemos comenzar a escuchar sus voces y sus reclamos. Debemos obligatoriamente, darles a nuestros jóvenes el espacio que se merecen. De lo contrario, estaremos clavándonos nosotros mismos el cuchillo.
Autor: Joel Diaz
