Pareciese que, como país, estamos destinados al choque continuo y repetitivo. El tiempo pasa, y los resultados ponen en evidencia que, como nación, estamos perpetuados a conversar sobre la base de las formas; por ignorancia o intencionadamente. Si algo podemos presumir en nuestra historia política y social es una clara disposición a convertirnos en repetitivos en temas que nunca cambiarán su panorama hasta que no se entiendan en el contexto adecuado. Los diálogos que no se delimitan en tiempo y espacio, y que solo buscan crear parches momentáneos, están destinados a repetirse en el tiempo sin resultado positivo alguno. Y es normal que esto suceda, siempre que como sociedad nos concentremos en analizar la forma, olvidando consigo el fondo de esta.
Hoy, la forma nos llega disfrazada de preocupación genuina con miras al futuro incierto de la educación en República Dominicana. Lo que han olvidado nuestras autoridades, es que la educación es una conversación importante que necesita criterio para ser estudiada y comprendida. Las buenas intenciones no planifican sociedades; las buenas intenciones no abordan los temas considerando las variables necesarias; las buenas intenciones son eso, buenas intenciones. Las buenas intenciones ni siquiera permiten la oferta de un diálogo razonable y sensato, porque llegan cargadas de emotividad y con intención de resonar, apelando más a llamar la intención que solucionar un problema real. La educación es un planteamiento de fondo, no de forma.
Atrapados en la forma, la Quinta Sala del Tribunal Superior Administrativo ordenó al Ministerio de Educación disponer y garantizar la enseñanza de la constitución, temas medioambientales y educación vial en nuestras aulas. Posiblemente una cantidad importante de personas entiendan que esto tiene algún sentido. Incluso, es probable que quienes lo proponen crean dentro de sí mismos que dicho abordaje tiene sentido alguno. Sin embargo, lo que sí es seguro es que es una medida sin criterio, carente de planificación y contraria a lo que nos han ofertado nuestros gobernantes a través de la historia. Me atrevería a decir que, es probable que ni siquiera es acorde con lo que consumen muchos de nuestros chicos por parte de sus educadores.
Enseñarán nuestras autoridades la constitución a los jóvenes. Posiblemente las mismas autoridades que día a día le faltan a la propia carta que nos regula como nación dominicana. Educaremos a los jóvenes sobre una base de constitucionalidad que no han sabido modelar quienes han sido nuestros gobernantes. La misma constitución que no se materializa para la mayoría de los niños que crecen y se educan al margen de la ley. Es interesante que veamos como importante la enseñanza de una constitución que posiblemente les ha fallado, más de lo que les ha beneficiado. Esto parece más la intención de evidenciarle a nuestros jóvenes de qué forma les falla el estado día tras día.
Y qué decir del medio ambiente. Parece que la intención es una reeducación por parte de las autoridades. Proponer una educación medio ambiental en las escuelas me hace preguntarme si nuestras autoridades tienen intención de cursar las aulas nuevamente. Sin embargo, la realidad es que un país que le hace un flaco favor al medio ambiente no puede ver algo así ni siquiera como una posibilidad teórica. Aquí se cometen crímenes ambientales, y nuestros mandos hacen de la vista gorda, pero vemos positivo educar en materia medio ambiental; es uno de los mejores parches que me ha tocado ver. De por si es una falta a la sociedad alegar que las altas tasas de depredación en nuestros bosques son producto de la falta de formación en estas materias. Estas conclusiones solo muestran ignorancia, desconexión y un desconocimiento de la realidad.
En República Dominicana, hemos sido testigos de un ciclo perpetuo de soluciones superficiales que abordan la educación sin profundidad ni criterio. Este patrón histórico solo es posible romperlo creando y dialogando propuestas contundentes y fundamentadas, que trascienda las meras formas y se enfoquen en el fondo. La docencia no tiene capacitación continua, pero queremos enseñar la constitución, el medio ambiente y educación vial. Tenemos un currículo escolar deficiente, y maestros que le hacen honra a la deficiencia misma. Carecemos de participación familiar en el proceso de formación de nuestros jóvenes; la escuela es percibida como un depósito que garantiza la paz del hogar por periodo de ciertas horas. Somos un país carente de estructura escolar adecuada, escasa tecnología y un colectivo de maestros que dejaron saber a la sociedad hace mucho tiempo lo que es importante para ellos.
Mientras continuemos haciendo propuestas de papel, y no nos concentremos en abordar los problemas con los enfoques de fondo adecuados, nuestro país seguirá su proceso continuo de deterioro, arrastrándonos a todos al abismo. Uno de los problemas que tienen las sociedades es ignorar que la educación nos compete a todos. Posiblemente hoy no queramos prestar atención a lo que mañana puede ser aquello que nos toque a la puerta. La constitución, el medio ambiente y la educación vial, es una conversación tonta y vacía que debe ser replanteada. Nuestras falencias en estas materias no son producto de no habernos educado en ellas, sino fruto del criterio que nos ha gobernado como sociedad. La constitución que tienen intención de enseñar es la misma que se desconsidera día tras día. El cuidado al medio ambiente que queremos lograr es el mismo que no comunican quienes están llamado a hacerlo. La educación vial es un naufragio total, pero ven atractivo mostrarla en las escuelas. Sin más que agregar, continuemos mirando el espectáculo.
Por: Jabes Ramírez
