La sociología política nuestra no registra entre el liderato nacional el reconocimiento del triunfo del adversario. En las instituciones societales, el o la que pierde enarbola argumentos baladíes para ocultar su derrota. Aquí nadie pierde, y en el caso político se busca casos aislados como manera justificar su fracaso.
La fórmula es simple: Se compite, y si no se gana, se busca descalificar el proceso para de esa forma crear un manto de duda de los resultados. Realmente, no existe entre nosotros y nosotras una cultura de la derrota.
La alocución que dirigió al país el candidato del Partido Revolucionario Moderno (PRM) licenciado Luis Abinader, se enmarca en esa tesitura de desconocer la abrumadora victoria de Danilo Medina Sánchez en las elecciones del domingo pasado.
Con paupérrimos, contradictorios e inverosímiles argumentos el derrotado aspirante presidencial perremeísta persigue cuestionar el triunfo en buena lid de Medina. Son tan pueriles las explicaciones que esgrimió Abinader en su comparecencia de este martes, que se podría decir que se cantó y se lloró, y que cuando relataba supuestas anomalías en una parte, en la otra lo negaba.
Abinader, refiriéndose al mandatario dijo en su flácido y contradictorio discurso post electoral lo siguiente: “Señor presidente, usted no ganó, usted se impuso, con la compra de cédulas y presionando a ciudadanos que reciben pequeñas ayudas del Gobierno”. Parecería que es un pecado que un país tenga programas de bienestar social que favorezcan a la población. Entonces en Estados Unidos, Suecia, Suiza, etc., los gobiernos presionan a los ciudadanos cuando se le extiende una mínima ayuda.
Durante todo el trayecto de la campaña, el PRM viene tratando de crear las condiciones para “evidenciar” lo que todas las encuestas ya recogían, que era la preferencia del pueblo por Danilo Medina.
Tan incompatible fueron las palabras de Abinader de este martes, que luego de hablar de irregularidades, entonces acto seguido reconoce y alaba la participación del PRM en las urnas. En la lógica aristotélica cuando se conjugan una hipótesis verdadera con una falsa, el producto es falso, que a la postre fue lo que dejó en el electorado nacional la aparición del candidato perremeísta de este martes.
¿Si las elecciones fueron adulteradas, como sin pruebas denunció Abinader, porqué entonces reconoce los lugares en donde el PRM resultó ganador?
Claro está que hay que colocar la perorata de Abinader dentro de sus aspiraciones de apuntalarse como el principal líder de la oposición, y comienza a desbrozar el camino a fin de que otras figuras políticas no le tomen el espacio.
Don Luis busca un “chivo expiatorio” para justificar su estrepitosa derrota, y recurre a casos aislados e ínfimos que se presentaron en las elecciones, y de esa forma darle visos de veracidad a su “pataleo”.
Ya la falta de la cultura de la derrota en la política dominicana hace que se acuda a cualquier nimiedad para desconocer la voluntad popular. Pero como lo advertimos en artículos anteriores, la sociedad en sentido general le dará la espalda, a todo el que tenga como estrategia pasar por alto su sagrada decisión electoral depositada en las urnas el domingo pasado.
Entre la gente se despertó legítimas sospecha de que se fraguaba un desconocimiento del resultado de las urnas, para luego acudir a la búsqueda de crear inconvenientes para desconocer su soberana elección. Pero la inteligencia de las masas, subestimada por muchos de los líderes de la oposición, ya presagiaba esos devaneos.
Por Elvis Valoy




