La Declaración y Programa de Acción de Viena, aprobada por la Conferencia Mundial de Derechos Humanos el 25 de junio de 1993, establece claramente que «todos los derechos humanos son universales, indivisibles e interdependientes y están relacionados entre sí. «Este principio subraya que los derechos humanos no pueden ser objeto de subclasificación, ya que dicha división rompe con el principio de indivisibilidad y puede llevar a la percepción errónea de que algunos derechos son más importantes que otros. Esto lo establecemos porque desde hace décadas, venimos observando y hasta estudiando los derechos humanos desde la teoría de las generaciones, en un intento de clasificar, dividir y categorizar, agrupando los derechos humanos en tres grupos principales: derechos civiles y políticos (primera generación), derechos económicos, sociales y culturales (segunda generación), y derechos colectivos y de solidaridad (tercera generación). Sin embargo, esta subclasificación es errónea y contraria a las características indivisibles e interdependientes de los derechos humanos por diversas razones.
La indivisibilidad de los derechos humanos implica que todos los derechos, sin importar su categoría, son igualmente esenciales para el bienestar y la dignidad humana. La realización de un derecho a menudo depende de la realización de otros, lo que hace que todos los derechos sean igualmente importantes e indivisibles. La clasificación de los derechos humanos en generaciones suele utilizarse como un medio para identificar el periodo histórico en el que fueron reconocidos, sin embargo, es crucial no interpretarla como un sistema jerárquico. Cada derecho humano es esencial y debe ser considerado con igual relevancia.
Asimismo, la teoría de las generaciones no capta adecuadamente la complejidad y las interrelaciones de los derechos humanos en la actualidad. Los derechos civiles y políticos están estrechamente relacionados con los derechos económicos, sociales y culturales, lo que significa que deben ser salvaguardados y promovidos de manera integral y no de forma aislada. Por ejemplo, el derecho a la educación solo se puede ejercer plenamente si se garantiza el acceso a la alimentación, la salud y la vivienda.
Es fundamental adoptar una perspectiva holística y unificada en la defensa de los derechos humanos para avanzar hacia una sociedad más justa y equitativa. Reconocer la interdependencia e indivisibilidad de todos los derechos humanos es vital para asegurar que los derechos de cada persona sean respetados y promovidos sin distinción.
Diversos expertos han explorado la idea de que los derechos humanos no deberían clasificarse en generaciones o categorías. Por ejemplo, Norberto Bobbio ha sostenido que todos los derechos son igualmente importantes y deben ser protegidos en su totalidad. De manera similar, Pérez Luño ha cuestionado la utilidad de esta clasificación, advirtiendo que puede llevar a una percepción errónea de jerarquía entre los derechos, lo que va en contra del principio de indivisibilidad e interdependencia de los mismos.
En conclusión, hacemos un llamado a promover una visión integral de los derechos humanos, en la que todos sean considerados con igual importancia y se reconozca su interrelación. Solo de esta manera podremos edificar una sociedad que respete y fomente la dignidad humana.
El autor es abogado, docente, magister en Seguridad y Defensa Nacional, especialista en Derechos Humanos y Derecho Internacional humanitario, doctorando en Derecho Administrativo iberoamericano, coordinador del Observatorio de Seguridad y Defensa-RD.
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Por: Juan Manuel Morel Pérez.
