Durante años, la empatía fue vista como una cualidad deseable. Hoy, la ciencia del comportamiento y la neurociencia organizacional confirman lo contrario: la empatía es una habilidad entrenable, y su impacto es medible.
Las organizaciones con culturas empáticas reportan mayores niveles de compromiso, menor rotación de talento y un ambiente propicio para la innovación y no necesitas un puesto directivo para contribuir a ese entorno, basta con empezar por lo cotidiano.
Aquí te comparto 8 microacciones empáticas que puedes aplicar desde cualquier rol:
1. Saludar con humanidad.
Un “buenos días” con intención genuina puede ser más poderoso de lo que imaginas.
2. Escuchar sin juicio.
Aceptar la emoción del otro sin corregir ni minimizar refuerza la confianza.
3. Ayudar sin que te lo pidan.
La empatía proactiva fortalece el sentido de pertenencia y cooperación.
4. Celebrar lo pequeño.
Reconocer avances diarios motiva más que esperar grandes logros.5. Retroalimentar con respeto.
El feedback empático impulsa el aprendizaje sin generar resistencia.
6. Aceptar la variabilidad emocional.
Comprender que no todos rendimos igual todos los días también es empatía.
7. Agradecer el esfuerzo.
Reconocer la intención y la dedicación genera conexión emocional.
8. Preguntar antes de asumir.
La curiosidad con empatía abre puertas.
Definitivamente, la empatía se entrena, requiere conciencia, práctica y voluntad. ¿Cuál es la ventaja de incorporarla en nuestra “caja de herramienta”? Que cuando se convierte en parte del ADN cotidiano, cambia la forma en que trabajamos… y convivimos.
La autora es profesional en Gestión Humana, enfocada en el desarrollo del talento, la cultura
organizacional y el bienestar laboral. Apasionada por crear experiencias que conecten a las personas con su propósito profesional y humano.
Por Belma Polonia González