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28 de diciembre 2025
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InternacionalesOpiniónNelson J MedinaNelson J Medina

La diplomacia de las tierras raras

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Ya había ocurrido con el petróleo durante el siglo XX. Todavía es el recurso natural más preciado. Sus derivados son vitales para el encadenamiento productivo de los países. Sin embargo, con el avance de nuevas tecnologías y la tendencia de descarbonizar la economía, ahora existen unos minerales con valía símiles: las tierras raras.

En efecto, las denominadas tierras raras son un conjunto de 17 elementos químicos establecidos en la tabla periódica. Lo más raro de tales componentes, tal vez, es la cantidad y localización que existe hoy en día. Pero lo atractivamente valioso, es lo imprescindible que resultan ser para el aceleramiento de la innovación tecnológica y la industria armamentista. Y, por supuesto, para emprender la cuestionable “transición energética” que exige la humanidad.

Para algunos estudiosos, como el periodista francés, Guillaume Pitron, en su libro “La guerra de los metales raros: la cara oculta de la transición energética y digital”, estos metales más que promover un mundo autosuficiente y descarbonizado, suponen un alto riesgo medioambiental en virtud de los altos costos de explotación y contaminación. Para otros, como el coronel español, Juan Manuel Chomón Pérez, en su libro “La era de las tierras raras”, estos minerales indicarán la ruta geoestratégica de las potencias y, el nivel de avance tecnológico y de las comunicaciones de aquellos que se sumen a su industrialización.

Por tal motivo, la diplomacia de los países más aventajados ha colocado como prioridad en su agenda los acercamientos en Estados con reservas suficientes. No obstante, lo importante de las tierras raras no es únicamente conseguirlas. Es más bien, identificar las posibles cantidades y, qué tan sostenible ha de ser la explotación de tales minerales. Para evitar así, daños medioambientales irreversibles ante la preocupante realidad climática.

La cooperación diplomática es fundamental para la disposición y producción de estos minerales. Por esa razón, desde 2009 las naciones con mayores reservas han enlazados fuertemente sus vínculos económicos y políticos. A tal punto que, de los 11 países con reservas considerables de tierras raras, 5 de ellos (Brasil, Rusia, China, India y Sudáfrica) son socios comerciales mediante un organismo multilateral estrechamente articulado: Los BRICS. De manera que, coincido completamente con el sociólogo español, Aníbal Garzón, cuando plantea en su libro “BRICS: transición hacia un orden mundial alternativo” que, el nacimiento de esta estructura no se debe únicamente a una cuestión de supervivencia y creación de un nuevo modelo alterno de colaboración. También, debido a la necesidad imperante de regionalizar la balanza de poder e influencia mundial al tiempo que se genera un desarrollo integral de los países más rezagados como resultado de la globalización.

De este modo, para los diplomáticos es altamente indispensable estar consciente del contexto internacional vigente. De esta forma, podrán acceder a reuniones certeras y obtener una visión realista de la importancia de las relaciones internacionales más que de los desfasados vínculos ideológicos. Si la diplomacia no actúa acorde a los nuevos intereses de la política global, las posibilidades de fracaso estarán predestinadas. En cambio, si se abraza una postura analítica y geoestratégica, se buscaría el intercambio de información científica de alto nivel con los países amigos más avanzados en la materia no solamente sobre su explotación y producción sino, también, sobre su comercialización y el impacto medioambiental que se asumiría.

En definitiva, la diplomacia de las tierras raras comenzó hace dos décadas. Pero comprender las variables geopolíticas y medioambientales de estos minerales es tan importante, como las propias reservas con que se cuenta.

Por Nelson J. Medina

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