A nuestra raza no hay quien la entienda.
Nos sentimos orgullosos con los logros de nuestros atletas, pero cuando bajan de nivel se les trata con saña… y pongo como ejemplo los casos de Rafael Devers y Juan Soto en la presente temporada de las Grandes Ligas.
A Devers estuvieron a punto de llevarlo al paredón de fusilamiento cuando atravesó por la mala racha ofensiva de 19-0 con 15 ponches.
Incluso, ese mal comienzo sirvió para que saliera a relucir un dato de la temporada de 1995, en la que el inmortal Tony Gwynn en 585 turnos fue ponchado 15 veces, la misma cantidad que recibió Devers en 19 turnos.
El ahora bateador designado no solo calentó los motores, sino que su producción lo acerca a una marca histórica para los Medias Rojas de Boston en poder de Jim Rice, quien comanda la lista de jonrones para un jugador del equipo con 213 antes de cumplir los 29 años. El dominicano acumula hasta la fecha 212 vuelacercas con 28 años y 215 días de nacido.
Ya soltaron a Devers y ahora todos los cañones se han enfilado hacia el jardinero de los Metros de Nueva York Juan Soto por la baja producción que experimenta con relación a temporadas anteriores.
La crítica inclemente e implacable resalta su contrato récord para exigirle al dominicano que debe tener un mejor desempeño ofensivo, como si se tratara de un robot, sin tomar en cuenta la presión enorme que genera ser el mejor pagado de la historia a los 26 años.
Prefieren ser implacables con Soto en vez de esperar por lo menos la pausa de mitad de temporada, de la celebración del Juego de Estrellas, para pasarle balance a su producción y proyectarla con miras a la segunda parte y enjuiciar su aporte con el posicionamiento del equipo.
Que el fanático de los Yanquis de Nueva York sea hostil y lo catalogue de traidor no debe extrañar ni molestar, esa es la característica de un conglomerado cuando idolatra a un jugador y luego se marcha; pero de ahí a que la crítica se ensañe con Soto por su mal comienzo de temporada, exigiéndole una perfección que no existe, enrostrándole el salario, es desconocer la naturaleza del ser humano.
Prefiero darle seguimiento tanto a Devers, Soto y demás jugadores dominicanos desde la tranquilidad de mi palco, con un sentido más analítico constructivo, alejado del populismo que crea ola negativa en contra de nuestros peloteros.
