La historia de Edison Francisco Alarcón Polanco no es fruto del azar, sino el resultado de una trayectoria trazada con la precisión de quien sabe que la justicia no solo se estudia, sino que se vive.
Su ascenso a las más altas instancias del aparato judicial dominicano es un motivo de orgullo para Hato Mayor y un testimonio de lo que la coherencia y la preparación pueden lograr.
La Vida Estudiantil
desde sus años de formación, Alarcón Polanco se distinguió por una disciplina férrea.
Mientras otros buscaban atajos, él se aferró a los libros y a los principios.
Su paso por las aulas universitarias no fue solo para obtener un título, sino para cimentar una visión ética del Derecho.
Esa coherencia de la que hoy hablan sus amigos y colegas fue su sello distintivo desde el primer día: un estudiante que nunca se «dobló» ante las presiones y que mantuvo la mirada fija en la excelencia académica.

Ascenso por Mérito
Su entrada al Poder Judicial marcó el inicio de una carrera ejemplar. A diferencia de quienes buscan escalar mediante influencias, Edison Francisco eligió el camino de la capacitación continua.
En cada tribunal donde ha servido, su firma ha sido sinónimo de objetividad.
Capacidad Intelectual: Se ha destacado como uno de los juristas más sólidos de su generación, especialmente reconocido por su profundidad en el análisis jurídico y su dominio del Derecho Civil y Procesal.
Docencia y doctrina: Su labor no se ha limitado al estrado; su rol como docente y autor ha permitido que su conocimiento trascienda las paredes de los tribunales, formando a las nuevas generaciones de abogados dominicanos.
El triunfo de la perseverancia para poder
llegar a la instancia más alta del sistema judicial es la cosecha de años de siembra.
Este logro es la validación de una vida profesional donde el esfuerzo personal y el apoyo familiar han sido los pilares.
Como bien dicen quienes le conocen desde sus raíces en Hato Mayor: «Se lo ganó».
Hoy, al ser llamado Magistrado en los niveles más altos de la judicatura, Edison Francisco Alarcón Polanco no solo representa un éxito individual, sino que se convierte en un referente ético para todo aquel que cree que, en la República Dominicana, el trabajo duro y la honestidad aún son las mejores herramientas para alcanzar la gloria.
»Los frutos de una consagración se ven en la paz de la meta alcanzada y en el respeto de quienes fueron testigos del camino.»
