*Porque la universidad es otra cosa
Aproveché el momento de ocio, que no siempre poseo, para prender el televisor y sintonizar un programa de entrevistas de una audiencia más que aceptada, de la audio audiencia del buen gusto televisivo.
Una gran satisfacción me embargó ver y escuchar a la entrevistadora y mucho más, las respuestas del entrevistado Juan María Almonte, del cual muchos, entre los que estaba un servidor, no conocíamos de sus grandes, cualidades, aportes al arte y la humildad de la que se siente orgullo.
Evidentemente, que en esta vorágine social de la que formamos parte, encontrar un personaje con estas características, no hay dudas de que: “eso tiene cocorícamo”.
Este actor, director y dramaturgo, que nació en el año 1947 en la Ciudad de Santo Domingo, predica con orgullo que tiene 74 de los cuales ha dedicado casi cincuenta al arte nacional e internacional de la actuación y las letras.
La interesante biografía de Juan María Almonte, en sus más de 50 años de vida artística, su dedicación para la construcción de obras artísticas de contenido social hacia la juventud estudiosa como respuesta al compromiso que siempre ha asumido por su origen humilde, convoca a la reflexión.
De su praxis artística hablan la puesta en escena de obras de contenido social como co-autor, tales como Mataron al Chivo y Mariposas Eternas y la popularización del personaje televisivo Bakongo para la televisión, que da origen al título de este artículo por la frase icónica que se impregnó como parte del vocabulario dominicano.
Juan María Almonte, que no es muy dado a hablar de lo que ha hecho, se ha confesado en el programa de referencia, al pasar revista a su participación exitosa en varias películas dominicanas y extranjeras, como Perico Ripiao y Lilís. Además de haber fundado el grupo teatral Los Girasoles, codirector del grupo Robalagallina y de su práctica docente en la enseñanza artística y comunicativa a favor de la juventud.
Llama la atención, la declaración de su convivir cotidiano de toda su vida, que no negocia, por considerarla como la que le ha permitido vivir sus 74 en salud y satisfactoria convivencia. Su patio, junto a sus dos matitas de cerezas y guayabas, sus dos gatitos, su única hija y su única nieta, le hacen vivir en paz; por eso no le preocupa no haber tenido nunca un vehículo, anda en taxis o moto concho; lo que le permite su permanente paseo pueblerino, que le robustece su acervo artístico popular.
Por todo esto, es que afirmamos que, en esta sociedad de la opulencia, Juan María Almonte, ejemplo de humildad, obliga a que afirmemos que “eso tiene cocorícamo”, pero que, bueno que todavía hay hacia donde observar la dignidad deseable por muchos buenos dominicanos.
POR EL DR. PABLO VALDEZ
