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30 de diciembre 2025
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OpiniónFrancisco Rafael GuzmánFrancisco Rafael Guzmán

Juan Bolívar: Ejemplo de periodismo independiente y de discernimiento en la función pública

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Solo quién sabe de periodismo, y de lo costoso del desinterés, puede estimar de veras la energía, la tenacidad, los sacrificios, la prudencia, la fuerza de carácter que revela la aparición de un diario honrado y libre (José Martí)

Mucho tiempo atrás, hace más de medio siglo, durante la sequía que azotó a la República Dominicana durante los años 1967-1968, después del paso del Huracán Inés que golpeó la Región Sur, Balaguer convocó a una rueda de prensa a la que fueron invitados periodistas nacionales e internacionales. El presidente autoritario, lo cual había aprendido de su maestro Rafael Leónidas Trujillo, pese a un aplauso que recibiría de sus adláteres que estaban presentes, perdió la compostura que debía de un jefe de Estado cuando le respondió una pregunta al periodista Juan Bolívar Díaz Santana y en tal circunstancia asumió un rol ridículo. Eso debió de ser visto así sobre todo por los periodistas internacionales a menos que se tratara de plumíferos pagados por gobiernos dictatoriales. Valientemente el periodista  Díaz Santana, al igual que como lo hiciera uno de los hermanos Herasme Peña, se elevó y le respondió como debió hacerlo al dar cuenta de que creía en el ejercicio del periodismo independiente y esa ha sido su orientación como comunicador. Estuvo a punto de ser una víctima mortal de la represión balaguerista.

En nuestra nación insular la globalización y el neoliberalismo, con la eclosión de la era correctamente llamada  por Zymunt Bauman como de la modernidad líquida e incorrectamente llamada por otros como posmodernidad, parece que a los sujetos sociales o a los ciudadanos el hiperindividualismo, como lo señaló Wilson Castillo en un artículo que escribiera nos está arropando. Se trata de un afán por  destruir las imágenes de los otros. ¿Cómo es eso de que  fulano o a mengano debe renunciar del cargo porque hizo tales o cuales declaraciones?  Esto viene a propósitos de recientes declaraciones del prestigioso comunicador, quien ahora ocupa el cargo de embajador en España, Juan Bolívar Díaz Santana, las cuales han sido cuestionadas por varias personas.

No se trata de ensalzar o de expresarse con lisonjas para aquellos que ocupan roles públicos importantes o tienen algún  reconocimiento importante en la sociedad, porque para qué hacerlo. Ahora bien, el que se desempeña bien sus roles desde las posiciones que ocupa merece que se le trate correctamente y no se lancen denuestos o diatribas con él. Recordamos muy bien como fue el desempeño comunicador de Juan Bolívar desde que era director de El Nuevo Diario, no se me olvida el editorial sobre la invasión a Angola  por Sudáfrica a través de Namibia y la publicación de artículos de opinión muy bien elaborados desde esos tiempos. El Nuevo Diario sigue cumpliendo con ese rol de diario independiente, con la tesonera pasión por el trabajo de Persio Maldonado Sánchez.

En el rol de Juan Bolívar como conductor de programas interactivos de opinión en la televisión  ha realizado excelentes labores; pero además no es la primera vez que ocupa un cargo diplomático. No se han producido quejas sobre sus funciones en el servicio exterior. Un diplomático no puede estar incentivando conflictos del país con naciones extranjeras, porque esa no puede ser jamás su misión, más bien debe ser buscar distensiones cuando las relaciones están tensas y buscar lazos de hermandad entre naciones. Fueron muchos las personas que se pronunciaron en contra de sus muy atinadas declaraciones, probablemente los son algunos de ellos funcionarios y otros del PRM que no han ocupado cargos importantes, a ninguna de esas caras las conocemos, no porque quizás no sean figuras públicas, tal vez porque no tenemos vínculos con ningunos de los partidos de la partidocracia y ni tampoco con los otros grupos emergentes.

Ahora bien, el tono agresivo con que se han referido contra el embajador dominicano en Madrid no tiene ninguna gracia y ni es nada racional, más bien parece un esnobismo épocal recurrente cuando otro que no es amigo o familiar ocupa un prestigioso cargo y su rol puede haber sido bien asumido. Todo parece indicar que la política del gobierno dominicano con respecto a las relaciones dominico-haitianas no ha tenido grandes aciertos, parece que desaciertos si los tiene, aunque haya tenido el apoyo de grupos nacionalistas, pero estos han sido muy vehementes en el enfrentamiento con Haití. El muro en vez de resolver el problema lo todo indica es que lo agrava, tal vez sirvió o ha servido para enriquecer a profesionales de la ingeniería, pero no parece ayudar a la distensión. Más agresivos están los haitianos después de la construcción y el mismo no parece que evitaría el cruce de haitianos a territorios dominicanos; ahora bien es un derecho que le asiste a cualquier país, pero puede ser odioso como en este caso.

El entendimiento por via diplomática es lo mejor, pero cuesta mucho trabajo por lo han hecho la clase dominante y la burocracia gubernamental haitiana. A esto en la actualidad ha contribuido mucho una intelectualidad haitiana, negadora del legado Jacques Roumain. Existen intelectuales haitianos es el caso de Roger Gaillard que defienden mucho el rol Salnave en el siglo XIX, el cual siendo perseguido por sus enemigos en Haití vino a nuestro país, quien quería la protección de Báez y lo acusaron de no ayudarlo, quien quería la anexión a Francia, país que es el principal causante de la desgracia de Haití. Somos dos países hermanos, pero los políticos haitianos tienen una gran desconfianza a los dominicanos; contra eso hay que luchar desde la via diplomática.

Los que tienen la voz cantante en la comunidad internacional, Francia, Estados Unidos y Canadá sobre todo, han maltratado a la República Dominicana y la acusan de país racista sin serlo.  Aquí nadie o casi nadie cree en la supremacía racial, sin embargo, en países que nos acusan de racistas si existen muchas personas racistas y que creen en la supremacía racial. Lo que dice Juan Bolívar es correcto, porque siendo un funcionario público tan inteligente,  busca con ese discurso  tenderle un cerco a esa campaña mediática contra el país y el Estado dominicanos, habiéndose el último manejado con tantos desaciertos sobre todo en este gobierno, con respecto a las relaciones entre los dos países que comparte la misma Isla.

Según Weber, cuando el actor va a realizar la acción social pasa por su cabeza  al realizar dicha acción una intención, pues entonces el investigador o científico social debe captar lo que pasa por la mente del actor para poder interpretarla adecuadamente, aunque para otra corriente de la sociología el actor tiene que actuar movido por una intención. Eso es lo que Weber llamó el sentido mentado o sentido subjetivo. El político a la hora de expresarse debe tener en cuenta esto. En lo que nadie tiene que estar de acuerdo es en la pretensión de que Haití y República Dominicana son iguales en costumbres porque no es verdad, ya que diferencias culturales importantes las hay. Son dos naciones hermanas que comparten una misma isla.

Según parece lo que pretende Juan Bolívar Díaz es la distensión en las relaciones, pero los pasos que ha dado Abinader con el muro y con su discurso no han logrado ni se ha buscado eso. El discurso de que somos xenófobos o racistas nadie tiene que ver la explotación que sufren muchos trabajadores, el conflicto de razas aquí no existe, la división y segregación de clase si existe en nuestro país, aunque el código de trabajo no permita libertad sindical. Ahora bien, a personas como Roberto Cassá Bernaldo de Quirós, Rubén Silié y Díaz Santana, con sus hojas de vida, hay que respetarlas porque son iconos para la sociedad dominicana, especialmente para los sectores populares.

Por Francisco Rafael Guzmán F.

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