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13 de diciembre 2025
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OpiniónJavier DotelJavier Dotel

Irán e Israel: Una hostilidad anunciada en la Biblia 

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La escalada de tensiones entre Irán e Israel no es un fenómeno aislado ni reciente. Lejos de ser solo un enfrentamiento político por influencia regional o supremacía militar, esta enemistad tiene raíces profundas que atraviesan la historia, la religión y, sorprendentemente, la profecía bíblica. Quienes creen que la Biblia es más que un documento religioso deben considerar seriamente que muchos de los conflictos actuales fueron predichos siglos atrás, incluyendo el protagonismo de estas dos naciones en el escenario del tiempo final.

Israel, renacido como Estado en 1948 luego de casi dos mil años de dispersión, no solo representa una nación con historia milenaria, sino también el epicentro del cumplimiento profético. Su restauración fue anunciada por Isaías con sorprendente precisión: “¿Nacerá una nación de una vez? Pues en cuanto Sion estuvo de parto, dio a luz sus hijos” (Isaías 66:8). Desde entonces, su existencia ha sido cuestionada, atacada y resistida por múltiples frentes, pero también defendida por promesas divinas que atraviesan toda la Escritura.

Por otro lado, Irán, la antigua Persia, tiene una presencia destacada en la narrativa bíblica. Fue un imperio benevolente en tiempos del rey Ciro, quien no solo permitió el retorno del pueblo judío a Jerusalén, sino que también es llamado por Dios “mi ungido” (Isaías 45:1). Sin embargo, la historia espiritual de Persia no quedó allí. Con el paso de los siglos, el rostro de esta nación cambió profundamente, especialmente tras la Revolución Islámica de 1979, que transformó a Irán en una república teocrática chiita, con una visión religiosa del mundo profundamente militante y escatológica.

La enemistad entre Irán e Israel no es simplemente política. Tiene un trasfondo espiritual. El islam chiita dominante en Irán espera la manifestación del Mahdi, un mesías islámico que supuestamente vendrá a establecer la justicia sobre la tierra. Para algunos líderes radicales, esto implica la eliminación del Estado de Israel como parte del proceso de redención. De hecho, altos funcionarios iraníes han declarado abiertamente que su objetivo es “borrar a Israel del mapa”. Esta narrativa mesiánica, unida a la creencia en una guerra final purificadora, ha colocado a Irán en una senda ideológica de enfrentamiento inevitable con Jerusalén.

Las Sagradas Escrituras anticipan que Persia estará entre las naciones que se levantarán contra Israel en los últimos tiempos. El profeta Ezequiel menciona explícitamente a Persia como parte de una coalición hostil que marchará contra la tierra santa en un escenario conocido como la guerra de Gog y Magog (Ezequiel 38:5). Esta coalición, que incluye también a Mesec, Tubal, Gomer y Togarma, asociadas por muchos estudiosos a regiones como Rusia y Turquía, intentará invadir a Israel, pero Dios intervendrá directamente y destruirá a los invasores de manera sobrenatural (Ezequiel 39:4 y 21).

El profeta Jeremías también dedicó palabras a Elam, una región que corresponde a la zona suroeste del actual Irán. En su mensaje profético, Jeremías advierte que Dios quebrará el arco de Elam, símbolo de su poder militar, pero añade una promesa extraordinaria: “Mas acontecerá en los postreros días, que haré volver a los cautivos de Elam” (Jeremías 49:35-39). Esto implica tanto juicio como esperanza, señalando que incluso entre los enemigos declarados de Israel, Dios puede levantar un remanente redimido.

Otra dimensión importante está en el libro de Daniel, donde se habla de un conflicto espiritual detrás del reino de Persia. El ángel que visita a Daniel le dice que fue resistido por el “príncipe del reino de Persia” durante veintiún días (Daniel 10:13), lo que indica que hay estructuras demoníacas operando sobre las naciones. Irán, desde esta perspectiva, no es solo un actor geopolítico, sino una nación bajo una fuerte influencia espiritual que se opone al cumplimiento de los propósitos de Dios en la tierra.

Apocalipsis también ofrece indicios que podrían incluir a Irán dentro del panorama del tiempo del fin. En Apocalipsis 16:12 se menciona que el río Éufrates será secado para preparar el camino a los “reyes del oriente”, una expresión que algunos intérpretes vinculan con potencias asiáticas como China e Irán. Esta acción abriría la puerta para un gran conflicto final, cuyo desenlace es la confrontación de todas las fuerzas de maldad contra el Cordero, quien las vencerá porque “él es Señor de señores y Rey de reyes” (Apocalipsis 17:14).

A pesar de su política agresiva, algo está ocurriendo dentro de Irán que contradice la narrativa oficial del régimen. Organizaciones cristianas subterráneas han documentado un notable crecimiento del cristianismo entre los iraníes. Miles han declarado haber tenido visiones de Cristo o sueños con Jesús, y se están convirtiendo a pesar del costo de persecución o muerte. Esta revolución espiritual silenciosa podría estar en línea con la promesa de Jeremías 49:39 y muestra que, incluso en medio del juicio, Dios está obrando redención.

El enfrentamiento entre Irán e Israel no es una simple disputa fronteriza. Es el reflejo de un conflicto espiritual profundo que está llegando a su clímax en la historia. Desde la perspectiva bíblica, Israel será preservado por la mano de Dios, e Irán, aunque hoy actúe como adversario, también tiene un destino profético que incluye tanto disciplina como la posibilidad de redención. Frente a este panorama, la Iglesia está llamada a interceder con sabiduría y discernimiento. Como dijo Jesús en Lucas 21:28, “cuando estas cosas comiencen a suceder, erguid vuestras cabezas, porque vuestra redención está cerca”. No se trata de miedo, sino de preparación. No se trata de odio, sino de entendimiento. Dios sigue reinando sobre las naciones, y su palabra se sigue cumpliendo con absoluta fidelidad.

Por el Dr. Javier Dotel
El autor es Doctor en Teología.

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