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25 de diciembre 2025
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OpiniónJulián PadillaJulián Padilla

Interés político e interés nacional

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Aunque el interés político debería coincidir con el interés nacional, el pragmatismo solamente lo incluye en su discurso y oferta de campaña. Pero luego en el accionar concreto se alejan más, o mantienen el curso de dos rectas paralelas.

Hacer coincidir al interés nacional con un real interés político, necesita contar con líderes políticos para el bien, enfocados en la solución real de los grandes problemas nacionales y no hacer caso a los desvíos, atajos y prebendas que les hacen olvidar sus flamantes discursos de campaña.

No es un asunto de desconocimiento de las problemáticas y tampoco de que no se tengan alternativas de solución. Se trata más bien de la confianza ciega que se tiene del corazón traidor del dominicano, que por adoptar como práctica común el dicho de la cruz y la casa ajena, no les importa la colectividad y mucho menos un bienestar distinto al de su provecho personal.

Aun no suenan las trompetas que presagian la nueva farsa de las comparsas electorales que se avecinan. La tregua política se impuso, pues quien tiene más cercanía al barril sin fondo, es el partido de gobierno y los demás partidos políticos, no iban a invertir los recursos disponibles antes del inicio de la guerra política sin cuartel que vendrá, sobre todo, cuando pasen las elecciones municipales y se dé inicio a la lucha congresual y presidencial.

Sin lugar a dudas, la importancia de las elecciones congresuales y presidenciales, revisten una importancia vital, para el destino inmediato de la nación. Y seria de mayor importancia, que exista un equilibrio en las fuerzas políticas que formarían la asamblea nacional, para que ningún presidente que gane pueda decir a boca llena: mi congreso.

Lograr un equilibrio en el poder legislativo sería mucho más importante que la misma presidencia de la república, sobre todo, si se tratara de patriotas, que jamás permitirían se mancillara la soberanía nacional, ni permitiera que tribunal alguno lo hiciera a pesar de la potencialidad de supuestas posiciones arteras.

Lastimosamente y bajo la creencia, de que para poder incidir en las políticas públicas que traerían como consecuencia una mejora y más bienestar para una nación, hay que estar en el poder y para ello hay que participar en la política. Entonces cobra sentido la brillante idea de que existan los movimientos y partidos políticos, así como las aspiraciones de múltiples candidaturas con indiscutibles propósitos nobles.

Sin embargo, la cultura política nuestra ha demostrado en el tiempo, un arraigo donde en la práctica, se ha vuelto más importante el interés político que el interés nacional. Quedando entonces como meta real de la participación en la comparsa electoral el lema: somos gobierno, a lo que vinimos, indicando con esto, que el interés político es llegar y permanecer en el poder, para amasar fortunas con dinero público.

Esta ha sido la historia de la desgastada democracia y el desprestigiado sistema de partidos nuestros. La fe en los políticos y estos sistemas, han traído como consecuencia, un grave proceso de des institucionalización del país, no porque no existan ni operen las mismas, sino porque los objetivos reales de su creación, se ha supeditado al interés personal de los funcionarios, quienes se enriquecen a mansalva con los fondos públicos y luego intentan perpetuarse en el poder u ocupar una curul, para lograr inmunidad parlamentaria.

Este ha sido el cuento de nuestra democracia. Por eso cada día se aleja más el interés nacional en la mente y el pensamiento político nacional y casi todos los actores, solo buscan el provecho personal y el enriquecimiento en su paso por la cosa pública.

En esto no hay edades, ni jóvenes y ni viejos. Las mañas vienen con el titulo de ser emprendedor en la vida política nacional. Por eso, el adecentar la política, un término usado y desgastado por los manipuladores de la ética situacional, se proyecta como un reto loable, pero disfrazado de mezquindades, tramposería, zancadillas, maniobras, traiciones y apetito por las sombras. Pues para llegar al poder, aparentemente hay que venderle el alma al diablo.

El interés político entonces coincide con el interés de los políticos, que jamás coincide en las realizaciones con el interés nacional.

Por eso, el sistema político nacional junto a todos sus actores, han caído en un Default Político ante la conciencia nacional y el país, y no luce existir una luz al final del túnel, pues la cultura política, más el interés de los políticos, coexisten como círculos que compensan y refuerzan, el circulo vicioso de la mentira, como elemento fundamental para volver a estafar las esperanzas del pueblo dominicano.

Apostar para favorecer a los mejores encantadores de serpientes, luce ser la tendencia que nueva vez se plantea en la comparsa política.

Y los intelectuales sin virtud, que deberían ser lideres para el bien, usan su saber para alimentar las tinieblas y muestran claramente que son capaces de usar su verbo, la tinta y la pluma para despropósitos, y luego e muestran orgullosos y orondos, de llenar sus alcancías con dinero del pueblo, mientras se continúa con la destrucción paulatina de la República.

Mientras tanto, algunas novedades que intentan apostar por lo bueno, ven cerrarse sus caminos y entonces no solo claudican en su lucha, sino que además se acomodan, para tener sobrevivencia institucional, y continuar siendo sanguijuelas del presupuesto nacional, para la continuidad de la traición de la esperanza del pueblo dominicano.

Todo al parecer indica, que nadie puede tirar la primera piedra dentro de los actores políticos del sistema y que urge de una forma profunda, una redefinición y un relanzamiento de la nación dominicana. Fundamentado necesariamente en el surgimiento de un nuevo estado social, verdaderamente democrático y de derechos.

Por Julián Padilla

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