La inteligencia artificial (IA) es el gran paradigma de nuestro tiempo. Aunque sus avances en el último lustro son impresionantes. El término IA fue creado por John McCarthy en 1956. Desde sus inicios, existió una interacción entre la IA y la neurociencia, tal y como lo demuestran el diseño de la primera red neuronal artificial, así como la creación del primer programa de procesamiento del lenguaje humano en una computadora. En este sentido, el test de Turing, que tenía como finalidad establecer una conversación entre una máquina diseñada para interactuar con una persona, demostró ser un avance pionero en este campo.
El desarrollo del Internet, de las cosas y de la automatización ha implicado nuevos avances tecnológicos, en los cuales los entornos en línea o digitales transitan de una realidad alternativa a una nueva realidad virtual.
La inteligencia artificial y su papel en la transformación social: La IA está ligada a la creatividad humana, que ha impulsado las grandes innovaciones tecnológicas, y ha potenciado los cambios económicos, sociales y culturales de la sociedad de nuestro tiempo. Esta transformación supone no sólo un cambio del paradigma predominante para comprender la realidad social, sino también la necesidad de construir una narrativa que explique una nueva realidad: La IA admite diversas concepciones y enfoques. Desde el ámbito de la informática se expresa en el diseño de procesadores y programas para facilitar tareas aplicando el razonamiento.
La IA se utiliza para el control de sistemas, la planeación inteligente, resolver consultas de usuarios y consumidores, reconocer patrones, el análisis del lenguaje, el reconocimiento de la escritura y del habla o, incluso, su reproducción.
El derecho como ciencia social tampoco es ajeno a las grandes transformaciones que plantea el uso de la IA. El uso de algoritmos para la recopilación y el análisis de grandes cantidades de datos (big data) plantea cambios en la forma de organizar y realizar la práctica legal. La IA interactúa con el derecho mediante el uso de los sistemas jurídicos expertos, que están basados en datos y conocimientos. Además, los modelos de bases de datos y buscadores de leyes y jurisprudencia permiten contrastar una gran cantidad de información, así como seleccionar los documentos sobre criterios y sentencias de los temas de búsqueda específicos.
El papel de la IA en la construcción de sentencias y la resolución alternativa de controversias: Desde otra perspectiva, se ha considerado un sistema ideal de valoración legal de los medios de prueba en un procedimiento legal. La idea es que el sistema se limitaría a verificar el cumplimiento de los presupuestos legalmente previstos para producir la respuesta.
Una cuestión muy distinta es el uso de la IA para determinar la decisión judicial, porque elegir las premisas y las reglas de inferencia de su razonamiento exige una verdadera labor creativa. La construcción de una sentencia parte de la base del desahogo de un proceso legal. El proceso legal suele observarse como el mecanismo de desahogo de una controversia, en la cual intervienen dos partes que exponen sus ideas con la intención de defender ante un juez sus derechos o sus excepciones y defensas. Una vez fijados los puntos controvertidos, el juez analiza de manera exhaustiva lo expuesto por las partes para construir una sentencia mediante la exposición ordenada y coherente de sus argumentos.
Desde esta perspectiva, la sentencia se transforma en un ejercicio comunicativo complejo, que tiene lugar cuando las partes exponen los argumentos de por qué debe fallar el juez en su favor. Al llevar a cabo este proceso, el juez utiliza las herramientas de la argumentación y hace un análisis narrativo que le permite elaborar la realidad a su manera.
Al construir la decisión judicial, el juez considera, entre otros aspectos, la situación social de las partes, la naturaleza de su relación, así como la ponderación de derechos en relación con la situación de cada una de las partes. Para hacerlo, el juez utiliza una forma de razonar que se denomina “abducción”, que permite analizar lo imprevisible en el ser humano: las implicaciones, los errores y las dificultades de percepción. Las potenciales alteraciones a nuestra identidad asociadas a las potenciales mejoras cognitivas y físicas derivadas de una intervención con neurotecnologías requieren un derecho a conocer mejor el impacto y las consecuencias de su uso, así como garantizar nuestra integridad mental. Se trata de una especie de derecho a la supervisión y rendición de cuentas de la IA en su interacción con personas humanas.
Por Rafael Bello Díaz
