¿De qué nos sirven las conmemoraciones históricas si no aprendemos de ellas? Recordar la historia dominicana sin reflexión crítica es un desperdicio que atenta contra el futuro nacional. Conmemorar tiene un fin utilitario: encontrar en las acciones de los hombres y mujeres que forjaron nuestra República lecciones que sirvan a nuestros retos presentes.
Por eso, si volvemos a la noche de un martes 27 de febrero de 1844 encontraremos a uno de nuestros próceres a punto de acentuar su legado en nuestra historia. Hablo por supuesto de Matías Ramón Mella quien, reunido con otros Trinitarios frente a la Puerta de la Misericordia, disparó el famoso trabucazo que inició la independencia dominicana.
Si algo debemos emular de Mella es su decisión rápida, su actitud valiente. Ser decisivos como Matías Ramón implica cultivar la habilidad de decidir con rapidez y claridad, pues muchas veces, las decisiones correctas son las más difíciles, y las que requieren más bravura. Creo que la soberanía nacional es defendida cada vez que un dominicano se levanta para defender el bien colectivo, y amenazada cuando ignora la voz imperiosa de lo correcto, eligiendo la pasividad y la pereza.
En lo público como en lo íntimo, todos nos veremos ante difíciles decisiones que nos marcarán como persona y que posiblemente afectarán a otros. Aún nos de miedo tomar iniciativa, debemos ser firmes en nuestras convicciones, y con decisión, marchar adelante con nuestros compromisos y deberes.
Hay quienes disputan el valor de Mella en aquella noche, y especulan que más bien se le fue el dedo al gatillo por los nervios, o que hasta pasado de tragos estaba. Yo elijo recordar a Mella como un hombre que, a pesar del miedo y la incertidumbre, enfrentó su destino con decisión.
Autor: Joel Díaz
