La confabulación contra la libertad financiera individual en la República Dominicana parece ser real y una meta en progreso. La banca nacional celebra la inclusión financiera para “el apoyo al desarrollo sostenible”, pero no mencionan la Agenda 2030 y el compromiso con la ONU.
Hacer dinero con el dinero ajeno ha sido lo tradicional de los bancos comerciales, y con su paso para convertirse en bancos múltiples, se amplió la cartera de productos financieros y la gama de clientes se multiplicó.
Pero participar activamente en eso que se denomina, por un lado, bancarización y, por el otro, inclusión financiera, no es otra cosa que tener un control personalizado sobre cada una de las personas a las que, al abrirles cuentas, también ahora se les facilita la billetera digital como paso previo al lanzamiento del producto y golpe mortal: la moneda digital.
Con la moneda digital, la billetera digital y la meta del no uso de efectivo para digitalizarlo todo, el sistema bancario y financiero nacional se convierte en el propietario de todo el flujo de efectivo de nuestra economía, al menos de ese flujo que se mantiene en manos privadas e individuales, quienes, a partir del momento de endosar sus datos biométricos y sumarse al uso de la moneda digital, también entregan la soberanía financiera personal, su privacidad y el poder de decidir 100 % sobre sus finanzas personales.
El secuestro de la libertad financiera es un hecho. Tan simple como eliminar, con una sola instrucción, las cuentas existentes, con o sin balances. O, sencillamente, poner un stop al uso de los balances disponibles. Un poder absoluto sobre el flujo de efectivo nacional, capaz, de un solo plumazo, de crear un corralito y esclavizar poblaciones completas.
Inclusión, desarrollo sostenible, billetera y moneda digital. Pero, ¿para qué sirve una billetera digital a una persona que no tiene un centavo que depositar en la cuenta? Ah, pero cumplimos con el propósito de la inclusión financiera, que es uno de los objetivos de desarrollo sostenible de la infernal Agenda 2030.
El país sigue con los ojos teledirigidos, dando más importancia a los eventos faranduleros y del morbo político, sin prestar atención a estos temas, porque pensamos que no podemos hacer nada al respecto o porque pensamos que son cuentos de hadas estos planteamientos.
Sin embargo, es coincidente que hace apenas dos semanas publicamos el artículo “El secuestro de la libertad financiera”, cuando ya en el día de ayer algunos bancos celebraban sus éxitos de inclusión financiera, y el sistema bancario nacional proyecta esa inclusión, bancarización y digitalización como la visión financiera de todo el sistema. Un paso posterior a que la Junta Monetaria presentara a la prensa nacional nuevas regulaciones, incluyendo los aspectos relacionados con la billetera digital.
Habíamos compartido la información de que ya sesenta países se encuentran en pruebas piloto para la implementación de la moneda digital. Y, en ese momento, indicamos que no dudábamos de que ya en nuestro país se hayan realizado los aprestos para completar estos procesos. Pero gran sorpresa nos llevamos al ver estas tres publicaciones sucesivas: la Junta Monetaria, varios bancos del sistema y el sistema bancario nacional.
El compromiso con la Agenda 2030 de la partidocracia es real y pone en jaque a la nación dominicana, y esto abarca los diecisiete Objetivos de Desarrollo Sostenible. Y todos ellos están incluidos en la Ley 1-12 de Estrategia Nacional de Desarrollo, aunque el gobierno del cambio haya declarado metas estratégicas para el año 2036.
Nuestros ojos deben estar atentos. El Gobierno dominicano está centrado institucionalmente en esa Agenda 2030 y hace rato ha incorporado estos ODS en los planes estratégicos y operativos, y ha hecho transversales un sinnúmero de políticas públicas. Todo amarrado con esa agenda exigida por los amos de la nación dominicana: la ONU y su agenda antifronteras.
Este solo elemento, sin embargo, se deja de lado, aunque la misma agenda plantea claramente, en objetivos específicos, temas relacionados con el pacto migratorio, el pacto de refugiados, la ideología de género y también la inclusión financiera.
La incondicionalidad con la ONU está cada día más clara. No solo las entidades gubernamentales la han utilizado, acogiéndose al teórico cumplimiento de la Ley 1-12 porque “hay que cumplir con la ley”, sino también la banca privada nacional.
Tal vez nosotros venimos siendo una especie de dinosaurio que no quiere progresar, pero no se trata de “progreso”, se trata de una oposición total a esa Agenda 2030 que venimos planteando abiertamente desde hace varios años, luego de la pandemia.
Pero hoy vemos que los pasos que se han dado son críticos, sobre todo este tema de la inclusión financiera, la billetera y la moneda digital, por su estrecha relación con varios Objetivos de Desarrollo Sostenible, entre ellos: fin de la pobreza, igualdad de género, trabajo decente y crecimiento económico, reducción de las desigualdades y alianza para los objetivos. Hablamos de los ODS núms. 1, 5, 8, 10 y 17 de la Agenda 2030, respectivamente.
Pero créanme que los títulos de estos ODS son espectaculares y ningún país está ni cerca de lograrlos y, por supuesto, Dominicana está muy lejos de eso, aunque es pan comido mediáticamente. En el fondo está la trampa de estos bellos enunciados, pues persiguen otra cosa: el secuestro de la libertad financiera y su privacidad, más una mordaza vital con altas penalizaciones. Un control total, incluyendo lo financiero, la privacidad y la movilidad, con una cédula y moneda digital, y una billetera digital prestada mientras te portas bien.
La implementación de un neofeudalismo posfracaso del neoliberalismo es una meta global. Al final, junto a los grandes despidos por la disrupción de la IA en todo el planeta, se impondrá esa meta aún novelesca que dice: “No tendrás nada, pero serás feliz”. ¿Parece diabólico todo esto? Créanme que lo es, y muy pronto podremos decir: el lobo llegó.
Por: Julián Padilla.
