El concepto implicancia tiene varios usos. Puede tratarse de la consecuencia del uso o la secuela del mismo (en este caso del poder). Pero, puede tratarse de lo que implica una cuestión moral para tomar alguna decisión. En estos breves párrafos me referiré a la consecuencia del uso del poder, para puntualizar en sus implicaciones al gestionar una organización pública o privada, incluyendo gobiernos o Estados Nacionales.
Debemos entender, que el poder posee múltiples definiciones y también varios usos.
El poder es una expresión que acumula la facultad, habilidad, destreza y capacidad para desarrollar determinada acción, desde el conocimiento, la libertad y la responsabilidad que aconseja la ética. El que manda debe estar consciente (conocer), las implicancias del poder para actual con libertad, pero, sabiendo que lo están evaluando desde las gradas de la oposición, la ciudadanía y los bordes que permite la justicia estatal.
Una de las condiciones fundamentales para el ejercicio del poder se encuentra en la legitimidad, cuestión dada por el soberano o por las leyes en circunstancias especiales.
Para que el derecho de mando pueda ser legítimo debe surgir desde una fuente con autoridad para otorgarlo, un ministro (por ejemplo), ejerce poder desde un decreto del Poder Ejecutivo. En el caso de un Estado o del gobierno de una nación, o país, debe surgir de elecciones libres, transparentes y justa en ámbitos de equidad.
Debe ser de esa forma, para que la democracia pueda garantizar los derechos de las minorías que se organizan.
Entre las necesidades de los procesos de mando se encuentran la eficacia y la eficiencia. La eficacia es aquella capacidad de conseguir lo que se ha propuesto en el tiempo en que se ha planificado. Es una condición especifica, que legitima a los que ejercen el poder. Sobre la necesidad de ser eficaz se erige la cualidad de eficiente, cuyo significado se encuentra en lograr las hacer las cosas con menos recursos y menos esfuerzo o sacrificio.
La eficacia sin eficiencia es cuestionada desde diferentes ámbitos y puede crear percepción negativa, afectando al liderazgo que gobierna.
Ya sabemos, que quienes ejercen poder público o privado, necesitan ser legítimos en lo legal y en lo social. Lo legal esta designado en las normas exógenas al individuo que debe cumplirlas, aunque no les agraden o le convenga a sus intereses. Y, en lo social, el liderazgo que ejerce el mando tiene que ganarse el respeto de sus iguales y de aquellos a los que dirige, para de esa forma legitimarse como alguien con capacidad para el cargo.
Lo social es más importante que lo legal en el caso del ejercicio del poder, porque usted puede tener todos los títulos universitarios del mundo, ser autorizado por quien está en competencia para hacerlo, pero, sino tiene la aprobación de quienes le acompañan y de aquellos que son dirigidos por usted, entonces, no estará legitimado como alguien con capacidad para dirigirlos auténticamente.
Es así, desde el punto de vista ético-moral, pero, existen forma de mando que se desarrollan ejerciendo coerción, y dominan por encima de lo ético y de lo moral.
El poder también puede estar representado por la fortaleza física de alguien para dominar e imponerse por encima de la voluntad de otros. En ese mismo orden, puede aparecer por medio de un individuo con intelecto superior, que se impone por la inteligencia que desarrolla frente a otras personas, utilizando argucias, habilidades o engaños.
Este es un poder que proviene de las condiciones particulares, muchas veces crean conflictos, al presentarse situaciones de violencia o egos incontrolados desde la moral particular. No olvidemos que la moral es la práctica de la ética, es decir, el hombre actúa día a día de acuerdo a la ética o lo no ético, produciendo conductas morales o inmorales.
El que ejerce poder debe influenciar desde la autoridad que ha ganado por el respeto que profesan hacia él los que le acompañan como iguales y aquellos a los que dirige. Implica, que debe demostrar con su conducta al ser y hacer, que merece el respeto de todos los que le acompañan en el ejercicio del poder.
La competencia del liderazgo se sustenta en dos pilares o fundamentos: el conocimiento y la experiencia. El que dirige adquiere mayor poder a través de sus relaciones horizontales, que a través de las verticales, porque en la primera priman las humanidades, incluyendo la necesaria humildad, que le permite aprender de los que le acompañan como iguales y de sus dirigidos.
Las implicancias del poder no son un misterio ni nada parecido, son cuestiones terrenales asumidas por el que tiene la capacidad de ejercer liderazgo. Con la Humidad el liderazgo puede beber del conocimiento de los demás, incluso, puede aprender cómo no hacer las cosas, para evitarse la corrección de actitudes y la retroalimentación de los planes.
Por Francisco Cruz Pascual