El 30 de noviembre culmina la temporada ciclónica, que ha sido de altas y bajas en República Dominicana, con destrucción por el huracán Fiona e inundaciones repentinas y colapso de la capital y el Gran Santo Domingo.
La construcción del desagüe pluvial o sistema sanitario es un anhelo de décadas de los capitalinos. Alcaldes van y vienen, pero el costo económico y político detiene cualquier proyecto en ese sentido.
Mucho se ha hablado del desastre que ocasionó “el diluvio” aquel en el la capital. Pero hay que reconocer la respuesta rápida del Gobierno y de la alcaldesa, Carolina Mejía.
La capital se hubiese tornado peor sin la actuación inmediata de brigadas de la Alcaldía Nacional, Edesur, Edenorte, Obras Públicas, entre otras instituciones.
En lo que respecta al Distrito Nacional, donde las inundaciones causaron el mayor daño, pudo ser peor. Pero la limpieza imbornales y de escombros en las calles por la ADN evitó males mayores. Esos obreros o brigadistas son héroes anónimos.
Muchos abandonaron sus familias para servir, para salvar vida. Amanecieron en claro desde la noche de ese fatídico viernes hasta el sábado en la noche. Y continuaron el domingo, el lunes, el martes…
El ciudadano también debe cooperar. La educación es clave para mitigar (no evitar) estos efectos del cambio climático. Ayudemos, pues, a las autoridades.
POR ABRAHAM MONTERO
*El autor es periodista.
