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27 de diciembre 2025
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OpiniónFrancisco Rafael GuzmánFrancisco Rafael Guzmán

Guerra sin cuartel contra el capital financiero y el gran capital privados 

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“Un país que viva del pasado y no invierta en el futuro -o que destruya el legado ambiental para sus hijos- es uno a cuya generación actual le va bien a expensas de sus descendientes” (Stiglitz)

Joseph E. Stiglitz, Premio Nobel de Economía  2001, en su libro: Capitalismo Progresista-La Respuesta a la Era del Malestar (2020), da cuenta de las barbaridades tan grandes del capital financiero, después que pasamos a la globalización y al neoliberalismo  y la economía ha sido desregulada, aunque dicho autor no se opone al capitalismo. Es decir, no es un enfoque anticapitalista lo que contiene su discurso, pero si anti-neoliberal se podría decir, por su oposición a la desregulación de la economía y su cuestionamiento al rol a favor del Estado de Malestar del capital financiero privado. Ese tratadista está muy convencido de ese rol negativo del capital financiero privado, con las exageradas ganancias de los préstamos, dificultando la inversión, creando el malestar.

Ahora bien, aunque no se refiere tanto a la génesis de esto, la desregulación de la economía para la mayoría de los países  tuvo su inicio con la negociación de la deuda pública por parte de un grupo de ellos aunque no todos la negociaron. Si bien se dio esa negociación y con ella la desregulación de sus economías en tres países de América Latina entre 1965 y 1980, Brasil, Chile y Argentina, en el caso de otros la negociaron en los 80 y no por imposición de gobiernos militares, como en el caso de esos tres primeros, pero bajo fuertes protestas. En este último caso, en América Latina tenemos: República Dominicana, Jamaica y Venezuela, entre otros.

Lo que ocurre a partir de ese momento histórico es el advenimiento o la eclosión  del Estado de Malestar porque la hegemonía del capital financiero no ha conocido límites con el afán de lucro de este, llegando obtener jugosas ganancias con los préstamos que hacen, dificultando las inversiones productivas generadoras de empleos y valiéndose de los depósitos de los ahorrantes y especulando con la supuesta masa monetaria de activos y pasivos. Nos aproximamos a 4 décadas de neoliberalismo y globalización neoliberal, bajo la hegemonía del capital financiero, es necesario destruir esa hegemonía del capital financiero y sobre todo el capital financiero privado, que de ser extinguido y sus activos deben pasar a mano de los Estados.  Deben ser expropiados los depósitos en paraísos fiscales, así como las ARS y AFP, y bancas de apuestas, casinos de juego y loterías deben ser extinguidos o reducidos a algunos espacios de turismo. Por igual, las leyes de derecho de autor y de patentes deben revisar, porque esto está provocando malestares con los abusos de poder.

Veamos como  en la introducción de su obra (pág. 64), Stiglitz nos dice lo siguiente: “… los ensayos realizados prueban que los banqueros -especialmente cuando se les recuerda que lo son- actúan de forma más deshonesta y egoísta. Han sido modelados por su profesión. Lo mismo ocurre con los economistas; puede ser que quienes elijan estudiar esta ciencia sean más egoístas que otros individuos, pero cuanto más estudien economía, mas economistas se volverán”. Tal vez el autor, que un economista brillante y no cualquier economista,  está siendo muy exagerado en el juicio a los economistas, por un asunto hasta de humildad propia pues la economía es su carrera. Si pretendiera el ser tan exacto en ese juicio, pero no creo que sea esa la intención, yo no estaría de acuerdo. Lucas Vicens Bello (EPD) fue un ejemplo de carencia de egoísmo, lo mismo pienso de Antonio Ciriaco y de Manuel Joaquín Colón Mejía y de otros. Ahora bien, habría que ver si egotismo y egoísmo son sinónimos, porque yo creo que el que trata de afirmar su personalidad con su obra no es un egoísta si no un egotista. Ahora bien, yo sí creo que desde la década perdida (1980), a raíz de las negociaciones de la deuda pública, aquí y en muchos países, la gran mayoría los economistas asumieron el paradigma neoliberal de su ciencia asumiendo la economía como una econometría.

Yo no entiendo porque Marta Harnecker, cuando vino al país durante el primer gobierno de Leonel hizo un juicio en contra de los sociólogos y no así de los economistas. Es que fueron economistas los que dieron la receta aquí en nuestro país, también debió ser así en otros países, y precisamente no fueron sociólogos.

Por otra, los defensores de la liberalización de los mercados, como es el caso Robert L. Schuettinger y Eamonn F. Butler, que en su obra: 4000 AÑOS de Controles de Precios y Salarios (2020), son entre otros de los que quieren justificar la liberalización de los precios y satanizar los controles de precios y hacen muchos relatos de controles y de sus supuestos  fiascos desde tiempos anteriores a la Era de Cristo. Sin embargo, hoy día está claro que la falta de controles o la liberalización de los precios trae malestar y no bienestar; cuantas industrias hemos visto desaparecer de nuestros parques, provocando desempleo, lo que no es bienestar si no malestar.

Las medidas exigidas por el Fondo Monetario Internacional, cuando países como la República Dominicana negociaron sus deudas, implicaron reformas políticas que achicaban las funciones del Estado y limitaban su soberanía, todo lo que trajo fue malestar. Se fueron eliminando gradualmente los controles de los precios hasta casi llegar a lo absoluto, en los mercados para los consumidores locales y  el cambio de divisas pasó a un mercado paralelo no regulado. Esto  provocó la baja en la producción de bienes procesados con materia prima importada, provocando cierre de empresas industriales y farmacias, lo que se tradujo en  desempleo y desindustrialización y migración a otros países en busca de trabajo.

Grandes oleadas de migrantes desempleados, ora por la reducción de las nóminas de empleados en las empresas u oficinas públicas, ora por el cierre de las industrias al tener que comprar las monedas extranjeras para materias primas en un mercado paralelo ya no se beneficiaban a partir de las negociaciones de la deuda   del proteccionismo que el Estado les había dado a través del Banco Central, hasta ese momento.  Ese capitalismo neoliberal, como algunos quieren llamarle, como lo llama el Dr. Ricardo Nieves, lo que trajo fue mucho malestar al negociarse la deuda pública. Pese a  esa desindustrialización y todo el malestar ha conducido la negociación de la deuda y las reformas políticas que impuso el FMI, los  gobiernos irresponsables, como los del PLD, Hipólito y Abinader, quieren mantener un modelo que no puede ser sostenible porque está devastando los ecosistemas, ya que con las acciones del gobierno y la permisividad de este y del Estado de las acciones de empresas privadas y de personas irresponsables se da  una depredación (léase un pillaje) de los recursos naturales y su voracidad acabará con la vida.

Lo que tenemos es una economía de servicios, desindustrializada, basada en el crecimiento del turismo y la explotación de la minería depredadora. Un parque de vehículos de motor exageradamente grande y el gobierno no manda ninguna señal de poner límite a las importaciones de carros. El gobierno de actual se le pasa hablando de construcciones de casas, hoteles y otras obras (entre ellas carreteras puentes y edificios de servicios y comerciales de empresas privadas y del gobierno), importando vehículos de motor   y no se piensa que prácticamente no tenemos agricultura en este país y ni en que de ese modo acabamos con los recursos naturales, así de sencillo sucede en nuestro país en este gobierno de Abinader Corona como en anteriores. Una política medioambiental coherente, el incentivo a la agricultura, frenar la importación de vehículos, regulación de la migración haitiana sin maltratos a los haitianos y el control de la natalidad, son políticas públicas  que urgen aplicar, pero no podrán darse sin la expropiación del capital financiero privado y los grandes capitales.

Pablo Gutiérrez  Junquera entiende por Estado de Bienestar “… un cierto nivel de desarrollo económico que garantiza empleo y rentas a la población y un sistema público de asignación de recursos que garantiza la cobertura de servicios básicos y la corrección de las situaciones de necesidad no cubiertas por el mercado. Se trata de la consecución de la eficiencia… y de la equidad, entendida como una distribución de la renta con un cierto nivel de igualdad y que garantice a toda la población un mínimo de recursos y de bienes, que son considerados esenciales, prioritarios o básicos” (Gutiérrez J. en El Estado de Bienestar en el Cambio de Siglo: Rafael Muñoz de Bustillo editor, pág. 247. Madrid, Alianza Editorial, colección alianza ensayo, 2000, 401 pp.).

Creemos que bajo el capitalismo no será posible volver a un Estado de Bienestar que hubo en otros tiempos, por lo menos mientras haya gran capital. Creemos que fue un error del socialismo real, que se dio en muchos países de Europa del Este y que todavía se todavía subsiste en Cuba, el barrer con toda la propiedad privada; una cosa diferente tal vez si no se hubiese barrido con la pequeña y la mediana propiedad, no sin ponerle límite a los capitales y al enriquecimiento de los pequeños  y medianos propietarios, en otras palabras evitar las grandes fortunas. De haber sido así el capitalismo ya se hubiese destruido, porque el estado de la conciencia social de la humanidad habría sido otro. Por tiempo considerable debieron mantenerse áreas de un capitalismo residual o burguesía residual, hasta que se trasformara el estado de conciencia social en una franja importante de los sujetos sociales, porque muchas cosas no pueden ser impuestas aunque otras sí.  A la caída del socialismo en Rusia y otros países se estimó en unos 30,000 millonarios en la antigua URSS, millonarios en rublos, fruto de la dedicación a las actividades económicas del mercado negro de esa moneda y de los servicios encubiertos de taxímetros. Ese fue el costo social de la falta de una revolución política, porque la burocracia no se manejaba bien.

Por  Francisco Rafael Guzmán F.

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