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27 de diciembre 2025
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OpiniónMilton OlivoMilton Olivo

Formas de pensar el poder y dar forma al futuro

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En algunas oficinas de Washington, mientras el siglo XX agonizaba y el nuevo milenio asomaba con promesas tecnológicas, grupos de personas se reunían para pensar en grande, para visualizar y dominar el futuro.

Y lo intentaron. A su manera, con sus intereses, sus contradicciones y su desmesura imperial, pero lo intentaron. No dejaron nada al azar. Ya lo habían hecho al final de la Segunda Guerra Mundial, cuando modelaron el orden económico mundial desde Bretton Woods, amarraron al dólar como moneda universal y diseñaron un sistema bancario internación a su medida, sustentado en el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional, el Banco Interamericano de Desarrollo, el Banco Centroamericano de Integración Economica; (BM, FMI, BID, BCIE). Luego, con el sistema SWIFT, conectaron a más de 11.000 bancos y 200 países bajo una red que —aunque se presentaba como neutral— respondía a los intereses de Washington.

Todo eso formó parte de una estrategia, un pensamiento a largo plazo, que pocos en nuestra América Latina se han atrevido siquiera a imaginar en toda su dimensión y complejidad.

Un imperio con hoja de ruta

Cuando terminó la Guerra Fría, y la URSS quedó en ruinas, Estados Unidos quedó como único sheriff global. Era el momento. Se impusieron como árbitros, jueces y jugadores del sistema económico. Promovieron el libre mercado como doctrina (dominaban la producción y la tecnología). Derribaron aranceles y destruyeron proteccionismos. Impusieron reformas estructurales que obligaron a nuestros países a abrir sus economías como si fuera el único camino posible. Y mientras tanto, ellos pensaban. Pensaban en mantener su hegemonía por siglos. Pero algo pasó.

El siglo americano… fue chino

En medio del sueño de supremacía, despertaron sobresaltados. El siglo XXI apenas empezaba cuando descubrieron que China se había convertido en el principal socio comercial no solo de África y América Latina, sino del propio Estados Unidos. La arquitectura que habían construido para dominar el siglo estaba siendo ocupada, pieza por pieza, por otro jugador.

Y vino la pregunta que desnudó el error: ¿A qué horas China se nos metió hasta la cocina? La respuesta es sencilla: mientras ellos creaban estructuras globales para perpetuar su poder, China las estudiaba, las usaba y, finalmente, las dominaba. El fracaso no fue del pensamiento estratégico en sí, sino por razones más complejas atada a los tiempos. Aun así, el ejercicio de pensar en como conquistar el siglo por-venir y ejecutar su plan, es digno de respeto. En América Latina, eso simplemente no se hace.

América Latina: el reino del cortoplacismo

Aquí, normalmente, pensar más allá del próximo período electoral es considerado un lujo. Se gobierna como quien tapa goteras: improvisando. Cada presidente llega con una “visión de país” que apenas sobrevive su mandato. No hay continuidad, ni planificación de Estado. Cambia el gobierno y se entierra lo anterior, aunque funcione. En vez de estrategas, normalmente tenemos administradores. En vez de planes de nación, tenemos planes de campaña. Pero algo está empezando a cambiar.

Una esperanza caribeña: Santo Domingo Este y el poder de pensar diferente

En medio del desconcierto regional, una pequeña luz se enciende en el corazón del Caribe, en la República Dominicana. En el municipio Costa del Faro, Santo Domingo Este, una administración reciente ha demostrado que sí se puede hacer política con pensamiento estratégico, con objetivos medibles y visión de largo plazo.

¿La prueba? Al llegar al poder, el alcalde Dio Astacio anunció un plan de desarrollo a 50 años. En poco más de un año, este gobierno local ha logrado un maravilloso salto de 60 puntos en el SISMAP Municipal, el sistema que monitorea la calidad de la administración pública en los gobiernos locales en RD. Eso no ocurre por casualidad. No se logra con discursos vacíos. Se logra planificando, priorizando y ejecutando con propósito.

Lo que antes parecía imposible en la política municipal dominicana —eficiencia, continuidad, visión— se está haciendo realidad. No desde una capital mundial, sino desde el ayuntamiento más grande de Centroamérica y el Caribe Costa del Faro, Santo Domingo Este. Es un ejemplo de que cuando se piensa estratégicamente, se transforma la realidad, incluso desde abajo.

Pensar o perecer

No hay futuro sin estrategia. Y no hay estrategia sin pensamiento. Pero hay señales, pequeñas, concretas, esperanzadoras. Si una administración municipal puede avanzar sesenta puntos en eficiencia en un año, ¿qué no podríamos lograr como país, como región, si reconocemos ese ejemplo y lo elevamos a la dimensión que representa?

Y si queremos escribir una página propia, hay que empezar por pensar. Como lo está haciendo el gobierno municipal de Costa del Faro, Santo Domingo Este, que para mi es la luz que emerge como guía para hacer realidad un futuro diferente para la Republica Dominicana, por eso lo veo entre todo los futuros candidatos presidenciables como el más aventajado, como el modelo de presidente, que en a futuro, el pueblo dominicano necesita. Ya lo dicen las sagradas escrituras; “Por sus hechos, los conoceréis”.

El autor es escritor y analista político.

Por Milton Olivo

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