Estoy completamente de acuerdo con la propuesta de la Fundación Institucionalidad y Justica (Finjus), para que el Consejo Nacional de la Magistratura designe al consultor jurídico del Poder Ejecutivo, Flavio Darío Espinal, como presidente de la Suprema Corte de Justicia.
Creo, sinceramente, que por su experiencia profesional y por el excelente trabajo que viene realizando al frente de la consultoría jurídica del Poder Ejecutivo, nadie tendrá mejor desempeño al frente de la Suprema Corte de Justicia el doctor Flavio Darío Espinal.
De manera que, comparto las declaraciones emitidas por el vicepresidente ejecutivo de Finjus, Servio Tulio Castaño Guzmán, en el sentido de que “Espinal reúne todas las condiciones y requisitos para ocupar cualquier posición en las llamadas altas cortes”.
También estamos de acuerdo con Castaño Guzmán, en el sentido de que “hay personas que pueden estar vinculadas al gobierno que no se pueden descartar por lo que en el país de debe comenzar a desmontar mitos”.
Al igual que vicepresidente ejecutivo de Finjus, definimos a Espinal como un jurista a carta cabal, con una experiencia acabada en el Estado. Que ha sido embajador ante la Organización de Estados Americanos y en Washington”
Castaños Guzmán dijo: “Es un hombre que ha tenido una conducta en este país. Es decir, que los niveles de integridad que ha tenido Flavio Darío Espinal lo hacen merecedor de ocupar cualquier posición en el Estado dominicano, y en esta ocasión cuenta con el perfil ideal de ocupar la presidencia de la Suprema Corte de Justicia”, de todo lo cual estamos seguros.
Estamos seguros de que muy pronto, la SCJ será presidida por un jurista de las condiciones del doctor Flavio Darío Espinal, a pesar de las declaraciones negativas de los voceros de los partidos de oposición, así como de otros sectores que se supone, ya que tienen sus candidaturas para seleccionadas para esa importante posición. Estos sectores han alegado, entre otras cosas, que “la elección de Espinal sería un traje a la medida para el PLD, lo que vemos como una retaliación política y una actitud ridícula de su parte.
Por José Guerrero
