ENVÍA TUS DENUNCIAS 829-917-7231 / 809-866-3480
27 de diciembre 2025
logo
OpiniónAnn SantiagoAnn Santiago

Feminicidios en RD: Ni una menos… pero siguen matando

COMPARTIR:

Otra más. Otro nombre. Otra foto compartida. Otra historia que se repite como un eco violento que ya no espanta a nadie. Porque en este país, ser mujer es una condena silenciosa. Y amar… muchas veces, una sentencia de muerte.

Vivimos en un país donde el feminicidio se volvió estadística. Una más. Una menos. Una menos que vuelve a dejar hijos sin madre. Una menos que ya no podrá cumplir sus sueños. Una menos que denunció, pidió ayuda, y fue ignorada. Porque aquí las mujeres no mueren por sorpresa. Mueren después de haber gritado, llorado, rogado. Y nadie las escuchó.

Las autoridades se llenan la boca con discursos. Declaran “alerta nacional”, crean campañas coloridas, marchan con pancartas y se toman fotos. Pero cuando una mujer llama al 911 y dice “me quiere matar”, la respuesta tarda. O no llega. O llega… cuando ya está muerta.

El sistema está roto. Y no es por falta de leyes. Es por falta de voluntad. Porque el machismo no es solo cultural, es institucional. Está en el juez que minimiza. En el policía que pregunta “¿pero qué le hiciste tú?”. En la familia que le dice “aguanta por los hijos”. Está en todos los que miran para otro lado y luego se visten de luto digital.

Y no. No fue un arranque de celos. No fue “porque la amaba demasiado”. No fue una tragedia. Fue un crimen. Fue violencia sostenida, disfrazada de amor. Fue una sociedad que le falló a otra mujer. Otra más.

Mientras tanto, nos siguen matando en silencio. En las casas, en las calles, en las relaciones donde el control se vende como cariño. Nos matan de a poco: con indiferencia, con silencio, con impunidad. Y luego nos piden que tengamos cuidado, como si la culpa fuera nuestra. Como si vivir fuera una provocación.

Cada mujer asesinada es una prueba de que el país no está funcionando. De que no basta con decir “ni una menos” si después no hay justicia. No hay protección. No hay consecuencias reales.

Este no es un tema de género. Es un tema de humanidad. Porque cada vez que una mujer muere en manos de quien decía amarla, también muere un poco el país que seguimos fingiendo que está bien.

Y sí, ya sabemos los nombres. Pero también sabemos los finales. Y eso es lo más doloroso: que ya casi podemos adivinarlos.

Comenta