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26 de diciembre 2025
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OpiniónJulián PadillaJulián Padilla

Expresiones blindadas y la fuerza de la verdad

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Se sigue debatiendo la ley de libertad de expresión y difusión del pensamiento, en una sociedad que fue mal acostumbrada a no desarrollar su juicio crítico, aunque todos somos politólogos, y expertos en pelota, sin embargo, no es lo mismo ver el juego desde los bleachers que tomar un turno al bate con un lanzador que tira la pelota a 98 millas por hora.

Narrar el juego no es lo mismo que jugarlo, pero los resultados del juego no son un secreto y se corresponden con la verdad y la impresión que el público se lleva al disfrutar un partido. Se puede estar a favor o en contra de una decisión tomada por el árbitro y aplaudir o abuchear al mejor jugador del equipo contrario. Para los fanáticos todo es permitido y en ese escenario no se busca coherencia, sino disfrutar del espectáculo.

Pero en la vida diaria, en la cotidianidad, cuando bajamos a los niveles de la humanidad, a conocer los porque, los para que y las mismas emociones condicionan la conducta humana, entonces, la pelota cambia de color. El conocer una información fresca, que realmente presente los hechos que acontecen, es tal vez la tarea que debería desarrollar, quien persigue informar, denunciar, o sencillamente analizar.

Pero independientemente de que todo esto que les cuento puede ser perfectamente manipulable o parte de una manipulación, cabe la necesidad de imaginar escenarios o intentar de comprender el porqué suceden las cosas. De nuevo, toda acción trae una reacción, toda realidad que experimentamos tiene una causa y un efecto. Y normalmente nos quedamos solo a contemplar los efectos y a quejarnos por ellos y no profundizamos en la búsqueda de causas y posibles soluciones.

A pesar de todo esto y del color que elijamos para proyectar lo que para nosotros es lógico y verdadero, la verdad tiene su propia fuerza que es sencillamente imparable. Hemos querido racionalizar la verdad indicando que todos tenemos la razón, que todos tenemos nuestra verdad y que por ello existe la post verdad. Pero en el fondo la verdad sigue siendo una y no la impresión que nos causa un evento o como interpretamos los acontecimientos en un momento dado. Las intenciones, las acciones e inacciones que se pueden vincular con un hecho, comienzan entonces a dar explicaciones que nos permiten contestar preguntas fundamentales en una investigación empírica: que, como, porque, para que, donde, quien.

Si logramos sistematizar esta búsqueda del conocimiento, seguramente descubriremos una vía personalidad para aprender a aprender. Aunque el mismo aprendizaje no debe quedar solo en el conocimiento, sino movernos a un accionar diferente. “El que sabe y no actúa no sabe” es una enunciado que se puede utilizar para justificar el proceso real de aprendizaje.

El circulo del aprendizaje de Deming: pensar, decidir, hacer, reflexionar. Y los tres ciclos mostrados para lo que sería el aprendizaje organizacional, nos invitan a buscar aquellos círculos que compensan o que refuerzan la conducta que encontramos como impropia o que se debe cambiar.

Fuera de lo que sería una reacción como consecuencia del instinto primario de conservación, o la excepción que surge al tratarse de un enajenado mental, se entiende que las conductas proactivas o reactivas, siguen siendo de la responsabilidad personal, de quien exhibe o se abstiene de actuar. Por eso en el campo de la religiosidad se entiende, que podemos pecar por lo que hacemos, pero también por lo que dejamos desear y hasta por nuestras más secretas intenciones.

Por encima de todo esto y como piedra fundamental que describe, justifica, aclara, explica nuestro accionar, esta la fuerza de la verdad. Como quiera que usted intente mirar el vaso, lleno o vacio, su contenido es el mismo, H2O, es decir, agua. Esa agua podría ser potable o estar contaminada. Podría provenir de un fango o de un rio cristalino. Podría ser natural o procesada o mostrar un sabor salado por provenir de las aguas del mar. Pero esa fuerza que de manera intrínseca tiene la verdad, ser develara, y aunque se pretendan ejercer presiones sobre ella, para manipularla, esconderla, maquillarla, esa verdad saldrá a flote de manera inexorable.

Es que los principios están ahí, son inmutables. Una analogía describe el esfuerzo que hacia una persona por esconder debajo del agua de una piscina una pelota de pin pong. Y duró varios minutos sin que nadie se enterara que allí estaba, empuñada en su mano derecha. Pero sin querer, un movimiento que otra persona hizo, le hizo tragar agua y por auto protegerse abrió la mano y la pelota de ping pong salto por los aires. Su peso era mucho menor que la resistencia natural que tenía el agua de la piscina y salió la pelota disparada. En ese mismo momento quedo develada la verdad y todos se dieron cuenta que no era cierto que la pelota se había perdido.

Así mismo pasa con esa verdad que queremos ocultar o que queremos censurar y hasta castigar para que no sea compartida. Saldrá a flote y entonces, lo más importante sería, que la gente tal vez utilice las expresiones de duda, la interrogación retorica, o la metáfora, para no aseverar o asegurar sus pronunciamientos.

Utilizando el condicional con la terminación “ría”, se pueden evitar muchos encontronazos, algunos adverbios terminados en mente, por ejemplo posiblemente, supuestamente. O estas expresiones que no albergan la seguridad o la afirmación categórica: ¡quién sabe eso es cierto!, ¡tal vez eso pudo haber ocurrido!. Pero como nos gusta el protagonismo, y así logramos más vistos, entonces colocamos el tremendo titular: Mengano se robo unos cuartos y ahí viene el dilema.

Tal vez necesitemos algún refrescamiento en algunas materias como la gramática en la lengua española, aunque no es lo mismo escribir que seguir la emoción y el ímpetu al comunicar frente a unas cámaras. Algunos se envalentonan y sueltan por ahí para abajo lo que sienta decir, más que lo que deba decir. De esta forma, se informa sobre un tema de interés y no se  establecen acusaciones que nos pueden llevar a un indeseado tema judicial.

Pero nos gusta más el morbo, y lograr más audiencia, utilizando mentiras, títulos falsos y acusaciones infundadas, o cuando damos como noticia hechos que nunca han ocurrido. Al final tenemos que pagar las consecuencias.

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