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26 de abril 2024
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4 min de lectura Una mirada al pasado

Evocación, grandeza y heroísmo de las tres ‘Mariposas’

Evocación, grandeza y heroísmo de las tres ‘Mariposas’
Hermanas Mirabal. (Fuente externa)
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Para mí, las hermanas Mirabal también son heroínas, llamas de rebeldía y símbolos de la patria… todo eso y mucho más fueron ellas. Hoy las evoco, exalto su memoria y realzo su sacrificio.

Quiero decir que ofrendaron sus vidas como ‘Mariposas’ que volaron alto, y su legado aún pervive en el tiempo. Debo reconocer que la nostalgia oprime el alma nacional 60 años después de la gran tragedia.

Patria, Minerva y María Teresa no estuvieron solas: su martirio fue compartido con Rufino de la Cruz, el chofer que las acompañaba. Los cuatro sufrieron torturas crueles y fueron brutalmente asesinados. Ese monstruo terrible que era Trujillo devoraba a sus enemigos, triturándolos con sevicia, y constituía una verdadera fábrica de muerte.

El trío de mujeres fueron una terrible amenaza para el tirano cruel. En realidad, Minerva Mirabal fue la gran activista de la familia, pero su rebeldía envolvió a sus hermanas y compañeras de martirio. Las hermanas no llegaron solas al sacrificio heroico.

Diré algo que a muchos sorprenderá. El 25 de noviembre de 1960, Patria y María Teresa murieron asesinadas porque acompañaban a Minerva, la verdadera amenaza de la tiranía. Ellas dos estaban con su hermana el día fatal, como lo estaba también Rufino de la Cruz. Así pues, los tres llegaron al martirio por solidaridad con la gran Minerva. Son mártires por arrastre.

La prueba de lo que digo es que Dedé no fue tocada, y sobrevivió con el amargo recuerdo de sus hermanas martirizadas. Cierto, ella fue una mártir emocional. Otra prueba: Patria vivía apartada con su esposo, Pedrito González, y María Teresa convivía con Leandro Guzmán en Santo Domingo. Otrosí, cuando Minerva se casó con Manolo, en 1955, la prensa la llamó «roja», un rótulo fatal, casi una sentencia de muerte.

He dicho que Minerva era la gran rebelde. Pericles Franco Ornes fue para ella un imán revolucionario: influyó en su pensamiento y avivó su callado antitrujillismo. El contacto fue tan político como íntimo. Claro, Pericles pasó por ella sin dejar ruinas: apenas encendió el tizón del amor, y se apagó muy rápidamente. Sin embargo, dejó huellas en lo político.

Minerva estaba sumida en libros y revistas; tenía derecho a soñar y abrigar ilusiones. Era una joven provinciana, inquieta y libertaria. Su anhelo: redimir al pueblo dominicano e inaugurar la democracia.

La familia Mirabal-Reyes sufrió persecuciones y peligros. En efecto, asistieron a una fiesta en San Cristóbal. ‘El Jefe’, galante y varoril, bailó a Minerva y la paseó por la pista, fascinada ella y arrojado él. Pero ocurrió un incidente. La familia abandonó el lugar antes que Trujillo lo hiciera, y al otro fueron llamados a rendir cuentas y a ofrecer su fidelidad al dictador. La humillación fue aceptada y la cosa quedó «trujillistamente».

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Más tarde vendrían un lance amoroso y otro altercado. El escenario fue el Hotel Montaña de Jarabacoa. Allí volvieron a bailar con la misma devoción: repitieron el juego corporal. ‘El Jefe’, seducido ya por esa joya de mujer, no aguantó y se lanzó, estrellándose contra el temple moral de Minerva. (Reservo los detalles para mi «Manolo: la ilusión heroica», un libro que pronto nacerá.)

Manolo la llevó al firmamento del amor. Minerva se convirtió, así, en una diosa de la alcoba, sumida en el clímax de la intimidad. Manolo era un devorador de féminas, pero no arrollaría a Minerva como una más. Claro, ella sufrió en el matrimonio y llegó al desencanto. Antes del martirio físico, vivió el martirio de la infidelidad. Fue una mártir doble, quiero decir, una heroína de la patria y del amor.

Su firmeza distinguió a Minerva como una líder. La principalía del vigoroso Movimiento 14 de Junio le habría tocado a ella, si no fuera por su feminidad. Aun así, se llevó el triunfo: por ella escogieron a Manolo como el presidente del 1J4. (Prometo más detalles en mi «Manolo: la ilusión heroica».)

Se inspiró en Fidel Castro, el gran redentor de América Latina, y hasta le escribió un poema acróstico, ese grito de poética inspiración. La conspiración precitó los acontecimientos. Llegan las expediciones de junio de 1959. El régimen devela al 1J4 y encarcela a los catorcistas, en enero del 60′. La Iglesia grita. Apresan a Minerva y a María Teresa, y comparten el infortunio con otras mujeres. Son liberadas.

Trujillo definió a sus dos grandes incordios: el clero católico y las Mirabal. Una confesión pública del sátrapa era una sentencia fatal. Se deshizo de sus enemigos, anuló a las ‘Mariposas’ y sobrevivió todavía un poco más.

El 30 de mayo de 1961 acabó en un charco de sangre, acribillado a balazos. Sin embargo, esa historia reclama otras miradas, un libro y más tinta.-

 

 

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