EL NUEVO DIARIO; SANTO DOMINGO.- Pensar en tía Esperanza es, de entrada, pensar en humildad, tanto, que aún siendo una gloria de la gastronomía criolla, prefirió siempre que la llamaran cocinera y no chef.
Tanto, que llegándose a codear con la crema y nata en los más exquisitos festivales, siempre le dio a probar al mundo un poquito de su chenchén, o de la receta del pastelón de chicharrón con yuca que se trajo bajo el brazo de su natal Palmar Abajo, en Santiago.
Pensar en tía Esperanza es pensar en elegancia, pero no en elegancia de clase, sino del alma.
Pensar en ti, tía Esperancita, es saber que se es capaz de ser brava y noble al mismo tiempo, porque tú entendiste que no se pueden ganar todas las batallas, pero sí que todas se luchan de pie.
Tu corazón, tan grande como los arbolitos que alegraban tu casa y nuestras vidas cada navidad, desde antes que el propio Santacló, siempre tuvo espacio para acomodarnos a todos.
Y así, fuiste la compañera indispensable del tío Franklin, la fiera protectora de tus hijos y nietos, el abrazo cálido para tus sobrinos. Pendiente a cada cosa y a cada uno, nos arropaste hasta el final con tus sabios consejos, con tus platos llenos de cariño y tu mirada diáfana.
Porque como bien dijiste en una entrevista reciente: “Yo nunca en mi vida he podido sentir envidia. No sé lo que es eso. Para mí el cocinero no puede ser envidioso porque trabaja para atender a los demás, para hacer felices a los demás”, y así lo cumpliste en cada respiro y hasta el último.
Tía Esperancita, pensar en ti es saber que serás la dueña eterna de nuestros recalenta’o de Nochebuena, de la sonrisa sincera detrás de la puerta, de la olla mágica con la receta de una vida de servicio que no supo más que de hacer el bien.
Rota por dentro, pero agradecida de que todo esto te lo dije en vida.
Medio siglo de entrega a la gastronomía dominicana
En el 2011, por resolución del Consejo Nacional del Ministerio de Cultura, se le concedió el título de “Maestra de la Cultura Gastronómica Dominicana” en un acto público en la Feria del Libro.
Además, el Instituto Culinario Dominicano, adscrito a la Universidad de Puerto Rico, la nombró como un referente de calidad por realizar un arduo trabajo en defender y promocionar la gastronomía del país.
Durante el período de gobierno del expresidente, Leonel Fernández, también fue reconocida por su labor en el arte culinario dominicano.
Esperanza fue maestros entre maestros, dedicando parte de su vida a la enseñanza de elaboración de platos criollos que entremezclaba con internacionales y a la creación de menús de renombrados restaurantes locales.
Desde entonces, llevó la comida de República Dominicana a diferentes países, desde Argentina, Italia, Estados Unidos, Panamá, Perú, España, Brasil, Francia, China, Corea, Venezuela, México, Canadá, llegando incluso Japón o a Rusia.
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