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19 de diciembre 2025
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OpiniónFrancisco Cruz PascualFrancisco Cruz Pascual

Escuela y ética

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La escuela necesita trabajar la ética en todo tiempo y espacio, porque la ética define lo que está bien y lo que está mal en la convención social que se ha generalizado en el ámbito de los quehaceres diarios. Se trata de la cotidianidad conductual de los individuos en la sociedad moderna que tiene a la familia como estandarte paradigmático. Contra ese estandarte maquinan algunos sectores interesados en cambiar la cultura actual de la humanidad, es una lucha de data muy antigua que se da entre individuos que representan intereses. Uno de los sectores que lidera esa lucha trabaja en el socavamiento de las características fundamentales de la ética.

Se sabe, que todos los principios que dan sustento a la ética poseen la intención de propiciar una ruta que guie a la humanidad por los senderos positivos, para establecer en el recorrido del camino, cuáles deben ser los comportamientos que se consideren correctos o incorrectos en el transcurrir de la convivencia entre seres humanos.

También se sabe, que la ética no pretende ofertar respuestas correctas ante los acontecimientos humanos específicos, lo que ella pretende es convertirse en un marco contextual que le facilite a los seres humanos el reconocimiento racional de las buenas y malas conductas, siempre en pro del bienestar común de las personas.

La ética no se impone, ella debe ser acatada y reflexionada a conciencia del bien colectivo. Pero, debe ser asumida en forma consciente por los ciudadanos. Para eso deben existir dos ámbitos esenciales funcionando en combinación, se trata del binomio de la familia y la escuela, lugares claves para la introspección y transformación de las situaciones humanas. Es así, porque la ética tiene que ver con el otro. Los fundamentos de la ética se asocian a la convivencia en todas sus posibilidades y para ello, se necesitan los otros “yo” de los que hablaba Ortega & Gasset.

Convivir en armonía, en forma pacífica y reconociendo los derechos de los demás que se reflejan y producen desde nuestros deberes.

Los derechos acarrean las responsabilidades de los deberes. Es por eso que la ética busca identificar las acciones que las personas deben realizar en busca de crear contextos para vivir en armonía, cultivando responsabilidades y respeto.

Como existen mundos individuales, porque cada uno posee su mundo particular, la ética se crea con la finalidad de resolver conflictos entre esos mundos particulares. La ética no es una casualidad, es una creación que nace de la necesidad de armonía social, como exigencia de la autoridad que produce la civilización.

La ética se constituye en lo que se puede considerar un microsistema de fundamentaciones morales. Por ello, alcanza a convertirse en una estructura capaz de encontrar cuestiones comunes entre los distintos y múltiples mundos (para unirles en procura de acciones conjuntas), resaltando lo que une a esos mundos sobre lo que les desune.

La ética no liquida los conflictos sino que los resuelve a través de herramientas de vocación común.

La ética nos coloca sobre opciones para tomar decisiones, ella no impone ni es concluyente, porque busca trabajar la consciencia particular sobre las conveniencias y perjuicios de las acciones de cada una de las personas que conforman la sociedad.

Los fines, los principios o fundamentos de la ética distan de ser absolutos, porque se sustentan en la experiencia de saber que existen momentos para definir las buenas acciones y momentos de mayor complejidad, que necesitan resolverse a través de métodos y que estos métodos necesitan una metodología basada en los valores que facilitan el debate, la reflexión, el análisis y la toma de decisiones.

La complejidad de la vida humana se vuelve peligrosa cuando no se maneja con justicia el conflicto entre los individuos. Por esa razón la ética facilita plataformas de valores para poder transitar el debate y así poder tomar decisiones acerca de lo que más conviene al colectivo y lo hace, sin ofrecer verdades absolutas ni dogmáticas, porque su experiencia le ha dado la capacidad para reconocer que no existe una sola verdad, porque cada uno de los mundos particulares creados en la mente de cada individuo, posee una verdad desde la lógica de sus conveniencia.

Es ahí en donde la ética se aleja de los sentimientos y se vuelve hacia lo que conviene a la comunidad.

 

Por Francisco Cruz Pascual

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