Los partidos políticos están disminuidos desde diferentes aspectos. Han perdido el rumbo conceptual de la ideología o al menos del sentido ético del comportamiento. Se han dividido y parecen estar movidos más por el interés que por el propósito de servir.
El oficial Partido de la Liberación Dominicana (PLD) ha estado gobernando solo, sin una oposición que le produzca el necesario equilibrio, bien como fuerza social representada en las instituciones o bien por la formulación de buenas ideas para encarar los principales temas nacionales.
Esa soledad, sin embargo, el PLD ha podido sortearla con su capacidad de cohesión interna y su disposición de manejarse con discreción y buen tino. Con esa actitud ha sido de alguna manera su propio contrapeso.
Así pudo ganar los últimos tres procesos electores presidenciales, congresuales y municipales, obteniendo mayoría en cada uno de los rangos. Sin embargo, su lucha interna parece estarlo asimilando a la dinámica de las demás organizaciones políticas que han venido ripiándose internamente. Pudiéramos estar ante un posible colapso del sistema político en nuestro país.
