La envidia es un tema muy recurrente en la cultura dominicana y en muchas otras. Sin embargo, en muchas ocasiones cuesta diferenciar la envidia del halago, o la envidia sana de comentarios aparentemente inofensivos. La envidia es una pasión, y como tal no podemos eliminarla del todo, solo minimizarla o disimularla. La envidia se convierte en un comportamiento que en casos extremos puede llegar a ser una forma de vida. La vida del envidioso. Muchos de los veteranos recordarán la canción de Blas Durán, ¨El envidioso¨. Y esta forma de vida puede dar lugar a una obsesión.
El envidioso puede estar tan pendiente de la vida de los demás que se olvida de la propia. Solo ve la paja en el ojo ajeno. La envidia está tan presente en el ser humano que se habla de ella en todas las grandes religiones. Para los cristianos, es uno de los siete pecados capitales. Para Santo Tomás de Aquino, la envidia, no es solo tristeza por el bien del otro, no es solo desear lo que el otro tiene, sino querer que no lo tenga.
Aunque pueda parecer claro, no existe una definición generalizada sobre la envidia. Se dice que la envidia es el deseo inconsciente de poseer algo que no es poseído por nosotros y sí por otros. La definición que hace Wikipedia (2012) me parece muy acertada. ¨Es el sentimiento o estado mental en el cual existe dolor o desdicha por no poseer uno mismo lo que tiene el otro, sean bienes, cualidades superiores u otras cosas¨.
En general, la envidia parte de una comparación asimétrica entre el envidiado y el envidioso. De abajo a arriba. Pocas veces se envidia al que está peor que tú. No se envidia al que se considera inferior. La mediocridad está libre de envidia. En el fondo, aunque no lo reconozca, inconscientemente, el envidioso parte de una posición de inferioridad, por eso busca ¨excusas¨, para reprochar al envidiado. Ya sean cuestiones/motivos económicos, morales o políticos.
La envidia pocas veces se produce cuando se comparan dos sujetos muy alejados socioeconómicamente. Hay que resaltar que la envidia no solo hace referencia a lo material. En las sociedades donde existe una amplia clase media, la envidia se reduce, y aumenta en sociedades en donde las desigualdades son grandes; por ejemplo, en países subdesarrollados.
El envidioso parte de una falsa posición de superioridad que solo ve él. La envidia supone una serie de connotaciones morales negativas como la maldad, la crueldad, la doblez, el sadismo, la avaricia, etc. Por eso las críticas se camuflan como ¨criticas positivas¨ o como ¨envidia sana¨. Muletillas como: ¨Lo digo por tu bien¨, son comunes en sus conversaciones. El envidioso odia al envidiado, no por ser como es, sino porque se odia a sí mismo por ser quien es y como es. Y esa imagen de si mismo, cree verla reflejada en el envidiado. Las relaciones interpersonales no son constantes, es decir, lineales. Hay muchos momentos de amor /odio en los que suele aparecer la envidia. La gran paradoja interna del envidioso es que admira al que envidia, aunque se empeña en no ver motivos para admirarlo. Tiene que hacer ver que lo odia o lo desprecia para justificar su atraque y defenderse.
El objetivo del envidioso es que sus críticas coloquen al envidiado en la posición que él cree que merece en la sociedad y ante la opinión pública. La forma más directa de conseguirlo es la difamación. La difamación es el proceso por el cual se logra desacreditar gravemente la buena fama o reputación de una persona como afirma la psicóloga Silvia Tarragó. Es hablar mal de alguien para desposeerle de su buena fama. Es habitual aprovechar errores puntuales para criticar al envidiado a modo de profecía autocumplida. Los envidiosos, en general, suelen ser personas soberbias. Tienen el ego muy grande.
Ellos siempre son mejores que los demás. La sociedad, incluidos familiares y amigos, suelen estar en continua deuda con los envidiosos, porque no les reconoce sus méritos. Los tratan de forma injusta. El envidioso nunca reconocerá que se siente inferior, por eso camufla la realidad con la expresión ¨envidia sana¨. Cuando se produce envidia de arriba hacia abajo, siempre se hace con falsa modestia. ¨Envidio tu libertad porque no eres famoso¨. Pocas veces se hacen estos comentarios sin mala fe o desde el corazón. ¨Como no tienes bienes materiales, no tienes cosas de qué preocuparte¨. ¨Como no tienes una hipoteca, no tienes miedo a que te quiten la casa¨. Son frases que escoden sentimientos de superioridad con toques de crueldad. He escuchado a personas decir que un homeless o sin techo no tiene miedo que le quiten la casa. En realidad, su situación es horrible.
El sadismo y la soberbia dominan este tipo de pensamiento. El que dice esto, seguro, que no se cambiaría ni por un segundo por el mendigo. Se suele utilizar la palabra envidia en sentido, aparentemente positivo o en el buen sentido de la palabra. Se está reconociendo que la envidia tiene un carácter destructivo y malvado. Se desea que esa persona pierda lo bueno que tiene: dinero, buenas relaciones, amigos, autoconfianza, estabilidad, estatus, clase social, pareja, etc.
En el fondo el objetivo de la envidia no es solo el bien que el otro posee, sino también sus capacidades. La envidia puede verse silenciada por un tiempo, pero siempre aparece en momentos puntuales. Otra forma de envidia es el silencio activo. No hablar para no criticar. Un silencio agresivo. Me niego a reconocer lo que envidio de ti,
porque me avergüenza.
En las reuniones que implican gastos económicos, por ejemplo, ir a cenar o ir de copas, el envidioso siempre intentará escaquearse/eludir pagar, porque considera que los demás están mejor que él económicamente. El envidioso es hábil buscando excusas para rebajar los méritos del envidiado. El envidioso suele pasar de la admiración a la mediocridad en cuestión de segundos. ¨Mira que bien le van las cosas a menganito. Bueno, tampoco tiene tanto mérito, sus padres tienen dinero o le ha tocado una herencia¨. Los envidiosos siempre utilizan frases que implican un juicio o critica moralista. Si a alguien le van bien las cosas en su negocio, no es fruto de su trabajo, es porque está robando, paga poco a sus trabajadores, paga pocos impuestos o hace negocios ilegales. Siempre utiliza razonamientos simplistas para explicar una realidad mucho más compleja.
Se ignoran los logros, la preparación, el trabajo que hay detrás de los bienes materiales. El envidioso quiere ser el envidiado. El envidioso se ve a sí mismo como patrón social, como modelo a seguir, algo que esconde una enorme inseguridad o complejo de inferioridad, aunque también la envidia puede proceder de la avaricia y la maldad. El envidioso es un ser acomplejado, lleno de carencias.
Algunos envidiosos pueden llegar a desarrollar ¨manía persecutoria¨, que en realidad esconde soberbia, un halago hacia sí mismo. Los demás le persiguen porque quieren ser como él. Los envidiosos suelen criticar en exceso a los demás, pero con astucia, para no ser descubiertos como el envidioso clásico. En casos extremos, pueden derivar en delirios. Conozco a un tipo que se cree muy lindo (guapo), simpático e inteligente. El sujeto se cree que lo persiguen. Cuando le pregunto por qué, cuando no es famoso, no tiene mucho dinero y no es tan listo, no sabe explicarlo.
La envidia está muy presente en el lenguaje coloquial. Cuando algo nos parece bueno, decimos que es envidiable. Hay multitud de frases que hacen referencia a la envidia. ¨Se lo come la envidia¨, ¨Se consume de envidia¨, ¨Se muere de envidia¨, ¨Le ciega la envidia¨. La envidia tiene hasta color. La gente se pone verde de envidia. En muchas ocasiones, el verde está asociado a lo feo, lo grotesco, lo temible. Por eso los dragones son verdes, los cocodrilos, los sapos, los ogros y muchas serpientes. Sin olvidar que la mayoría de los extraterrestres son verdes.
La envidia se oculta ante la sociedad porque es inmoral socialmente. Parte de nuestra eterna hipocresía. Queremos ser como el envidiado, pero sin el trabajo o los méritos que eso conlleva. Por eso lo ocultamos a toda costa o la disfrazamos con eufemismos como envidia sana. Si escarbamos un poco en el asunto, pocas personas tienen realmente envidia sana mayoría de las veces la supuesta envidia sana conlleva mala fe.
En este sentido la envidia conecta con ¨el mal de ojos¨. Detrás de un aparente cumplido, se oculta la maldad del que la pronuncia. ¨Que vaca más bonita tienes¨. Si al cabo de poco tiempo la vaca muere, el halago se convierte en mal de ojos. Esta pasión da lugar a multitud de actuaciones. En países como México, utilizan el ¨ojo de venado¨ para protegerse del mal de ojos. Conviene recordar que la envidia parte de posiciones asimétricas. Por eso en países con una amplia clase media, la envidia disminuye y aumenta en los pueblos, y en las zonas en donde existen diferencias socioeconómicas notables. Si mi vecino y yo tenemos más o menos lo mismo, no tengo porqué envidiarlo mucho. El problema es que la envidia toca muchos temas. Por ejemplo, el moral o el ético. La envidia puede afectar al plano sentimental o amoroso. Quien no ha escuchado, al ver a un tipo feo con una mujer bonita, eso es porque tiene dinero o porque tiene un buen miembro viril.
Envidia cochina
Los argumentos y las racionalizaciones de los envidiosos pueden ser hasta graciosos o incluso mágicos. Atribuyen los méritos de alguien a la ¨buena suerte¨. Los méritos del envidiado no dependen de hacer bien las cosas o del trabajo duro sino de la suerte o de la injusticia del mundo. Con frecuencia la envidia la generan personas que no tiene ninguna relación con el envidiado. No conocen en verdad al envidiado, solo se imaginan como son. Por eso les molesta la simple existencia del envidiado. La mayoría de los envidiosos son narcisistas. Tienen un alto concepto sobre sí mismos. Los envidiosos son los demás. Ellos son seres perfectos.
El envidioso es un sujeto frustrado porque no tiene lo que desea. No se acepta a sí mismo y anhela ser otro. Al no poder reducir sus metas en la vida para ser más feliz y menos envidioso, su vida se convierte en un autentico calvario; ya que siempre está pendiente de la vida de los demás, no en mejorar la suya. Al ser incapaz de centrarse en su vida, y estar pendiente de la vida de los demás, se convierte en una persona triste que desea que todos los envidiados estén peor que él. En el fondo quieren ser envidiados/admirados, y ese no reconocimiento les causa frustración y dolor. Le persigue la sombra del otro. La única solución que considera el envidioso para curar su ¨enfermedad¨ es la destrucción del envidiado, física o psicológica. Por eso fantasean con la muerte o la desgracia del envidiado. De manera sutil, los envidiosos, intentan resaltar todas las cualidades negativas de los envidiados sin que parezca algo personal.
Los envidiosos suelen utilizar frases que comienzan por: ¨A mi no me gusta criticar, pero….¨seguido de una crítica envidiosa. Solo el que se acepta a sí mismo no tiene necesidad de envidiar o lo hace como envidia sana real. La envidia es incurable. Lo único que puede hacer el envidiado es poner distancia de por medio o cortar cualquier vinculo con el envidioso. Tenemos que pensar en nuestra propia situación y centrarnos en nuestros propios objetivos. Hay que mantener la calma y no darles demasiada información personal, ya que la utilizarán en tu contra a la menor oportunidad. No dar mucha importancia a sus comentarios. Si el envidioso es insistente hay que alejarse de él e iniciar relaciones más sanas y equilibradas. La envidia es el sentimiento contrario al amor y la fraternidad, ya que busca dañar a los otros. Para el envidioso, la alegría de los demás, se convierte en tristeza propia.
Según la neurociencia, la envidia provoca dolor, mientras que los fracasos de los sujetos o colectivos envidiados provocan liberación de dopamina. Se suelen confundir los celos con la envidia, aunque son sentimientos diferentes. El problema es que en ocasiones se dan de forma conjunta. La envidia se da respecto a un atributo o bien material que no se posee, mientras que los celos implican a una tercera persona. Se posee algo que un tercero intenta quitarte. Los celos, por tanto, suelen ir emparejados con una sensación de traición. La persona que creíamos nuestra no traiciona con otro/a.
Los seres humanos dependemos mucho de nuestra reputación, como animales sociales que somos. Es importante como nos vemos a nosotros mismos pero también como nos ven los demás. Y ese círculo vicioso refuerza nuestra autoestima. En las sociedades capitalistas y en las que no los son, existe una jerarquía social basada en la reputación o en los bienes materiales. Nadie quiere ser el patito feo, el loco o el hazme reír de su pequeño mundo. Sufrimos cuando nos sitúan por debajo de donde creemos que estamos, pero también cuando otro ocupa el lugar que creemos merecer.
Las redes sociales, por ejemplo, están llenas de haters, personas envidiosas que se esconden en el anonimato de Internet. A estos individuos les molesta la posición social, los logros, los éxitos, la economía, las cualidades, los dones, el talento o los bienes materiales, y hasta las relaciones sociales de otros. Son comunes frases como: ¨cuando no tengas dinero, tus amigos te abandonarán¨. Cuando hacen este tipo de comentarios, los envidiosos se retratan a sí mismos. Para ellos, la amistad, es puro interés económico.
En un mundo cada vez más polarizado, los haters cada día son más numerosos y los pacifistas menos. Como decía Herman Hesse, cuando envidiamos a alguien, odiamos en su imagen algo que está en nosotros. Como un sentimiento negativo que es, la envidia suele estar en el fondo de los prejuicios. Las reacciones de las personas envidiadas suelen ser irónicas o de burla, aunque a veces hay personas que se defienden con agresividad. Cuando la envidia es prolongada, suele dar paso al resentimiento y provocar trastornos depresivos y ansiedad.
De la envidia no nos libramos ni cuando la fortuna precede de un golpe de suerte, como cuando toca dinero en juegos de azar como las loterías. El envidioso siempre hará comentarios del tipo: ¨Que suerte, me podría haber tocado a mí ¨ o ¨Ese ya tiene mucho dinero¨. También son frecuentes las reflexiones del tipo: ¨Está estudiado que a más del 85% de los afortunados en las loterías, al cabo de unos cuantos años, terminan peor que antes de tocarles el premio gordo¨. ¨No saben administrarse¨.
El envidioso sí, por supuesto
Según algunos psicólogos, no se puede envidiar al que se ha hecho rico robando o de forma ilegal. Considero que hasta en este tipo de situaciones puede haber envidia. Al envidioso, que esa persona se haya salido con la suya, no le hace ninguna gracia, espera que reciba su merecido, que termine en la cárcel o muerto en extrañas circunstancias. Es intolerable e injusto que disfrute de algo que ha conseguido de forma ilegal. En un mundo materialista como en el que vivimos que alguien tengo un buen nivel de vida con dinero sucio, también es motivo de envidia. Se le envidia porque para el envidioso, es astuto para que no le hagan caer en desgracia.
Cuando nos encontremos en una situación de envidia tendríamos que reflexionar sobre nuestra situación personal. En la mayoría de los casos, no estamos tan mal. Hay que pensar que la prosperidad de los demás no disminuye la nuestra, puede que nos beneficie. Si en una familia muchas personas están bien, entonces hay que ayudar menos a la familia.
No podemos ser siempre desconfiados, también existen personas con envidia sana. Es un tipo de envidia que no desea el mal de otros, ni frustración, ni odio. De hecho, la envidia puede ser empleada de manera positiva. Algunos psicólogos creen que la envidia tiene un sentido evolutivo, ya que fortalece la competición en la búsqueda de recursos y permite encontrar nuevas estrategias y herramientas que nos hacen progresar como humanidad.
