El intento de golpe de estado de este viernes por parte de 2 coroneles, un mayor y un teniente coronel en Turquía en donde hubo alrededor de 180 muertos, 5 generales apresados, 29 coroneles, la intervención de los estudios de CNN en Estambul, cientos de militares detenidos, y una parte de la población movilizada en las calles, puso la mirada del mundo entero en esa nación euroasiática. Por su milenaria tradición y su estratégica ubicación, Turquía está en la historia de la humanidad, padeciendo de graves conflictos amenazantes de la paz mundial.
Turquía, situada geográficamente entre la frontera de los continentes asiático y europeo, enmarca a este país de casi 80 millones de habitantes en un territorio apetecible del forcejeado ajedrez político mundial, y lo hace presa deseada y cortejada de todas las potencias mundiales.
Está demás reconocer que la región turca siempre ha sido escenario de episodios políticos y militares cambiantes del curso de la humanidad. Para que tengamos una idea de la importancia de cualquier hecho que ocurra en ese país, remontémonos a varios siglos atrás, cuando la toma de Constantinopla, hoy Estambul, por parte del imperio Otomano en el Siglo Quince, transformó totalmente el mundo de tal magnitud, que sus consecuencias obligó unos años después a la proeza de Cristóbal Colón de lanzarse a la mar a descubrir América.
En Turquía, país de 783,562 kilómetros cuadrados se “juega una pelota muy caliente” en el marco de la geopolítica internacional, ya que los grandes conflictos que actualmente se escenifican en el planeta tienen en las autoridades turcas sino la llave de la solución, por lo menos parte de las respuestas a estos males. La oposición a la intentona golpista de este viernes, que según el gobierno turco fue encabezada por el coronel Muharrem Kose, así lo demuestra.
Las voces mundiales repudiando la asonada militar no se hicieron esperar. El primero en oponerse a los sediciosos militares fue el presidente estadounidense Barack Obama, quien raudo y veloz objetó el fallido golpe de estado, dándole un espaldarazo a la administración del mandatario turco Recep Tayyip Erdogan. De la misma manera Inglaterra, España, Italia y la Organización de las Naciones Unidas se opusieron al “coup d’etat” en el Bósforo, aprovechando la ONU el hecho sangriento para hacer un llamado a la paz y la calma.
Sin embargo, después de la insurrección militar turca, y hasta muy entrada la noche de este viernes, todavía el presidente ruso Vladimir Putin no se había referido al sangriento acontecimiento en la patria deMustafa Kemal Atatürk, todo eso a pesar de que en este momento las relaciones entre Turquía y Rusia mejoran, luego de las pasadas agrias contradicciones entre Putin y Endorgan a raíz del tema del EL y el supuesto paso de petróleo de ese grupo terrorista a través de territorio turco.
Occidente está compelido a oponerse radicalmente a una ruptura del orden en esa zona, pues luego de que la desastrosa Primavera Arabe, en la que se defenestraron varios regímenes de Africa Magreb y Asia, entronizara en esa parte del mundo el fundamentalismo religioso y criminal, sin clemencia para el terrorismo religioso, les sería difícil a esas naciones embarcarse en aventuras golpistas, las cuales tanta sangre han ocasionado con los brutales y lamentables atentados de los últimos tiempos.
No debe pasarse por alto que el “horno no está para galletitas” en Turquía. Su frontera de más de 2 mil kilómetros con países en grandes conflictos la hacen de neurálgica sensibilidad en el mapa mundial. Sus linderos con Siria la estigmatizan como parte de una conflagración regional que parece nunca acabarse. Sus cercanías con Irak la hacen sujeto de sospechas.
No es exagerado reconocer que Turquía está sometida al “fuego de la arepa”, que significa “candela por arriba y candela por abajo”. En el caso iraquí, y luego del derrocamiento de Sadam Husein surgió el despiadado califato del ISIS o EL, el cual ocupa un amplio territorio de ese país asiático, y por otro lado están los kurdos, que representan alrededor de 60 millones de personas que buscan afanosamente en esa zona la creación de su propio país. En ese torbellino político está Turquía, en donde los otomanos se juegan día a día parte de su suerte, y la humanidad la posibilidad de una guerra de impredecibles consecuencias mundiales.
Enmarcado en ese estado de cosas, el presidente Recep Tayyip Erdogan, que fue electo con el 52 por ciento de la votación el año pasado, resultó vencedor y se salió con la suya este viernes ante al cuartelazo. Demostrando que “sabe nadar y guardar la ropa”, este líder populista y hombre fuerte del Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP) derrotó a los militares que intentaron este viernes infructuosamente desalojarlo del poder turco.
Endorgan se contonea como si la correlación de fuerzas euroasiáticas lo trataran como imprescindible ante la obligada disyuntiva de occidente, que sabe que Turquía funge como muro de contención de la política de asilo y refugio de la Unión Europea y conoce a ciencia cierta que los caminos turcos son la vía expedita de millones de refugiados de la guerra de Siria. A esto hay que agregar otro punto a su favor, como lo es la constante insistencia de Turquía por pertenecer a la Unión Europea, la cual data de 1963.
El presidente turco se balancea entre una democracia laica pro valores occidentales con adornos islamistas, y un país aliado a Estados Unidos y Europa con deseos de negociar con Rusia.
En medio del golpe militar de este viernes, Endorgan, que ha estado preso en varias oportunidades, llamó exitosamente al pueblo a lanzarse a las calles, para luego producir una alocución frente a sus partidarios, en donde demostró tener la sartén por el mango y el total dominio de la coyuntura que se vive en su país.
Mientras, el gobierno turco acusa al pastor islamista Fethullah Gulen, residente en Estados Unidos, de ser parte de los insurrectos. Aunque se dice que uno de los motivos para que el coronel Kose, cabecilla de la intentona golpista, se dispusiera a derrocar al gobierno de Endorgan fue su sustitución como jefe de estado mayor, faltan todavía muchas aristas por juntar para entender esta fallida sedición militar.
Por Elvis Valoy




