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3 de mayo 2024
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OpiniónRamón Antonio VerasRamón Antonio Veras

En Santiago: desbarajuste y peligro vehicular

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1.- Históricamente, por toda una serie de diferentes factores, los habitantes de la ciudad de Santiago de los Caballeros, han exhibido una conducta distinta a los residentes en otras regiones y pueblos de la República Dominicana.

 

2.- Las santiagueras y los santiagueros de ayer observaban escrupulosamente las reglas, y mantenían posiciones sumamente formalistas; se movían en forma ordenada, respondiendo así a tradiciones ceremoniosas. Con su accionar habitual demostraban espontaneísmo protocolario. Pero hoy ya todo ha cambiado en el código del actuar el hombre y la mujer de Santiago.

 

3.- Cada habitante de la hidalga ciudad de Santiago de los Caballeros, era un modelo de urbanidad que expresaba en sus actuaciones lo que es el comunitario que actúa dominado por un espíritu de cortesía, finura y buenos modales.

 

4.- Aunque la ciudad de Santiago de los Caballeros, estaba rodeada de pequeñas aldeas y sus habitantes tenían aspecto de pueblerinos, su porte era de personas dotadas de gracia, buen gusto y sencillez; eran de buen desenvolvimiento; enseñaban gallardía y proceder selecto.

 

5.- Aquel que habitualmente había vivido en Santiago se destacaba por cualidades que servían para diferenciarlo de los que habían nacido y desarrollado en otras villas. Las condiciones que sobresalían no eran solo de civilización, sino también en el trato caballeroso; la gentileza mostrada; el sentido de la generosidad; el manifiesto altruismo y liberalismo en lo político.

 

6.- En sentido general, dentro de sus posibilidades, las mujeres y los hombres de Santiago se cubrían con ropa adecuada a la ocasión. Dependiendo de la ubicación social, cada quien trataba de adornarse con el traje que estaba a su alcance económico. Siempre aseado, zapatos bien lustrados; la cabeza cubierta con un sombrero, su pelo bien recortado. En realidad, con ropa costosa o barata, el santiaguero se preocupaba por estar bien ataviado.

 

7.- Anteriormente, expresarse diciendo ciudad de Santiago, significaba lo mismo que decir Yaque o Águilas Cibaeñas; comunidad de ciudadanos de pensamiento desarrollista; decentes y disciplinados.

 

8.- Si ayer el santiaguero se identificaba como el munícipe bien educado, el de ahora puede ser ubicado, en su generalidad, como mal educado, grosero, malacostumbrado, insolente, irrespetuoso, descarado y desaprensivo. Andar por una calle cualquiera de Santiago, es exponerse a que un disparatado, irracional y sin conciencia alguna, le tire encima un vehículo, aunque usted camine normalmente por la calzada.

 

9.- El desenfreno, los excesos, las inmoralidades, la depravación vigente en el país se hace más notoria en Santiago de los Caballeros, partiendo de lo que antes fue esta ciudad, modelo de decencia y correcto proceder.

 

10.- El Santiago de los Caballeros de ahora es un desbarajuste; lo que se llama la real desorganización en el tránsito de vehículos de motor. Está al irse al traste; patas arriba; es un desmadre. El verdadero desconcierto vehicular.

 

11.- Permanecer en Santiago, es hacerse aliado del desastre, desvalorizar la tranquilidad espiritual; descalificarse como buen ciudadano, mancillar el amor al prójimo y caer en estado demencial. Deliberadamente meterse a sinvergüenza.

 

12.- Estar en Santiago, moverse conduciendo un vehículo de motor, es dejar lo cierto por lo dudoso; jugar con fuego; ir al matadero; jugarse el todo por el todo; desafiar la muerte. Correr riesgo y poner la vida en un hilo, en sí, meterse en la boca del lobo.

 

13.- En el Santiago de hoy, agarrar el volante, pisar el acelerador y transitar correctamente por una de sus calles es, pura y simplemente, ser un atrevido; hacerse un temerario; un caradura. Estar presto para ponerle el cascabel al gato y listo para plantar la cara frente a quien sea.

 

14.- Porque el ser humano debe creer más en un yo lo vi, que en un millón de me dijeron, acompaño este escrito con varias fotografías que ponen de manifiesto la falta de conciencia cívica en el cerebro de muchos santiagueros y santiagueras.

 

15.- Foto 1. Una señora, de unos cuarenta años de edad, mientras transitaba en una hermosa yipeta, de sur a norte por la calle Mella de la ciudad de Santiago de los Caballeros, interesada en ver de cerca la exhibición de unos lentes colocados en la vitrina de una óptica, detiene su vehículo sobre la calzada, para ver las gafas o lentes que están en el escaparate.

 

16.- Foto 2. El conductor de un vehículo de carga, interesado en depositar unas mercancías en un almacén ubicado en la calle Mella, casi esquina Independencia, en Santiago, sube el camión sobre la calzada para estar más cerca del lugar donde ha de  depositar los bultos.

 

17.- Foto No. 3. El propietario de la yipeta de color rojo, para tomarse una cerveza en un restaurante, en Santiago, y estar cerca de su vehículo, procedió a colocarlo sobre la calzada.

 

18.- Foto 4. En la Avenida Benito Juárez, de la urbanización Villa Olga, en Santiago, un grupo de amigos acordó entrar a una tienda, y para tener sus vehículos al alcance de su vista decidieron colocarlos sobre la calzada.

 

19.- Foto 5. En esta imagen, un joven que se movía de norte a sur por la calle Genaro Pérez, en Santiago, queda colocado entre los vehículos bien estacionados y uno que ocupó la calzada.

 

20.- Foto 6. Un señor, de unos 60 años de edad, al momento de entrar a una farmacia ubicada en la avenida Benito Juárez, con el fin de adquirir unos medicamentos, y para tener bien cerca su yipeta, la estaciona sobre la calzada.

 

21.- Foto 7. El conductor de este vehículo blanco, un joven de unos 35 años de edad, porque no encontró espacio libre para estacionarse cerca del Banco donde se disponía hacer una gestión, ocupó la puerta de entrada principal de un parqueo privado reservado para los clientes de un restaurante.

 

22.- Lo que reflejan las imágenes antes indicadas, jamás ocurrió en el Santiago de los Caballeros del pasado, cuando imperaba el civismo, pero hoy lo que tenemos es un ambiente en el cual cada quien impone la ley de su desviada voluntad, situación caracterizada en la conducción temeraria e ilegal de vehículos de motor.

Por: Ramón Antonio Veras

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