Cada vez más jóvenes de las generaciones Millennial (nacidos entre 1981-1996) y Z (nacidos entre 1997-2012) deciden crear sus propios negocios. Es una tendencia buena: aporta nuevas ideas, empleo y dinamismo económico, pero también tiene su lado oscuro: muchos emprenden atraídos por historias de éxito ajeno, sin contar con lo necesario detrás para que su negocio funcione. Y eso puede derivar en frustración, pérdidas o abortar el proyecto prematuramente
¿Cuán difícil es que un negocio sobreviva?
Las estadísticas muestran que montar un negocio no es garantía de éxito, y eso se aplica a cualquier generación, incluida jóvenes adultos.
- En Estados Unidos, aproximadamente el 34.7 % de los negocios creados en marzo de 2013 seguían operando en 2023 según la Oficina de Estadísticas Laborales.
- Otra fuente indica que cerca del 20 % de los negocios cerraron en su primer año, casi el 50 % en cinco años y alrededor del 65 % después de diez años.
- En resumen: superar los primeros años es clave — y todavía más importante estabilizarse luego. Estos números indican que tener una buena idea no garantiza que tu negocio estará activo en el largo plazo.
¿Por qué pierden el rumbo tantos emprendimientos?
Estas son algunas de las razones que más se repiten:
- La idea no responde a una necesidad real. Mucho emprendimiento se lanza con “me gusta la idea” o “sería chévere”, sin confirmar que haya un mercado que la quiera pagar.
- Falta de dinero o mala gestión del flujo de caja. Muchas veces se arranca sin planificar bien los gastos, los ingresos tardan y la tesorería se aprieta.
- Problemas de equipo o roles poco claros. Cuando los socios no están alineados, o no se distribuyen bien tareas y responsabilidades, el negocio se descarrila.
- Operaciones y procesos débiles. Atender clientes, producir, entregar, cobrar… todo eso tiene que estar pensado. Si no, cuesta mucho avanzar con estabilidad.
- Subestimar la competencia o la dinámica del mercado. Creer que “como lo tengo yo” basta, sin investigar precios, competidores, barreras de entrada.
¿Qué necesita un joven emprendedor para que sus probabilidades mejoren?
Tener entusiasmo está genial, pero también conviene armarse de ciertas herramientas para que la pasión tenga más chances de traducirse en éxito.
Validar la idea
Antes de gastar mucho dinero o tiempo: hablar con clientes, ver si pagarían por el servicio o producto, entender qué otro método usan hoy, qué valor esperan. No basta con “me gusta”, hace falta “pagaría + usaría + volvería”.
Entender los números
- ¿Cuánto cuesta producir o entregar lo que ofreces?
- ¿Cuánto puedes cobrar y cuán frecuente puede ser la compra o uso?
- ¿Cuándo el negocio deja de depender solo de ti y empieza a escalar?
- Y muy importante: ¿cuánto tiempo de “resistencia” tienes (dinero, energías, apoyo) hasta que pase algo?
Tener un plan de mercado
Cómo vas a llegar a los clientes: redes sociales, boca a boca, alianzas, literal puerta a puerta. Desde el día uno conviene saber: “si solo aparezco, ¿qué pasa? ¿cómo me encuentran?”
Organizar lo básico de la operación
Aunque tu negocio sea pequeño, conviene que haya un “modo de hacer”: cómo se venden los productos, cómo se cobra, cómo se atiende al cliente, qué proceso sigue. Eso reduce errores, pérdidas y desgaste emocional.
No olvidar el equipo y el entorno
Si eres tú solo, genial; pero si tienes socios o colaboradores, es clave definir roles, responsabilidades, expectativas y cómo se resuelven conflictos. También conviene tener alguien que te oriente (un mentor, un colega con más experiencia y si lo permiten los recursos; un asesor externo). Muchos jóvenes emprenden sin esa guía.
Mantener la salud personal
Emprender puede demandar tiempo, energía, sacrificios. Pero si la salud física o mental se descuida, el negocio puede apagarse antes que por falta de ventas. Es importante tener rutinas, descansos y apoyo.
En conclusión: emprender es una buena noticia. Aporta ideas, energía, apertura a formatos nuevos. Pero no basta “tener una buena idea” o “quiero ser mi propio jefe”. Las cifras muestran que una gran parte de los negocios nuevos no pasan de los primeros años. Por eso, emprender bien es también formarse, planificar, operar con cierto orden y rodearse bien. Si estás pensando en emprender (o ya lo estás), mi consejo es: celebro tu valor y ganas, pero pon también los pies sobre la tierra. Arma tu plan, aprende lo básico de gestión, hazlo con oído al cliente y mano firme en los números. Así tus probabilidades de éxito serán mucho mayores.
El autor es catedrático y consultor empresarial.
Por: Andres Rojas, MBA
