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28 de diciembre 2025
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OpiniónJulián PadillaJulián Padilla

El talento de comunicar no da integridad

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¿Cómo calificar la ética y la integridad cuando ejercemos el rol de comunicar?

Es una pregunta que seguramente va a ser algo complejo de identificar, pues ni los títulos universitarios, ni las maestrías, doctorados ni certificaciones de estudios, ni las mismas experiencias de trabajo, pueden garantizar que en las interactuaciones comunicacionales, un comunicador, periodista, influencer, creador de contenidos, se puede valorar como una persona que cumple con la ética y puede ser agrupada dentro de los escasos humanos íntegros en esta post modernidad.

Si, aunque usted no lo crea, en estos tiempos post modernos, que no le llevan nada a los famosos tiempos pa cueros, que la gente tomaba como un chiste, se hace muy difícil modelar la conducta correcta, cuando se paga con tanta frecuencia y con tanta abundancia, todo lo contrario.

La guerra entre los comunicadores y los famosos periodistas de elite, se profundiza, y parecería que se pretende dejar solo en el terreno de juego, a los que tienen alguna etiqueta amarillenta.

El relajo con la inobservancia de los valores humanos, la ética, la moral, la honestidad, la búsqueda honesta y seria de la verdad, realmente está a la orden del día. Las redes sociales han contribuido sin embargo, a que muchas cosas que se desean ocultar se sepan, pero también, que se exhiban las inconductas y los anti valores en las comunicaciones.

Pero esa misma descomposición social que adolecemos en nuestro país, y que lamentablemente también muchos adolecen, mucho más allá al show con el que se ha querido revestir la gestión comunicacional en las plataformas y las redes, de forma tal, que podamos racionalizar cualquier abuso cometido, aduciendo de que todo no has sido más que un teatro.

Se puede tener talento al comunicar, así como se puede tener talento al realizar cualquier actividad social o profesional. Pero tener el conocimiento técnico, la habilidad para llevar a cabo actividades con eficiencia, no te garantiza que vas por el camino correcto, es decir, que la conducta exhibida tiene apegos a hacer lo correcto.

Usted debería hacer lo correcto y hacerlo correctamente. Pero también puede hacer lo incorrecto y hacerlo correctamente.

Usted puede conducir un coche a la perfección, pero también llegar rápidamente al lugar equivocado.

Usted puede ser un atracador, o un ladrón, o un mentiroso, o un difamador, o un chantajista, o un extorsionador, un corrupto, un simulador, y utilizar estas malas prácticas en cualquier actividad profesional: medico, ingeniero, abogado, contador, sastre, o un taxista profesional.

Es decir, usted puede ser un artista realizando su trabajo, pero sin embargo, servir a los peores propósitos. Comprometerte con las peores causas. Violentar las leyes más sanas y convertirte entonces en un delincuente.

Utilizar el conocimiento y la tremenda experiencia para hacer lo mal hecho, casi siempre hace mucho más daño, que aquel que lo hace por una simple oportunidad o una trampa en la que se ha caído.

La persona íntegra, la persona de valores y principios, aunque han perdido muchos bonos en la actual sociedad, difícilmente se presta de forma consciente a planificar y ejecutar “lo mal hecho”.

Una persona, aun con toda esa moralidad y ética y ejemplo de vida, puede sin embargo, reaccionar de una forma incorrecta, hasta con violencia y terminar teniendo un homicidio. El instinto de conservación de la gente, coloca muchas veces a la gente en posiciones, donde solo les queda luchar o huir. Pero cuando ya no puede huir, solo le queda sobrevivir y si para ello necesita defenderse o atacar, casi siempre lo hace con resultados muchas veces indeseados.

En nuestras redes vemos en cualquier momento personas que no se acogen a una comunicación respetuosa, donde a veces ni siquiera se tiene el talento, pues hemos confundido el talento, con la capacidad que tenemos de insinuar hasta desnudos delante de una cámara.

Sin embargo, esas posturas indecentes, esos intercambios muchas veces vergonzosos de palabras entre miembros de un mismo programa, son de las cosas que la gente mira, y lo toma como un chiste. Y se hacen virales. El morbo, la exageración, la mentira magnificada, las noticias falsas sazonadas, los súper falsos titulares, son parte del éxito de las plataformas.

El vender la idea de que se tienen primicias, o conocimiento de nuevos escándalos, el salir detrás del chisme y del seguimiento para denuncias graves. O vender la idea de que se investiga y de que se tiene información realmente valiosa para llevar noticias importantes a la gente. Es parte del “éxito” de muchos experimentos comunicacionales.

Ya cuando usted comienza a pasar por los programas que se suben a la plataforma de YouTube, la mayoría para no decir casi todos los programas, han caído estrepitosamente y la credibilidad de los famosos súper matatanes de la comunicación está prácticamente en obsolescencia.

Talento, ética, integridad, profesionalidad, honestidad, valores y principios, son muela de gallina o aguja en un pajal. El color amarillo aparentemente se ha adueñado también de las redes sociales y las plataformas digitales. Si usted se pregunta en quien creer, lamentablemente no tendrá una respuesta rápida y fácil de contestar.

Por Julián Padilla

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