Los partidos políticos han sido históricamente una expresión de organización de una parte importante de la sociedad. Y no es la cantidad la que define ese carácter, más bien la línea de pensamiento y los propósitos que tenga la entidad.
El primer gran objetivo es alcanzar el poder para desde su ejercicio procurar los cambios. Eso es así no importa cuál sea la tendencia de pensamiento. Cada uno en su visión tiene el convencimiento de que puede cambiar el país, aún cuando no pueda lograrlo o que no pueda alcanzar, al menos, los niveles de progreso que se haya propuesto.
Los partidos políticos en el poder corren el riesgo de deteriorarse, no sólo porque no logren hacer avanzar el país, si no porque muchos de sus dirigentes se corrompen. Ejemplos tenemos de sobra por todas partes, y aquí los hemos tenido en demasía. El deterioro no sólo está relacionado con la sustracción de los recursos públicos, también, cuando los dirigentes políticos asumen que el poder es para beneficiarse y así se comportan.
La desfachatez de Alfonso Crisóstomo (El Querido) muestra ese deterioro y la pérdida del poder sancionador del PLD.
