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22 de diciembre 2025
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OpiniónMiguel ColladoMiguel Collado

El morbo, la calumnia y el chisme son comunes en la cultura dominicana: el caso de Francisco Noel Henríquez Ureña (1882-1961) 

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In memoriam a

los esposos Salomé Ureña y 

Francisco Henríquez y Carvajal

PREÁMBULO

Fui testigo presencial de una impactante afirmación —lapidaria, se podría decir— hecha por el profesor Juan Bosch en el marco de la tertulia que, en torno a él y al Poeta Nacional Pedro Mir, se celebraba cada martes a partir de las 8:00 de la noche en el Hostal Nicolás de Ovando, en la calle Las Damas de la zona colonial de Santo Domingo, bajo la coordinación de la gestora cultural y amiga Verónica Sención. Ocurrió en 1993 o en 1994.

Rodeado de admiradores que lo escuchábamos con atención, el insigne hombre de letras dijo —más o menos con estas palabras—: «He visitado todos los países de América Latina y en todos ellos el chisme es algo común, pero creo que el único país latinoamericano donde el chisme es un arma de combate es el nuestro». 

No tan solo estoy de acuerdo con esa sentencia del maestro del cuento —nacido en La Vega en 1909 para engrandecer la literatura dominicana—, sino que a esa arma habría que agregarle otras dos que con frecuencia potencian el chisme y funcionan como fuerzas perturbadoras, deformadoras y destructoras de reputaciones: el morbo y la calumnia.

Francisco Noel Henríquez Ureña joven.

A la luz de esas reflexiones, resulta inevitable recordar el trágico suceso ocurrido en febrero de 1900, en esa misma zona colonial, en la intersección de las calles Arzobispo Meriño y Restauración, un hecho en el que se vio involucrado el joven poeta y periodista Francisco Noel Henríquez Ureña, hijo mayor de la ejemplar educadora Salomé Ureña de Henríquez y del patriota Francisco Henríquez y Carvajal. 

A continuación, transcribo el capítulo de mi libro Francisco Noel, el primogénito de Salomé Ureña de Henríquez, (*) publicado en 2017 (edición agotada), donde relato con detalles y base documental lo acontecido:

DEL TRÁGICO INCIDENTE PERSONAL DE 1900 

La noche del 16 de febrero de 1900, en la zona colonial de la ciudad de Santo Domingo, tuvo lugar un trágico y confuso incidente en el que Francisco Noel, actuando en defensa propia, sostuvo un intercambio de disparos con un joven de nombre Rogelio Burgos, siete años mayor que él. Francisco, estudiante de la secundaria, tenía 17 años de edad, mientras que Burgos, de profesión sastre, tenía 24 años. El suceso ocurrió específicamente en la esquina formada por las calles Consistorial y Espíritu Santo, hoy llamadas Arzobispo Meriño y Restauración, respectivamente.

Portada libro de Miguel Collado.

Esa noche Francisco visitaba la casa de la familia De Castro, acompañado de sus hermanos Pedro y Max Henríquez Ureña, adolescentes también. El hogar de la familia Henríquez Ureña quedaba a unas cuantas esquinas de allí: en la casa de dos plantas marcada con el número 1 de la calle Santo Tomás, hoy llamada Arzobispo Portes. Sobre el hecho, en el que Burgos perdió la vida, Max nos ofrece el siguiente testimonio:

A las diez de la noche ocurre un grave incidente personal entre su hijo mayor, Francisco Noel, y otro joven de apellido Burgos, con quien sostiene en la calle agria disputa de palabras, hasta que los dos exaltados contendientes hacen uso de sus revólveres, con este resultado final: Francisco Noel, perforado su sombrero de un balazo, y su contrincante gravemente herido en el tórax. El joven Burgos falleció tres horas después. Francisco Noel, al ser detenido, declaró categóricamente:

—El me tiró primero—, y agregó: —un médico para él, y la policía para mí—. Lleno de sombras el espíritu, cuando Henríquez y Carvajal llegó del despacho policial no pudo mantener la energía de su carácter y abrazó sollozando a su hijo.

Francisco Noel estuvo detenido varios meses, y en definitiva fue declarado libre de causa y proceso, pues quedó amparado por la eximente de legítima defensa, sostenida por sus dos abogados, Américo Lugo y Emilio Prud-homme. (5)

Preocupado por la seguridad de su hijo, temiendo quizá a una posible reacción vengativa de algún miembro de la familia del joven Burgos, Francisco Henríquez y Carvajal le escribe a Francisco Noel —el 19 de febrero de 1900, es decir, tres días después de lo sucedido— una carta en la cual le aconseja tener prudencia en la cárcel:

Santo Domingo,

19 de febrero de 1900

[Sr. Franc Noel Henríquez Ureña]

Mi querido hijo:

Emplea todo tu tiempo en tus estudios. No conviene que hables con nadie sobre el triste acontecimiento.

Evade toda conversación que sobre ello se te ponga por los que van a visitarte.

Aplica todo tu tiempo al estudio pues quisiera ver si te examinas enseguida y te vas para los EE.UU. (**)

Te bendice tu papá

Dr. Henríquez y Carvajal (6)

El testimonio histórico de su hermano Max Henríquez Ureña está ahí: Francisco Noel fue declarado libre de causa y proceso, pues quedó amparado por la eximente de legítima defensa. A nadie que, en defensa de su vida, repele una agresión que pudiera ser mortal, se le puede tildar de criminal o asesino. Y mucho menos si el agredido tiene la responsabilidad y la valentía de asumir las consecuencias ante la justicia, lo cual hizo el primogénito de Salome al entregarse pacíficamente a las autoridades policiales de entonces, contando siempre con el apoyo moral de su ejemplar padre.

Lo anterior lo decimos porque en República Dominicana —donde calumniar y enjuiciar sin conocimiento de causa, de manera alegre y mezquina, son acciones tan comunes como dañinas— muchos dominicanos desconocedores de la grandeza espiritual, de la calidad humana de Francisco Noel, han pretendido tender, empotrados en su ignorancia y aguijoneados por una mezquindad que los atraviesa de lado a lado, un manto de sombra sobre su memoria. A esos dominicanos irresponsables les invitamos a que no tan solo se limiten a leer estos apuntes en torno a él, sino a que vayan a la patria del apóstol José Martí y comprueben el grado de dignidad con que ese distinguido miembro de la familia Henríquez Ureña vivió allí, donde se le recuerda con respeto.

Es importante destacar que independientemente de lo ocurrido, el plan de Francisco Henríquez y Carvajal de enviar a sus hijos Francisco Noel y Pedro a los Estados Unidos con el propósito único de que continuaran sus estudios ya existía, pues el mismo se correspondía con su visión en el sentido de que para crecer y progresar había que salir de República Dominicana, ya que entendía —y tenía razón en ello— que su patria ofrecía pocas posibilidades a aquel que aspirara a crecer profesionalmente. Él mismo dio el ejemplo al irse a Francia por cuatro años a especializarse en medicina a finales del siglo XIX. Pedro escribiría en sus Memorias (p. 64) que su padre los llevó a Nueva York para que permanecieran «allí algún tiempo estudiando y recibiendo la influencia de una civilización superior». Otro asunto que consideramos oportuno destacar es el siguiente: Francisco Noel siguió llevando una vida normal en su país, estudiando y dedicado a la actividad cultural hasta su partida en enero de 1901 como indicamos más adelante. 

Francisco Noel y Pedro eran supervisados en sus estudios por su padre desde ultramar. El 28 de abril de 1901 Francisco Henríquez y Carvajal le escribe al segundo, desde Bruselas, una carta en la que le dice:

Ya echaba de menos tus cartas, porque llegan con rareza, cuando recibí tu última y con ella una de Maximiliano. Franc no me escribe. ¿Por qué? Es deber de Uds. escribir regularmente cada quince días. Esto no solo sirve para ponerme á mí al corriente del progreso de sus estudios, sino además para enseñarles el arte de la correspondencia que tan mal poseen.

[…]

Es preciso que me pongas al corriente de lo que haces en materia de estudio. ¿Qué hay del Derecho?

¿Qué hay del inglés? Y si Franc no escribe, que me informes también respecto de lo que él hace.

(Fragmento)

CONCLUSIÓN

La defensa propia no convierte a nadie en asesino: es la respuesta es una respuesta lógica y profundamente humana ante quien intenta arrebatarnos la vida.Y no hay que ser experto en Derecho Penal para entender que la muerte causada en legítima defensa excluye la responsabilidad penal por homicidio, pues no hay intención criminal, sino una reacción proporcional ante un peligro real e inminente.

NOTAS

(5) Max Henríquez Ureña. Mi padre. Perfil biográfico de Francisco Henríquez y Carvajal (Santo Domingo: Publicaciones ONAP, 1988), p. 56. Confirmamos esta versión del incidente ofrecida por Max Henríquez Ureña, muy apegada a la verdad histórica. En la edición del 18 de febrero de1900 del periódico El Nuevo Régimen (editado en la ciudad de Santo Domingo) apareció la siguiente nota informando sobre ese suceso: «SOBRE el lamentable acontecimiento ocurrido la noche del 16 de los corrientes entre los jóvenes Francisco de N. Henríquez y Rogelio Burgos no avanzamos juicio por no incurrir en error. Que la justicia investigue la verdad del hecho, y entonces se proceda según el caso lo requiera». Y eso hicieron las autoridades judiciales de entonces: investigaron y emitieron su opinión jurídica. Obra en nuestro poder copia fotostática del expediente referido al «Proceso instruido a cargo del prevenido Francisco Noel Henríquez por heridas a Rogelio Burgos», iniciado a las 10 y 15 minutos de la noche del día 16 de febrero de 1900 y concluido el 13 de marzo del mismo año. Dicho expediente, de 72 páginas, contiene32 documentos, uno de los cuales es la providencia dictada por el «Jurado de Oposición competentemente compuesto de los Magistrados Manuel de Jesús Troncoso de la Concha, Juez de Instrucción; Juan Bautista Matos, Juez Alcalde; Federico Velásquez, Oficial Civil; Licdos. Américo Lugo y Juan Antonio Lora, hijo, Abogados». Ese Jurado concluye así: Que el procesado Francisco Noel Henríquez, cuyas generales constan, sea puesto fuera de causa y efecto y que inmediatamente se le ponga en libertad si no está detenido por otra causa. En representación de Francisco Noel actuó en el proceso el licenciado Emilio Prud’Homme, célebre autor de las letras del Himno Nacional de República Dominicana. En su acto de defensa Prud’Homme afirma: …está probado que Burgos respondió a la pregunta apacible de Henríquez con una frase ruda seguida de un disparo de revólver que por poco le hubiera causado la muerte.

(6) Familia Henríquez Ureña. Epistolario. Edición y notas: Arístides Incháustegui y Blanca Delgado Malagón. Santo Domingo, Rep. Dom.: Secretaría de Estado de Educación, Bellas Artes y Cultos, 1994. P. 284.

(*) Santo Domingo, Rep. Dom.: Centro Dominicano de Investigaciones Bibliográficas (CEDIBIL), 2017. Págs. 23-26. (Colección «Calímaco»; vol. XXXV. Serie «Ensayos Biográficos»; no. 1).

(**) Repito: Francisco Noel, luego de aclarado todo, permaneció en el país llevando una activa vida cultural: incluso fundó la revista Nuevas Páginas en colaboración con el poeta Apolinar Perdomo. Fue a principios de enero del año siguiente cuando, por razones de estudio, su padre lo llevo a él y a su hermano Pedro Henríquez Ureña a la ciudad de Nueva York para estudiar inglés en Columbia University.


Por Miguel Collado

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