¡El mundo transita por una gran crisis! La caída de los grandes paradigmas que guiaron a la humanidad hace algunos años, ha originado un fuerte cuestionamiento de todo la partidocracia tradicional a escala mundial, y los resultados en términos económicos y sociales han desencadenado grandes interrogantes, deslegitimando el liderazgo tradicional, incapaz de rescatar a las grandes mayorías, principalmente a las clases medias, de la vorágine diaria que las persigue.
Los ejemplos de lo arriba expuesto están a borbotones. Pongamos el caso de la socialdemocracia, que luego de prácticamente instaurar el Estado de Bienestar Social en la mayoría de países europeo en donde gobernó esta corriente del pensamiento reformador social, se rindió y cayó genuflexa ante los pie del neoliberalismo, y las consecuencias de esa fatalidad ha sido la pauperización de la población en los países en donde este modelo se aplicó por muchos años.
Pero la respuesta de la población a la crisis que abate al mundo ha sido acusar a la inmigración de los males existentes. En Europa el discurso en boga es perseguir a la gente que hace el trabajo que los nacionales de esos países no realizan. Resulta sintomático que la irrupción de grandes masas de inmigrantes a los países del primer mundo fue el resultado de la puesta en ejecución de las teorías del economista Milton Friedman, que siempre abogó por una clase trabajadora mundial.
Hay que aceptar sin pasiones que las calamidades de la gente han sido aprovechadas por personas ajenas a la política, y el liderazgo emergente lo conforman individuos sin ninguna tradición partidaria. El ejemplo más evidente es el millonario suizo Christoph Blocher, quien de solazarse en las mansas aguas del lago de Zurich, dio un salto de garrocha a la política con un inusitado éxito, convirtiendo su UDC en el partido mayoritario de ese país europeo.
Penoso resulta que en el mundo de hoy cualquier persona sin hoja de vida de servicio a la comunidad y sin conocimientos de Estado, de la noche a la mañana se enganche a político, y que reciba el beneplácito de grandes conglomerados humanos que lo perciben como el mesías capaz de resolver los grandes problemas que golpean a la ciudadanía.
La muestra más fidedigna de esto lo representa el magnate newyorkino Donald J. Trump, quien de ser un simple amigo y colaborador del Partido Demócrata, se ha convertido en opción de poder con grandes posibilidades de ser el próximo inquilino de la Casa Blanca. Exitoso en los negocios, Trump hizo el crossover hacia la política, y con un discurso de medias verdades, se impuso en el Partido Republicano, atrapando a una parte del electorado norteamericano, para perseguir la presidencia de los Estados Unidos. Pero los baches en las aspiraciones de un improvisado en esas lides no se han hecho esperar. Comenzando por la negación de la plataforma partidaria que lo lleva, Trump es la antítesis de la historia y las prácticas de su partido, y toda su campaña interna la desarrolló acusando a la mayoría de gobiernos republicanos de ser culpables alícuotas de la crisis por la que atraviesa la nación del norte de América. Ese discurso lo alejó de los principales caciques republicanos.
Esas improvisaciones en la postulación del empresario metido a político han desmovilizado a las grandes figuras del partido del elefante. Los nombres sonoros republicanos han brillado por su ausencia en el inicio de la campaña, y tan evidente es esto que la señora Hillary Clinton mantiene en sus declaraciones públicas un tangible coqueteo con la familia Bush, como forma de agenciarse esos votos con miras a las elecciones de noviembre. Pero también fue sintomático ver a simpatizantes del ex candidato republicano Ted Cruz, buscar crear incidentes el primer día en la convención republicana que se lleva a cabo en Cleveland.
Pero si el trayecto lleno de errores del improvisado candidato republicano es ostensible, el montaje de la convención de ese partido ha reflejado igualmente esta falla, viéndose el carácter monotemático de la misma, en la que el nombre de Hillary Clinton parece ocupar la lista número uno del hit parade partidista. Pero es el fruto cosechado de quien se montó al carro de la política sin conocimientos mínimos de esta actividad técnica y científica. El acto del partido del elefante en Ohio no da señales de una candidatura victoriosa, y cada perorata de las figuras que allí se presentan lo que hace es darle vigencia a las aspiraciones de la virtual candidata del partido del burro, la ex canciller Hillary Clinton. No es que no se pongan sobre la mesa la caterva de desaciertos y desmanes en que ha incurrido Clinton durante su paso por el poder norteamericano. Un acto de esa envergadura debe ser tomado para presentarse como la opción a la gran crisis estadounidense, nunca para mencionar cada segundo a la rival a vencer.
Trump parece estar a la defensiva y su discurso se niega a cada momento, dando la sensación de ser un mar de contradicciones. La aparición de un clérigo islamista en la convención que inició este lunes así lo evidencia, pues el empresario de bienes raíces nunca se cansó de acusar a todo el mundo musulmán del terrorismo radical. Claro está que para no cometer esos caros errores hay que tener amplios conocimientos de política y otras herramientas de las ciencias sociales que lamentablemente el exitoso financiero no posee. La orfandad de discurso de Trump es tan crucial que dijo en una entrevista que no tenía asesores en política internacional debido a que todos estaban trabajando en los grandes medios de comunicación norteamericanos, y que sus planteamientos en esa materia los extraía personalmente de lo que aparecía en los periódicos.
Por la condición de Trump de ser un político enganchado es que la convención republicana en Cleveland ha dado muestras de fracaso, al extremo de que hasta los slogans y la música colocada en ese evento ha recibido el rechazo de mucha gente. Muchos artistas así lo atestiguan. Es el caso de la legendaria banda de rock Queen, que desautorizó al conclave trumpista a sonar su antológico tema We are the champions, que regularmente se escucha hasta en los estadios deportivos americanos. Ya anteriormente la cantante inglesa Adele le pidió no colocar uno de sus temas durante las primarias.
Pero el colmo de los errores en la política trumpista fue la aparición de la ex modelo Melania, esposa del acaudalado hombre de negocios en la inauguración de la convención, quien realizó una disertación que hasta el periódico The New York Times lo tipificó como plagio de la alocución de la primera dama Michelle Obama durante la campaña a favor de su marido hace varios años.
Hay que reconocer que de una figura de los negocios, Donald Trump brincó a la palestra pública con gran éxito, pero por todos los entuertos escenificados por el candidato republicano, hay que llegar a la conclusión de que en política no se improvisa, y de que para dedicarse con triunfos más allá de la simple popularidad, se requieren otras condiciones.
Por Elvis Valoy




