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10 de mayo 2024
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OpiniónManuel Hernández VilletaManuel Hernández Villeta

El llano sin llamas

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Con vientos negros huracanados azuzando la modorra política, es muy difícil que el partidismo tenga fuerzas para trasegar el llano sin llamas. Hay causas sociales congeladas que podrían dar pie a las protestas, pero las masas pocas veces salen a las calles sin dirección.

Lo mágico   en las luchas sociales no se da. Las coyunturas favorables a que la multitud avance con el puño en alto se deben a coyunturas. Si se puede un movimiento partidista o social encausar la disconformidad en sus primeros pasos.

En un reflujo y una resaca electoral la oposición se le ve  sin fuerzas y sin rumbos. Los partidos hoy han devenido en grupos que solo se agrupan para las elecciones, sean municipales, congresuales o nacionales. Lo demás, para ellos es secundario.

Pero dentro de los grupos mayoritarios es escaso el trabajo de masas, en el corazón del pueblo, en ver los problemas más sensibles de la población. Cuando se inician las precandidaturas van a los barrios, a las áreas marginadas y a las residenciales, levantando consignas de porque es importante que se vote por ellos.

Luego, si llegan al poder ,se desvanecen, se tornan invisibles, no se ven, no dan la mano, Son mezquinos y olvidadizos. Por consiguiente, es muy difícil, por no decir imposible que esos grupos tradicionales puedan hoy concitar apoyo para llevar las llamas al llano.

Razones hay para protestas, pero primero debe darse la oposición. Por su parte, el gobierno debe ser más sensible a los más urticantes problemas de la sociedad dominicana, y no dejar en el olvido temas que son de vital consideración.

Lo más asfixiante para todos los dominicanos es el galopante alto costo de la vida. De ahí se enhebran otros inconvenientes que a pesar de ser tradicionales, ya van copando el vaso  de la paciencia social. Escuchar es de buen gobernante. El oído siempre en el corazón del pueblo, y no en el anillo.

La reforma económica y  fiscal tiene que ser aplazada. No es el momento para echar más leña a un fuego que todavía se encuentra en ascuas. Con simples acciones de un bombero diestro todo queda  apagado antes de que se torne en espiral devoradora.

No hay en el país un movimiento organizado obrero y popular que pueda levantar luchas y protestas callejeras para frenar una reforma económica y social, pero de la disconformidad general si se pueden dar circunstancias  de que el sentimiento ciudadano coja la banderola. “El llano en llamas” lo apagó un simple aguacero y la miseria siguió  igual y los poderosos disfrutando. ¡Ay!, se me acabó la tinta

Por Manuel Hernández Villeta

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