Es la última vez que hago público un artículo sobre los expresidentes Leonel Fernández y Danilo Medina. Este escrito surge con el propósito de poner en contexto el concurso actual de ambos ante la historia. Su responsabilidad sobre la situación política y económica que vive el país, debe ser la razón fundamental para que las nuevas generaciones participen de la democracia con conciencia histórica y con criterio de unidad en un proyecto de nación, por encima de los intereses particulares que permearon a sendos liderazgos.
Hace más de una década estos expresidentes han protagonizado públicamente una lucha por el poder. En el devenir, hasta el poder en sí ha dejado de ser el sentido de sus luchas y, en cambio, lo ha sido la tirantez personal de quienes no quieren ver su liderazgo erosionarse y de quienes han pretendido colocarse por encima de todo, de todos y a toda costa.
La muestra de lo antes dicho son los artículos del doctor Leonel Fernández “La Tragedia de Grenada: 30 años después” publicado del 18 de noviembre de 2013; “El poder y el liderazgo: entre puestos y sobrecitos” publicado el 10 de febrero de 2014; “Poder, política y liderazgo” publicado el 24 de febrero de 2014; y por el potro lado, el discurso del licenciado Danilo Medina del 21 de octubre de 2019 y la entrevista en el programa El Sol de la Mañana por Zol 106.5 FM del 5 de marzo de 2025. Cada uno a su manera, con su versión y estilo, propina golpes al otro sin dejar espacio y posibilidad de acercamiento genuino para cumplir con la responsabilidad histórica frente a lo que ellos representan del pasado, el presente y el futuro del país. Además, de contar los fracasos electorales del boschismo en las elecciones del 2020 y 2024.
Estos líderes desde el 1990 comenzaron a colocarse en las primeras filas de la política dominicana. Fueron ellos (y otros más) los principales ideólogos y articuladores para que el pase de antorcha tuviese lugar en el PLD para los años 1994 y 1996, de lo cual se ha sabido que no ocurrió por una causa espontanéa o natural. Por tanto, su reto con las presentes y futuras generaciones es que la transición sea democrática y sincera, pues, de lo contrario, dejaría traumas que pudiesen entorpecer a posteriori el devenir político dominicano.
Lo cierto, es que los aportes de ambos están ahí. Uno introdujo al país a la modernidad, a la institucionalidad y al desarrollo. El otro, por su parte, puso en marcha políticas públicas que generaron justicia social, reducción de la desigualdad y la pobreza en la Rep. Dom. Cada quien con sus luces y sus sombras en el desempeño gubernamental. Sin embargo, hoy por hoy, no luce que sea por lo anterior que su paso por el gobierno y la política nacional será juzgado, sino, más bien, por la transición a una nueva generación del liderazgo progresista y democrático que ellos simbolizan.
La capacidad electoral de la oposición reside en la unidad. Su posibilidad real de alcanzar el poder en las próximas elecciones depende de la articulación de una boleta presidencial novedosa, unificadora, esperanzadora y potable electoralmente. Los partidos que hoy se encuentran en la oposición, bajo las orientaciones de los líderes mencionados, tienen esa responsabilidad. El éxito o la derrota que ahí se obtenga será el legado de ambos, al margen de sus realizaciones gubernamentales.
El Dr. Fernández y Licdo. Medina, forman parte de una generación política que logró colocar la idea en el imaginario colectivo de ser disciplinados, preparados y con una gran vocación de poder. Esa era la imagen del PLD. Se proyectaba capacidad y un alto sentido de cuerpo y unidad.
La historia recoge hechos en otro sentido. El PLD se dividió y desde ese momento la oposición no luce una estrategia clara o eficaz para retornar al gobierno. Se evidencia una lucha de poder, de facciones y de grupos con intereses distintos. Serán juzgados en la posteridad.
Mientras tanto, se observa que una nueva generación con mucho talento político, con vocación de servicio y con alta probabilidad de éxito electoral es impedida de avanzar y participar al interior de las organizaciones opositoras. Esto se debe a personas interesadas que están renuente a abrir espacios, a adaptarse a los nuevos tiempos y a entender que, sencillamente, su tiempo ya pasó.
Hoy por hoy ninguna organización del sistema de partidos puede exhibir como discurso “la unidad, la disciplina, la transparencia y una abosluta democracia”. Ya no pueden construir una oferta electoral con esa narrativa. Ahí una de las razones de su descrédito. Por tanto, es una reflexión seria que deben hacer los líderes en sus organizaciones con relación a su actitud sobre el tema respecto del presente y del futuro.
El PRM, sin embargo, asumió el esquema de proyección que tantos éxitos le dio al PLD: tratar los temas internos de forma hermética, no reproducir prácticas cuestionadas de su anterior organización y mantener una cartelera electoral llena de caras nuevas que respondan al perfil que persigue el votante de la actualidad.
Es muy probable que la preocupación en el fondo sea el retiro. Siempre he pensado que hay más dignidad en el retiro que en la retirada. Hace unos años el actor estadounidense, Bruce Willis, anunció su retiro de la gran pantalla a causa de ser diagnosticado con demencia, ayer cumplió 70 años y en una ocasión se le atribuyó decir: “Me retiro para comenzar a vivir”.
Hay vida más allá del poder y la política. De hecho, es mucho mejor.
Quisiera estar equivocado con esta reflexión. Veremos.
Por Borja Medina Mateo
